Hay que apoyar el proceso aunque sea chucuto y luchar para hacer la revolución

La denominación de “proceso” que en un momento fue la palabra más
utilizada para identificar el fenómeno ideo político encabezado por el
Comandante Presidente Hugo Chávez es, a mi juicio, muy conveniente si queremos
evitar confusiones elementales sobre el uso y abuso del término revolución.
Sobre el vocablo revolución se podría hacer un estudio con la precisión
académica de una investigación hecha por el filólogo Angel Rosenblat o con la
sabiduría de un artículo escrito por Aníbal Nazoa, pero esa no es mi idea,
basta para desarrollar la presente reflexión con recordar la definición de
revolución según el Larousse: // Cambio violento en las estructuras políticas,
sociales o económicas de un Estado: la revolución Francesa// Me podrían salir al
paso recordándome que nuestra revolución es pacífica y no violenta, diferente
también a la Rusa, China y Cubana. Aceptemos pues una nueva definición de
revolución en la cual se suprima la idea de cambio violento por cambio pacífico
o electoral. Pero cómo hacemos con el fondo del contenido de la palabra
revolución:el cambio en las estructuras políticas, sociales o económicas del
Estado. Si suprimimos también esto último tenemos que olvidarnos de lo que es
el verdadero significado de revolución o simplemente llamar revolución a
cualquier cosa como hicieron los adecos el 18 de octubre de 1945 cuando
llamaron revolución al golpe de Estado contra Isaías Medina Angarita o como
hizo el neoliberal Luís Manuel Peñalver quien llamó Revolución Educativa a su
gestión en el ME durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez para citar sólo dos
ejemplos.

Cada quien puede llamar como le guste a lo que está pasando en Venezuela
pero el que quiera ajustarse con rigurosidad científica a la verdad tiene que
identificar con propiedad este momento histórico con un término adecuado. La
palabraproceso encaja perfectamente y así se le llamó por mucho tiempo. Vivimos
pues un proceso con una evolución de 12 años donde todavía las instituciones y
las estructuras del Estado Burgués permanecen intactas dentro de un sistema
con relaciones capitalistas de producción dominantes lo cual sigue generando y
alimentando una conciencia colectiva contraria al cambio revolucionario. Se
ha perdido la oportunidad en 15 elecciones ganadas de las 16, realizadas
durante estos años, para hacer la revolución o por lo menos para haber
transitado un trecho significativo de transformación estructural. Se han ganado
numerosas elecciones, es verdad, pero siempre con las manos amarradas a la
democracia burguesa, a las instituciones del Estado tradicional y al
capitalismo. Hay quienes opinan con mucho conocimiento, que vivimos una etapa
de transición entre un Estado Capitalista y un Estado Socialista. (Ramón Losada
Aldana “Socialismo revolucionario contra barbarie capitalista) Ve este experto
en la teoría revolucionaria que estamos viviendo en Venezuela un momento
histórico que responde a los rasgos de un “Estado Democrático Nacional”
apuntando hacia el socialismo. Se basa el especialista marxista leninista en
un diagnóstico de la realidad nacional tomando en cuenta las mejoras sociales y
democráticas cumplidas por el gobierno del Presidente Chávez.

Si aceptamos este análisis marxista leninista del momento histórico que vive
Venezuela, sólo eso bastaría en principio para apoyar al Comandante Presidente.
Los revolucionarios tenemos la obligación de respaldar el Estado Democrático
Nacional con el propósito de luchar por una revolución democrática, liberadora
y antiimperialista es decir para que se haga la revolución de verdad con la
irreverencia de atrevernos a construir las relaciones socialistas de
producción. Otro revolucionario, autor de la columna “Un Grano de Maíz” que
publica el Diario VEA habla de “Dos Estados en Guerra” para describir este
momento histórico como una fase de la Revolución que tiene que funcionar dentro
del estado oligarca, con sus leyes, su lógica y sus costumbres. Finalmente en un
enfoque del ex guerrillero Douglas Bravo, se plantea que este momento histórico
se caracteriza por un enfrentamiento entre los intereses del estado capitalista
y los del capital privado. En cualquier caso la trampa está en las elecciones
burguesas que transforman la lucha revolucionaria en un torneo electoral sin
lucha de clases ni transformación social. Después del próximo triunfo
electoral, como en efecto ha ocurrido en las 15 victorias anteriores de las 16
realizadas en estos doce años, nadie garantiza que el Estado Democrático
Nacional se liberará del capitalismo de Estado para avanzar hacia la
construcción del socialismo con la ruptura creadora del hilo institucional que
actualmente nos ata al Estado capitalista.

Mientras tanto hay en la base chavista un profundo pesar, hay una tristeza
muy grande mezcla de frustración, desilusión, amor, desamor y confusión. La
cultura política de inmensos sectores del pueblo, gracias al proceso, reforzada
por la intuición popular hacen a la gente imaginarse, saber y comprender el
drama de una revolución chucuta la cual estamos obligados a defender porque es
la única alternativa ante la opción de poder de una derecha facinerosa,
fascista, apátrida, racista, neoliberal, represiva, que siente un odio de clase
contra los excluidos, los indígenas, los desamparados, los más humildes y
desposeídos a quienes denominan chusma, monos, tierrudos , hordas salvajes,
marginales o chavistas. El pueblo llano no dominará la teoría revolucionaria
pero tiene olfato, sentido común y sabiduría. Sabe y percibe que ir a votar por
17ava vez, para a la oposición, pero no es hacer la revolución.

