Partido Único y Reforma Constitucional son los dos temas fundamentales dentro de la política revolucionaria que de ahora en adelante nos toca discutir.

El proceso venezolano se ha caracterizado por estar a la vanguardia en diversos ámbitos: en lo social, lo económico, lo internacional, lo territorial y fundamentalmente lo político. Es evidente que con la reciente ratificación del proceso revolucionario, Venezuela se consolida como un referente mundial, pero sobre todo en lo que a lo político se refiere.

En esta coyuntura que se abre, hay dos temas de alta importancia para la vanguardia revolucionaria del país, temas que van a desarrollarse en paralelo pero con importantes vinculaciones. Por un lado tenemos la herramienta organizativa y por otro, la herramienta de carácter político. La primera representa el ente para el salto que debe darse en el país, y por lo que requerimos una organización política que responda desde el punto de vista de la elaboración, de la respuesta táctica y estratégica, en forma asertiva, a las circunstancias que se nos avecina. Y la segunda, una organización para la formación en la praxis y en la teoría de los cuadros revolucionarios que van a dirigir el proceso en los lustros venideros.

La fragmentación que hasta ahora tenemos ha sido producto de las distintas coyunturas por las cuales ha pasado el país, es por ello que en los actuales momentos la necesidad de abordar esta discusión desde la perspectiva revolucionaria es inaplazable.

Necesitamos un Partido Único del proceso, un partido disciplinado, con énfasis en la elaboración y formación política, por lo que la disciplina interna debe derivarse en el alto nivel ideológico de la militancia. En lo interno será inevitable las diversas tendencias, saludables siempre para profundizar el debate, pero ahora dentro de la disciplina que nos impone los nuevos retos a asumir, como país y como Estado.

La Reforma Constitucional, tendrá como tema primordial la estructura económica, para desde allí sentar las bases y avanzar en la construcción socialista. En por ello, que necesitamos un instrumento constitucional que favorezca el desarrollo de las fuerzas productivas y nos permita la profundización de la conciencia política del pueblo venezolano.

Otro de los temas en este novedoso debate social, es la validez de las estructuras que heredamos de la Cuarta República. Si evaluamos algunos de los más exitosos planes sociales del gobierno nacional, vemos como estos han sido desarrollados a través de estructuras que se han generado de forma paralela a la vieja estructura estadal. Por ello hay que discutir la viabilidad de la existencia de los ministerios que han sido concebidos en la Cuarta República, la viabilidad o perfeccionamiento de las estructuras como las gobernaciones, las alcaldías, los Concejos Legislativos e incluso la dinámica misma de la Asamblea Nacional.

Frente a estos temas que son de gran interés en la política venezolana no debemos prestar atención a temas subalternos, que responden a proyectos personales que no tienen nada que ver con el proceso revolucionario. Hay quienes intentan cabalgar sobre un derecho constitucional para impulsar revocatorios que terminen siendo un “quítate tu pa poneme yo”.

Desde aquí anunciamos que todos aquellos que se hagan llamar revolucionarios y se ubiquen en el tema del referéndum revocatorio sin discutir las implicancias, sin debatir las alternativas en la actual coyuntura, no son revolucionarios ni son nada, solo oportunistas, actores de tendencias enfermizas.

En estas navidades, especiales como lo han sido casi todas en los últimos ocho años, habrá el compás de espera reflexiva para arrancar el 2007, con la fuerza, la alegría y la unidad que nos exige esta nueva etapa, abierta por millones de venezolanos y venezolanas con sus votos y su inquebrantable voluntad manifiesta.