De la física cuántica al análisis económico, político y social

Mis queridos lectores, la razón por la cual abordo el tema expuesto en el título, viene dado por lecturas que he venido realizando de la física cuántica, por supuesto, simplemente como un lector curioso, no porque sea un especialista en la materia, en realidad soy un simple economista.

Sin embargo, hay algunos conceptos que se manejan en la física cuántica que me parecen interesantes, y he cometido la osadía de traerlos al campo de las ciencias sociales. Al fin y al cabo, todos somos sujetos cuánticos formados por átomos y partículas subatómicas.

Una idea que me ha parecido interesante, extraída de la lectura del último libro del físico Stephen Hawkings, “El gran diseño”, es la de la “realidad dependiente del modelo”.

Esta idea sugiere que la realidad que vemos está inevitablemente influenciada por el observador y sus circunstancias, en este sentido, Hawkings nos plantea el símil del pez en la pecera con forma de esfera. El pez, ve una realidad que está influenciada por la curvatura de la pecera, totalmente distinta a la que podemos ver desde fuera de la pecera. A pesar de esto, Hawkings plantea que el pez podría establecer un modelo y unas leyes, que se cumplieran desde su perspectiva curvada y que dieran una explicación coherente de lo que sucede dentro y fuera de la pecera. Por otra parte, quienes estamos fuera de la pecera podemos crear modelos y leyes que expliquen la realidad que vemos distintos al del pez. Esto nos lleva a pensar cuál de los modelos que explican la realidad desde dentro o fuera de la pecera es válido, la respuesta es ambos, todo depende de si usted está dentro o fuera. Tal vez todos estamos en una pecera y somos observados por otros seres que nos miran con cuatro ojos escrutadores y curiosos de los afanes de seres tan insignificantes.

Otro aspecto importante de la lectura que he realizado, viene dado por el principio de la incertidumbre, base fundamental de la física cuántica, que nos puede explicar como a nivel subatómico, las partículas no tienen una trayectoria definida, pues no podemos conocer con certidumbre su posición y su velocidad, mientras más certidumbre tengamos de una variable menos será la certidumbre en la otra. Esto puede explicar cómo una partícula subatómica puede cruzar al mismo tiempo por dos sitios diferentes, algo que contradice totalmente el sentido común.

Ahora, bien las teorías sociales siempre han tratado de parecer objetivas, es decir, que existe una realidad dada y que es posible interpretarla correctamente. El positivismo se ha situado en esta óptica. Otro ejemplo lo encontramos en la teoría elaborada por Marx que se llamó socialismo científico. Marx, vivió en la época de la razón y del desarrollo del conocimiento científico, basado en la existencia de una realidad objetiva que es posible de conocer. Por lo tanto, lo que escribiera debería poder llamarse ciencia y se esforzó por hacerlo. Ahora bien, la ciencia siempre busca el descubrimiento de leyes que expliquen cómo se desarrollan los fenómenos que observamos, pero además, debe explicar el por qué suceden las cosas. Un modelo teórico también debe ser corroborado en la práctica a través de la observación. En este sentido, Marx trató de esbozar una ley del desarrollo histórico que llamó materialismo histórico, y que señalaba que el desarrollo de las sociedades hasta el capitalismo estaba basado en la lucha de clases, el motor de la historia. Hoy, podemos plantearnos serias dudas respecto de que la lucha de clases sea tal motor, en todo caso, el mismo Marx le puso un fin a dicho motor al señalar que la lucha de clases debería cesar con el advenimiento del socialismo. Como ya he señalado en otros artículos, pareciera ser que Marx, y Fukuyama mucho después, concordaron en fijar un fin de la historia, aunque éste último, y a la luz de los acontecimientos que se siguen sucediendo, se retractó de su tesis. Por desgracia, no podemos saber si Marx hubiera hecho lo mismo.

A la luz de los acontecimientos, hoy podemos decir que el socialismo científico de Marx, no superó la prueba de la corroboración de su modelo en la realidad, las predicciones de Marx no se cumplieron, por ejemplo, respecto al advenimiento del socialismo en los países más avanzados de su época, Inglaterra y Alemania, y por el contrario, si sucedió en uno de los más atrasados, la Rusia zarista. Además, no se cumplió su tesis del empobrecimiento absoluto del proletariado. También, podemos decir que su modelo de la teoría del valor nunca permitió explicar el comportamiento de los precios en una economía capitalista, y si no podemos explicar eso, no podemos decir que entendemos el sistema capitalista. Por lo tanto, tampoco se puede decir que haya sido exitoso en el campo de lo descriptivo.

