Solo la violencia revolucionaria conduce a la paz

"El capitalismo viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, de los pies a la cabeza".

La frase de Marx resume el carácter del capitalismo. Es un sistema perverso, violento, la culminación de todas las formas de crueldad, de agresión de unos hombres contra el resto de la sociedad y contra la naturaleza.

El capitalismo es un sistema violento, quizá el más violento conocido por la humanidad. Ha desarrollado formas de violencia nunca imaginadas: las armas atómicas, la manipulación mediática, la vigilancia electrónica, los satélites, los drones. Alcanza niveles inéditos de crueldad y violencia en la historia humana capaces de desaparecer ciudades en minutos, asesinar contingentes humanos en segundos, ultimar a líderes políticos sin dejar huellas, crear ejércitos de la nada, destruirlos tan rápido como los crearon. Las migraciones de los hambrientos, las guerras, el fascismo, la destrucción de las condiciones planetarias para la vida son la carta de presentación del capitalismo.

En la existencia diaria asistimos a su violencia, aquí mismo en Venezuela, en la cuarta, se aplicaron formas criminales de extrema crueldad: los desaparecidos, las masacres, las redadas, los asesinatos de líderes político, la condena de millones a la marginalidad más terrible, a la inhumanidad. Aquellos gobiernos, el sistema capitalista, se sostenían sobre una gran violencia contra los obreros, los marginales, los campesinos, los estudiantes, la mujer. El gobierno, los ministerios de justicia, del trabajo, eran organismos encargados de la represión de los humildes, las leyes eran excusa para controlar, legalizar, la explotación y el despojo de los humildes, excluidos de todo menos de la miseria.

Derrotada la violencia revolucionaria de los años sesenta y setenta la sociedad se sumerge en esa especie de hipócrita paz, el capitalismo arrecia su crueldad contra la población, la ética del sálvese quien pueda eleva la violencia social.

En esta situación reaparece la violencia antisistema en el cuadro político. Primero, espontánea, sin objetivos claros, rabiosa, un motín, como fue el 27 de febrero; después, el 4 de febrero, esta violencia adquiere carácter político, se encausa el malestar hacia el cambio del sistema que genera la violencia contra los desposeídos, se retoma la tarea que Bolívar dejó inconclusa.

Con la llegada del Chávez al poder la violencia burguesa toma otras características. Ya no es una violencia contra el explotado, sino una violencia para desalojar del poder a los excluidos de siempre. La burguesía entra a disputar el poder a las clases emergentes que lo han capturado junto a Chávez. El golpe de Estado de Abril, el sabotaje petrolero son hitos de esta violencia. El gobierno revolucionario responde con violencia revolucionaria, que tiene como principal objetivo defender la Revolución. Como parte de la violencia burguesa Chávez es asesinado, el magnicidio es el punto culminante de la agresión burguesa.

Lamentablemente, no comprendimos el carácter de este asesinato y transitamos caminos de conciliación, buscamos inútilmente la paz por las sendas de la guerra, con las buenas intenciones preparamos el aumento de la agresión contra un gobierno inerme.

Y ya tenemos las dos maneras de la Revolución de encarar la violencia burguesa. Una, con Chávez, resistiendo, en contraofensiva frente al ataque enemigo, como en Abril, como cuando se enfrenta al sabotaje petrolero. Frente a un ataque, una respuesta vigorosa. Hacer de cada acción una cátedra de humanismo, de socialismo, firme en la defensa de la Revolución, con fuerza. La otra, la actitud del gobierno después del asesinato de Chávez: No defenderse, llamando a la paz a un enemigo que está en ofensiva, un no mostrar la disposición de defenderse, más bien de conciliar; Aupar a la clase agresora, un pujar por volver a los escenarios de antes del 4 de Febrero, al pacto de puntofijo. Y todo esto con la excusa de buscar la paz, cuando como resultado hemos conseguido más agresiones.

Allí están las dos actitudes frente a la violencia burguesa, y sus resultados.

El objetivo de la violencia burguesa es yugular al Socialismo, aplastarlo por la fuerza, con golpe, sabotaje, o en la mesa de negociación. Es así, en las conferencias de negociación, de entrega, la paz se pretende conseguir entregando al Socialismo.

La paz verdadera sólo se consigue derrotando al capitalismo generador de la violencia que la humanidad padece desde hace siglos, construyendo un mundo donde todos podamos vivir como hermanos, el Reino de Cristo del amaos los unos a los otros: El Socialismo.

¡LA PAZ SIN SOCIALISMO ES UNA BURLA!


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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