¿Nueva etapa Revolucionaria?

Los anuncios del Presidente Chávez han provocado una amplia gama de interpretaciones, resistencias inconsistentes y mucha confusión. Los analistas más conspicuos de la oposición se rebanan los sesos para llegar a conclusiones absurdas y los voceros del Chavismo (autorizados o no) hablan del fin de la transición y el comienzo de una nueva etapa. Repercusión lógica porque se trata de anuncios muy radicales (en el sentido más profundo de la acepción) que aún no han sido explicados en su esencia. Ante cualquier riesgo de confusión es necesario atrincherarse en los principios y el compromiso para seguir adelante. Para avanzar hacía los objetivos estratégicos de la Revolución Bolivariana.

La visión Stalinista de la revolución por etapas no tiene cabida en el Proceso Venezolano. Se trata de la profundización de la Revolución Bolivariana con el impulso de políticas que son posibles y factibles de ejecutar en el contexto de la realidad política y social que comenzamos a vivir a partir de los resultados electorales del 03 de diciembre. No necesitamos culminar una etapa para iniciar otra, sería negar la dialéctica. Los anuncios del Presidente Chávez se corresponden con el momento histórico que vive la patria y reivindican nuestra dinámica social, política, económica, cultural e histórica. Por ser un Proceso la Revolución es Permanente como, magistralmente, sentenció León Trotsky para advertir las desviaciones de la Revolución Rusa en su contexto y momento histórico.

Si analizamos los anuncios del Presidente Chávez podemos percibir que buscan alcanzar dos grandes objetivos estratégicos necesarios para profundizar la Revolución Bolivariana, como son: 1.- La construcción de una sólida Dirección Revolucionaria con la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela y 2.- La transformación profunda del Estado Venezolano con la Ley Habilitante, la Reforma Constitucional, la reorganización Político-Territorial y el impulso del Poder Popular. Los cambios de Ministros y demás funcionarios públicos tienen un carácter accesorio ante la trascendencia de los objetivos estratégicos.

En torno a la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela podemos señalar que nos parece una política necesaria porque históricamente hemos trabajado por la unidad orgánica de los movimientos y partidos de izquierda y en estos tiempos hemos planteado la necesidad de construir una Dirección Revolucionaria Unida para darle coherencia a las decisiones políticas dirigidas a fortalecer la Revolución Bolivariana. Ahora bien, esto no se puede alcanzar con el decreto de disolver todas las organizaciones, sin discusión previa, para confluir en una sola organización. La construcción de una Dirección Revolucionaria Unida exige un debate profundo y productivo (mas no interminable como ha sido costumbre en la izquierda) que permita definir la orientación ideológica que armonice con una estructura organizativa adaptada a los tiempos que vivimos y garantice la participación activa de sus integrantes. Un Partido Socialista Unido debe entender su papel de organización para la intermediación social sin renunciar a su condición de vanguardia revolucionaría y garantizar la democracia interna en la toma de decisiones y la elección de sus instancias de dirección. Nadie puede resolver la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela como un problema administrativo que puede degenerar en una pelea por la dirección o en el mejor de los casos en una organización de tendencias sin la madurez política necesaria para alcanzar la tolerancia o la convivencia en medio de las diferencias posibles y necesarias. Lo único que puede garantizar el carácter UNIDO de una Dirección Revolucionaria es el debate democrático, diáfano y la libre confrontación de ideas.

En cuanto a la transformación del Estado Venezolano nos parece un objetivo imprescindible para avanzar en el diseño e instrumentación de políticas públicas dirigidas a profundizar la Revolución Bolivariana. En ese contexto podemos afirmar que siempre hemos planteado la necesidad de una reorganización político-territorial a fondo para frenar el exacerbado crecimiento de una burocracia improductiva, garantizar el adecuado aprovechamiento de los recursos humanos y materiales, desconcentrar un desarrollo urbano inhumano que ha crecido (sin desarrollo social) al lado de los llamados polos de desarrollo y al mismo tiempo construir la nueva geopolítica del Estado Venezolano sustentado en un carácter profundamente humano.

Desde la perspectiva anterior podemos señalar que resulta lógico pensar en una redefinición político-territorial que permita la reorganización de los Municipios y los Estados como entidades federales combinado con la necesaria incorporación del Poder Popular como protagonista esencial, a través, de los Consejos Comunales y demás formas organizativas de la población. Son muchos los Municipios que no tienen justificación de ninguna naturaleza.

Así mismo, resulta necesario revisar la vigencia y justificación de los Consejos Legislativos cuya “tarea” bien puede ser realizada por un Consejo Regional que agrupe Alcaldes, Concejales y voceros de los Consejos Comunales que se reúnan periódicamente sin necesidad de mantener una burocracia improductiva llena de privilegios, ostentosos sueldos y bonificaciones injustificadas. La fiscalización y control de la ejecución presupuestaria del Poder Ejecutivo Regional bien puede quedar en manos de la Contraloría Regional y/o Nacional que también necesita cambios profundos para frenar la impunidad de la corrupción, el derroche y el dispendio que resultan incompatibles con la Revolución Bolivariana y con la mínima ética política.

Para alcanzar los objetivos anteriormente señalados, resulta necesario asumir la lucha contra la ineficacia, el burocratismo y la corrupción como una Política de Estado que permita castigar la corrupción en todas sus formas, dejar a un lado la ineficacia en la función pública y acabar con el burocratismo porque constituyen un verdadero peligro para la Revolución Bolivariana.

Concientes estamos, que son muchos los aspectos que no están claros y solo el debate nos puede ayudar. Sabemos que no se trata de la culminación de una etapa de la revolución Bolivariana para comenzar otra. Preferimos interpretarlo como un Proceso, continuo, sin interrupciones, irreversible que está poniendo a prueba nuestras convicciones y el compromiso revolucionario porque para nosotros la Revolución es Permanente.


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Darío Morandy


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