Dame mi aguinaldo, aunque sea poquito

Es mucha el agua que corre por debajo del puente en época electoral. Los discursos van y vienen, y mucho más en estos tiempos cuando la Revolución Bolivariana está en la mira de los de aquí y de los de afuera. Fuimos a una elección que no porque algún sector de la oposición lo calificara de plebiscito, era así.

Sabemos a ciencia cierta que en cada acto electoral nos jugamos esta Revolución. Este ha sido el camino escogido para hacerla y éste es el camino establecido en la carta magna que nosotros mismos le propusimos al país para que aprobara. De manera que si alguien ha estado ganado para participar y ganar, con pleno conocimiento de causas y propósitos hemos sido precisamente quienes militamos en las filas del chavismo.

Esta vez, otra vez, hemos ganado en buena lid. Y como en buena medida el PSUV y los partidos que conforman el Gran Polo Patriótico han devenido en organizaciones prestas para afrontar los procesos electorales convencidos que hay que ganarlos para seguir avanzando. Esta maquinaria electoral también está convencida del papel que juegan sus hombres y mujeres en la construcción del modelo de país establecido en la Constitución Nacional y en la Ley del Plan de la Patria, como proyecto específico.

Las nuevas autoridades electas no tienen en sus manos y ante sí, ni se les ha entregado, por voluntad popular, lo que pudiéramos llamar un cheque en blanco o algo parecido.

El voto y los millones de votos del 8-D no dicen por ninguna parte que la gente madrugó, hizo colas y se apartó durante horas de su casa para elegir personas que luego hagan desde alcaldías y concejos municipales lo que mejor les parezca o cuanto se le ocurra en el devenir de los días. Los electores, una vez más, afirman, reafirman y exigen la necesidad de cambiar radicalmente maneras, estilos y modos de asumir la función pública. Un alcalde y un concejal constituyen la representación de un pueblo y en consecuencia han de actuar diariamente en correspondencia con ese anhelo. Al menos, así deben hacerlo los revolucionarios.

Estas elecciones del 8-D, con una participación del 60 por ciento del electorado, confirman la confianza del pueblo elector en su organismo, el CNE, y ratifican también la esperanza que tienen como ciudadanos en que estas instancias de poder, por su cercanía, siguen siendo las más expeditas para contribuir a canalizar mejores de vida.

De manera que más allá de la diatriba de las consideraciones plebiscitarias de esta elección, asumamos que en cada acto y en cada paso que damos, es indudable que la Revolución Bolivariana se juega su credibilidad y confianza popular. Hasta ahora, la realidad concreta y los resultados, dicen de manera clara y contundente que el camino de Chávez va bien. ¡Feliz navidad!


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Juan Azocar


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