Las transformaciones revolucionarias de la clase obrera

La clase obrera avanza con audacia por el camino de la renovación. Diríamos que en todos los dominios la clase obrera es la primera en volcarse para realizar los cambios, lo que tiene importancia decisiva para que la renovación se corone de éxito. Las colectividades laborales acometen enérgicamente la solución de los problemas clave del desarrollo económico y social, promoviendo al primer plano el estricto cumplimiento de los compromisos respecto a los suministros alimentarios. En una palabra, la clase obrera carga el proceso renovador con energía de alto voltaje.

Teniendo por fondo la postura verdaderamente cívica de la clase obrera, especialmente indecorosa aparece la actitud de quienes, persiguiendo objetivos egoístas, entorpecen las transformaciones sociales, se oponen a los cambios. Creemos que las colectividades laborales, las organizaciones sociales han de asumir una actitud firme, intransigente, hacia tales personas. Lo reclama la propia vida.

Hay que formar y orientar los intereses, utilizando el nuevo mecanismo de gestión económica, los institutos democráticos, así como mediante la política, la ideología y la cultura. A fin de cuentas, la esencia de la renovación consiste en considerar los intereses, en gestionar los intereses y en administrar mediante los mismos. Es lo que hace que el socialismo sea socialismo como régimen de los trabajadores. Pero solamente el trabajo y sólo el trabajo constituyen la base de la condición material y moral del pueblo en la sociedad socialista. Un trabajo creador y muy eficiente, el talento y el aporte real del pueblo a la causa común deben ser alentados por todos los medios posibles. Y, por el contrario, la indolencia, la inactividad, la baja cultura de trabajo y las manifestaciones de conducta antisocial merecen ser calificadas en la forma correspondiente, tanto en el plano social como económico. En ello radica el contenido socialista de la equidad social.

Parece estar claro que la igualdad no significa igualitarismo. Pero, en la práctica, la situación a menudo es distinta. La tendencia al igualitarismo se abre paso firmemente, generando ánimos parasitarios, ejerciendo un efecto negativo en la cantidad y la calidad del trabajo y anulando los estímulos para elevar su productividad.

Los fundadores de la doctrina marxista-leninista nos dejaron alentadores ejemplos de audacia en la teoría y de profunda visión del futuro. Gracias a la experiencia de la Comuna de París, Carlos Marx pudo trazar las vías de tránsito del capitalismo al comunismo. Basándose en la experiencia de las transformaciones socialistas en los primeros años de la Rusia soviética, Lenin desarrollo y enriqueció la teoría de la construcción de la sociedad, socialista. Hoy es necesario estudiar a fondo la práctica del desarrollo socialista y las riquezas experiencias acumuladas por los países socialistas.

Para el pueblo está claro que los cambios iniciados son imposibles sin un trabajo activo de las organizaciones del Gobierno, de los chavistas y la administración económica, de todos los cuadros dirigentes. Es de mucha responsabilidad el papel que ellos desempeñan en la solución de los problemas concretos de la reforma. Lo que hoy señalamos como positivo se debe, en buena medida, al trabajo de las organizaciones del país.

Pero creemos, la reforma sólo acaba de empezar y no marcha igual en todas partes. Todavía se conservan zonas "acotadas" por la inercia y pasividad. Son realidades que no tenemos derecho a descuidar, a dejar sin atención y sin la debida valoración.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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