El Panoptismo o la vigilancia de todos

La arquitectónica del poder está constituida por una microfísica del poder punitivo. Esto es reconocido en una tecnología del poder que se aplica sobre el cuerpo; ésta produce una realidad, por medio del funcionamiento de un poder ejercido, sobre aquellos a quienes vigila, educa y corrige, sobre aquellos que están sujetos a un aparato de producción y están controlados a lo largo de su existencia.

El ordenamiento de la ciudad platónica tiene como fin evitar todo intento de sedición. Porque la injusticia produce sediciones, odios y luchas de unos contra otros, mientras que la justicia trae concordia y amistad. En una ciudad ordenada y justa y gobernada por los principios de las ideas no puede haber sedición. Porque cada una de sus partes hace lo que le es propio y cumple la justicia; y además cada cual disfruta de sus peculiares placeres, que son los mejores y, en la medida de lo posible, los más verdaderos.

La ciudad platónica excluye lo que Foucault denomina «la peste», la cual en tanto forma real e imaginaria del desorden tiene por correlato político, la disciplina. La ciudad platónica presenta un correlato semejante. La ciudad se constituye un espacio cerrado, recortado, vigilado en todos sus puntos; en el cual los individuos están insertos en un lugar fijo.

Los menores movimientos están controlados, todos los acontecimientos están registrados por medio de un trabajo sin interrupción de escritura que une el centro y la periferia. El poder se ejerce en su totalidad por medio de una figura jerárquica continua, donde cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario de la ciudad.

Al desorden responde el orden. El orden tiene por función excluir todas las confusiones, prescribe a cada cual su lugar mediante el efecto de un poder omnipresente y omnisciente que está subdividido de manera regular e ininterrumpida hasta la determinación final del individuo. Contra el desorden, que es mezcla, la disciplina hace valer su poder.

Diferenciar y especializar ámbitos y lugares en la ciudad está determinado por el proceso de racionalización, con arreglo a fines de dominación. Éste procedimiento consiste en establecer los lugares del poder formalizado, de las distinciones entre sujetos y objetos, de la instauración de la norma, de la estructuración del colectivo.

La disposición del espacio urbano pasa por la progresiva separación de las actividades y de los grupos sociales que las realizan. La normalización máxima del lugar, el ordenamiento según normas racionales del colectivo y la implantación de la razón como norma determina la existencia del orden en la ciudad.

El exilio impuesto al «leproso», a los poetas y a quienes quebrantan la ley en la polis platónica, así como la detención de la «peste», en tanto desorden, constituyen dos vertientes del mismo sueño político. El primero consiste en la realización de una sociedad disciplinada; el segundo, en la existencia de una comunidad pura.

El texto se puede descargar en: http://www.elperroylarana.gob.ve/la-polis-de-platon-configuracion-representacion-y-significado/



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Obed Delfín


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