Nicolás I, el Estado soy yo

Si acaso leyera al título de este escrito, seguro lo haría con una sonrisita de satisfacción, y luego Maduro diría algo de la constitución, de la separación de los poderes y la dignidad de sus representantes. Cuando más se luce su índole democrática más soberbio y caprichoso se comporta en sus asuntos, efectos secundarios de la droga del poder, porque los primeros efectos lo vistieron como presidente.

Pero es diferente "obedecer al pueblo", como decía Chávez; ser el apoderado de los deseos colectivos; actuar en su nombre y para su bienestar, que acatar el mandato de nuestras inclinaciones e instintos personales, es decir, usar el poder para satisfacer las propias carencias o necesidades.

Si Maduro fuera Napoleón Bonaparte o el rey Sol, su voluntad no sería "caprichos o arrebatos", queriendo simular autoridad. Habría una sensación verdadera de autoridad y se sentiría la presencia de un gobierno... Pero a él dice ser un socialista que no le importa que le digan neoliberal.

EL "Laissez faire" de Bastiat (o de quién sea del liberalismo), que significa "dejar hacer", lo padecen aquellos que no cuentan con el temperamento para cambiar, para crear, es una especie de "rienda suelta" a las inclinaciones instintivas. Quienes lo practican son, con gusto propio, patrones o propietarios crueles frente a un pueblo esclavisado, resignado en su fatalista visión del mundo. Además está la canalla, el lumpen proletariado, el delincuente, el pícaro, el marginal social, que no por eso deja de ser aspirante a gran señor propietario y explotador de almas.

A este último grupo pertenece el espíritu que impulsa al equipo del gobierno. Estos hicieron del Estado la imagen de su temperamento. El Estado es lo que ellos son, ansiedad, dudas, incontinencia, soberbia, ataques de pánico, codicia y envidia. Todos en un solo movimiento, así es el Estado de Nicolás.

Hasta ayer había en el país (¡y funcionando en un mismo espacio!) una Asamblea Nacional Constituyente y una Asamblea Nacional. Hay (tolerado por el mismo Maduro) dos presidentes con sus dos gabinetes y cuerpo diplomático. Y aun así el presidente, el presidente que la convocó, se permite disolver por decreto a la "soberana y plenipotenciaria" Asamblea Nacional Constituyente, (!!!).

Por otro lado, Nicolás I insiste en que le traigan la luna: "Soy socialista desde que nací, en mi sangre, por herencia de Chávez, por práctica. Cristiano, socialista, bolivariano y chavista. Y llamo al capital privado para que juntos produzcamos por el país. Para que, juntos, le llevemos la comida a todo el pueblo de Venezuela". Quién no vea en esto soberbia, que por favor nos explique ¡qué quiso decir Maduro conque él es socialista!; no es una pregunta retórica, es en serio.

Hasta ahora los más devotos socialista del madurismo han justificado las prácticas liberales y capitalistas con empeño y sin disimulo alguno. Nicolás I, Jesús Farías, junto al ideólogo de la "burguesía revolucionaria", el señor Castro Soteldo, el cual, de los tres, se ve como el más sensato de todos, por lo menos como el más coherente; sabe que hay que ser creativos con el lenguaje, y no seguir hablando de socialismo, en este experimento de politicastros neófitos: el cochipollo de la "Nueva economía" madurista.

Es el Estado de un estado de contradicciones (se puede leer al revés también). La única identidad es que Maduro se expresa en la misma descomposición de la nación venezolana. Si él fuera Bolívar Venezuela sería grande, por dentro y por fuera, tendría toda la autoridad para proclamarse autócrata como lo hizo el Libertador en Perú. Pero no lo es, es un muchacho terco que se encaprichó con la luna y quiere que se la bajen, rodeado de aduladores y pícaros, de la canalla, "la sociedad del 10 de diciembre" en versión tropical del 2020.

Si hubiera más gente sensata, menos aduladores y menos oportunistas, alguien cercano le aconsejaría a Nicolás más coherencia, más definición, por el bien del país, por razones de salud pública. No es posible sostener a la masa sin que se disocie también ella, con mensajes ambiguos y dentro de un gobierno doblado, literalmente, duplicado. Tampoco es posible que nadie sea capaz de frenar esta locura a tiempo, antes que llegue el tiburón y se lo trague todo; aquí vamos a perder en comunidad, nadie quedará por fuera.

Estado Unidos a través de Colombia y la seudo burguesía colonial y rastrera del país, está listo para intervenir, para recuperar su colonia, viendo cómo se descompone el rey Nicolás I, viendo cómo Lear pierde la cordura, dejando la compostura, haciéndose impúdico, desvergonzado, vulgar en sus modales (¿Habrá que esperar que aparezca en público en interiores para restituir el gobierno?)… Y nadie parece darse cuenta, o por lo menos no lo expresa públicamente, ¿por miedo?.

El gobierno de Maduro debe ser sustituido cuanto antes, antes de que sea tarde. Se convoca una junta patriótica, se remplaza a Maduro y su gabinete por un equipo nuevo, y desaparece la imagen fantasmal de Guaidó, el otro gobierno paralelo; ¡nosotros estamos aquí!, ¡en cambio aquello no existe!, solo existe en la televisión, en las redes sociales y en la mente atormentada y medrosa de Nicolás y sus socios cercanos.

Volvamos a retomar el camino de Chávez, hay tiempo de restituir lo hecho por el comandante, y hay tiempo de volver al Plan de la Patria original. El socialismo es la salvación del mundo y del planeta, más ahora que la pandemia descubrió su verdadera naturaleza depredadora y despiadada.

¡Patria Socialista o muerte!, ¡Viva Chávez!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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