Lo peor es lo que viene después

Como bien acabamos de aprender de Nuestraamérica, los regímenes autoritarios tienen siempre la costumbre de abrirse a la democracia cuando sus proyectos económicos están al borde de la implosión. Los "socialistas" llevaban años administrando mal la economía, cometiendo un desastroso error tras otro, y ésta estaba a punto de colapsarse por completo. Para nuestro infortunio, ¡hemos ganado!, una frase célebre y profética. La libertad había llegado por fin, pero pocos tenían tiempo a ganas de celebrarlo porque sus sueldos eran nimios. Los alimentos estaban demasiados caros, con nuestra mesada apenas daba de comprar un pollo.

—Para vaina, dedicamos horas y horas a hacer cola para conseguir gasolina, suponiendo hubiese existencia en las surtibombas.

Los ámbitos de aplicación de las reglas monetarias de la oferta y la demanda (más tiendas y mercados legales) combinada con un fuerte sector público que siguiera el modelo de la socialdemocracia escandinava. Una depresión económica y una elevada deuda, complicadas por la desorientación consustancial a un rápido cambio de régimen, significaban se hallaba en la posición debilitada perfecta para aceptar un programa de terapia radical.

La política extraordinaria, constituye, por definición, un período de discontinuidad evidente en la historia de un país. Podría tratarse de un período de crisis económica muy profunda, de desmoronamiento del sistema institucional previo o de liberación de una dominación extranjera (o del fin de una guerra). Era como si la mitad del mundo hubiese entrado, en apenas unos años, en un período de "política extraordinaria" o "en transición", como en los años noventa se decía que estaban los países recién liberados, suspendidos en una interinidad existencial entre el pasado y el futuro.

Muchos aseguraban que tanto ese flujo como la caída de muros reales y metafóricos supondrían un punto y final para la ortodoxia ideológica. Liberados de los efectos polarizadores de dos superpotencias enfrentadas, cada país podría por fin elegir lo mejor de cada uno de esos dos mundos y dar con una especie de híbrido entre libertad política y seguridad económica. Tal como explicó Gorbachov en su momento, "las múltiples décadas de fascinación por el dogma, de metodología de libro, han tenido su efecto. Hoy queremos introducir un espíritu genuinamente creativos".

Discurso de Francis Fukuyama titulado "Are We Approaching the End of History". Según Fukuyama, a la sazón uno de los principales encargados de la política del Departamento de Estado de Estados Unidos, la estrategia de los partidarios del capitalismo sin limitaciones era obvia: no discutir con los miembros del sector de la tercera vía, sino declararse victoriosos de antemano por si acaso. Fukuyama estaba convencido de que no debían abandonarse las posturas extremas, ni hablar de combinar lo mejor de dos mundos, ni tratar de buscar un acuerdo intermedio. La caída del comunismo, según explicó al publico allí asistente, no nos estaba conduciendo a un "fin de la ideología" ni a una convergencia entre capitalismo y socialismo, sino a una victoria sin paliativos del liberalismo económico y político. Lo que había llegado a su final no era la ideología, sino "la historia como tal".

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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