Apartándonos por un momento de las consideraciones teóricas y cayendo en lo
meramente pragmático tampoco el pueblo de la Gran Caracas tiene muchas razones
de peso para sentirse impactado por la infraestructura construida por nuestro
proceso bolivariano, hagamos una simple comparación.

Los que todavía añoran la oprobiosa dictadura militar que se impuso en
Venezuela desde 1948 hasta 1958 pueden seguir idolatrando, en el presente, la
infraestructura dejada por su general Marcos Pérez Jiménez: El Círculo Militar,
el Paseo Los Próceres, La Av. Fuerzas Armadas, La Av San Martín, La Av Urdaneta,
La Av Miranda, la Av Sucre, La Av Los Ilustres, la Av Nueva Granada, la Av
Victoria, la Av México, la autopista Manuel Palacios Fajardo, La autopista
Caracas la Guaira, El Teleférico, el Hotel Humbolt, el Hotel Tamanaco, La UCV ,
la Escuela Técnica Industrial, el Hospital Universitario, el estadio
universitario, el Hospital de Niños, la Maternidad Concepción Palacios, la
urbanización “2 de Diciembre”, después llamada “23 de enero”, las Torres del
Silencio y el Centro Simón Bolívar.

La propia oposición derechista venezolana que quiere olvidar su particular
historia política por los gravísimos errores antidemocráticos cometidos en los
últimos 12 años y además pretende borrar de la memoria colectiva el caos y el
desastre del Pacto de Punto Fijo que llevó el país a la banca rota, no saldría
tan mal parada si reivindicaran para sí algunas de sus obras públicas que
dejaron para la posteridad: la Universidad Simón Bolívar, el Parque del Este,
la Biblioteca Nacional, las líneas 1, 2 y 3 del Metro de Caracas, la autopista
Caracas a Guatire , la autopista Prados del Este, el Teatro Teresa Carreño, la
Urbanización Caricuao y el Parque Zoológico, El Parque del Oeste, el edificio
del Instituto Pedagógico de Caracas, La Escuela Técnica de Campo Rico, el Liceo
Gustavo Herrera, el Liceo Pedro Emilio Coll, los edificios donde ahora
funcionan la UNEFA y la UBV, el edificio del Ministerio de Educación, el Parque
Central y muchos más.

Las obras de infraestructura construidas por el proceso revolucionario,
socialista y humanista bolivariano, en Caracas son: el tramo del Sistema
Nacional Ferroviario Caracas-Charallave-Cúa; la Línea 4 del Metro de Caracas,
Tramo Capuchinos Zona Rental; la segunda Fase de la línea 3 del Metro de
Caracas, Valle la Rinconada; el Sistema de Teleférico Metro Cable de Caracas; el
Viaducto Caracas La Guaira; el Hospital Cardiológico infantil ”Gilberto
Rodríguez Ochoa”; la Unidad Oncológica “Kleber Ramírez Rojas”; el Centro de
Salud Salvador Allende; el Centro de Salud Integral “Santa Cruz del Este” , la
Nueva Sede de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar , los Módulos de Barrio
Adentro y las llamadas Villas de Juan Barreto.

Existe una cultura pragmática del ciudadano común en Venezuela, relacionada
con una falsa idea de progreso, que consiste en medir la obra de cada gobierno
sólo por lo visible en la obra de infraestructura donde a la gente le importan
poco la ética, los principios, los valores ni la filosofía política de la
realización. Comparadas en términos pragmáticos las obras realizadas en
Caracas por la dictadura de Pérez Jiménez, por los partidos del Pacto de Punto
Fijo y por nuestro Comandante Presidente hay que reconocer que hasta ahora
ocupamos un digno tercer lugar.

El gran aporte del Estado Nacional Democrático, que preside Chávez, a los
millones de caraqueños, son las libertades democráticas y las misiones sociales
llamadas a satisfacer las demandas de salud, alimentación, cultura, deporte y
educación para los más necesitados. Las misiones sociales son, a mi juicio, el
buque insignia de este momento histórico, son la vitrina de la sociedad donde
al asomarnos comprobamos la existencia de los verdaderos valores socialistas de
solidaridad, humanismo y amor al trabajo por el beneficio colectivo. Esto es
perfectamente observable y verificable en lugares como el CDI Santa Cruz del
Este de Baruta y en tantos otros de la Misión Barrio Adentro. Lamentablemente
no podemos generalizar en la totalidad de ésta y de todas las demás misiones
porque, como advierte Tobi Valderrama, hay enemigos que están dentro del
proceso y son portadores de los vicios de la sociedad capitalista, de la
ideología del estado burgués dominante, ponen trabas burocráticas, sabotean y
debilitan la acción administrativa eficiente para impedir intencionalmente el
nacimiento del nuevo Estado.

Aquí no queda otro camino que armarse de fortaleza ideológica para hacer la
revolución, estimular el conjunto de la lucha de clases en todo el país para
hacer la revolución y derrotar a los enemigos del nacimiento del nuevo Estado,
tanto de la derecha oposicionista como a los que estén dentro del proceso. Si el
movimiento popular no empuja, no pelea en la calle y no presiona para que se
haga la revolución aquí no habrá revolución. La historia dirá en el 2012 si la
revolución bolivariana continúa en el gobierno para que se haga la revolución o
para congelarla indefinidamente en el limbo de un Estado Democrático Nacional.

(*) Profesor Universitario Jubilado

sergiobricenog@yahoo.com


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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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