Por todo lo expuesto anteriormente, podemos señalar que la teoría marxista no pasó la prueba de ser en verdad una teoría científica. Como mucho, podemos hablar de un manifiesto de acción política, sin duda relevante e inspirador, de las grandes revoluciones del siglo XX, las cuales por desgracia, no pudieron cumplir las promesas hechas.

Mi creencia es que Marx tenía una visión muy particular al momento de esbozar su teoría, creo que tenía una posición ética que lo llevó en primer término a rechazar la explotación del hombre por el hombre, una situación palpable e innegable en la Inglaterra y la Alemania de la Revolución Industrial. Esta posición ya había sido asumida por los socialistas utópicos. Para Marx era necesario darle un soporte científico a tal posición ética. Es aquí donde creo que Marx construyó un modelo deformado por su óptica y creencias a priori, al momento de observar la realidad socioeconómica de su tiempo. Trató de justificar científicamente una postura ética. La realidad que vio Marx estuvo signada por el modelo que elaboró, que trataba de explicar científicamente no tanto el funcionamiento del sistema capitalista del siglo XIX, sino más bien su caída inevitable, quizás por esto, su teoría no pudo explicar el comportamiento de los precios y de los mercados, elementos básicos del sistema capitalista. Por esto también, ha sido imposible en el campo marxista esbozar una teoría del comercio internacional consistente.

La teoría marxista desarrolló un concepto de la realidad socioeconómica, basada en un modelo teórico, que por desgracia, no ha dado una explicación satisfactoria del comportamiento del sistema capitalista y mucho menos de su liquidación histórica, que aún seguimos esperando.

Frente al marxismo, se desarrolló una visión clásica y neoclásica de la economía, desprovista de una óptica ética, que simplemente ha tratado de explicar los fenómenos económicos desde una perspectiva racional, asumiendo en su modelo de la realidad que el ser humano toma decisiones económicas racionales. Por supuesto, aquí nos topamos con el hecho de que es bastante discutible el axioma de la racionalidad del ser humano en los aspectos económicos de su vida. Sin embargo, a pesar de todo pareciera ser que este modelo ha permitido una mejor comprensión del funcionamiento del sistema capitalista que el modelo marxista, por supuesto, tomando en consideración que adolece de una postura crítica. Sin embargo, el modelo neoclásico no ha sido eficaz en la comprensión de los ciclos económicos, y aún más, no ha podido adelantarse y esbozar políticas económicas correctas que eviten las crisis.

La crítica al modelo neoclásico, viene dada por el hecho de que estaría imbuido de una ideología reaccionaria, que no admite la posibilidad de sustitución del sistema capitalista por otro en que exista una mayor justicia social. Sin duda alguna, los defensores de la visión neoclásica de la economía no se plantean objeciones ni posturas éticas, simplemente la realidad económica funciona así en la economía capitalista. Aunque hay que destacar que hay algunos economistas como Stiglitz que tienen una visión crítica respecto a las políticas económicas seguidas por los países desarrollados, y en particular, en su relación con los países subdesarrollados, políticas que tienen en cuenta los intereses de los países desarrollados en desmedro de los demás.

Por otra parte, también hemos tenido el modelo keynesiano, modelo que funcionó para sacar a Estados Unidos de la crisis del 29. Modelo que puso en boga los conceptos de propensión al consumo y propensión al ahorro, variables que pueden desestabilizar el sistema de mercado.

También, tenemos el modelo de la escuela austríaca, un modelo que pretende diferenciarse del modelo neoclásico, que trata de darle menos importancia a los modelos econométricos para incorporar una visión más social y ecológica de la economía.

En resumen, creo que podemos ver como en el terreno de la economía tenemos concepciones de la realidad que están influidas por el modelo adoptado por el observador. Cada una de estas visiones abarca ciertos aspectos de la realidad y tiene éxito en explicar determinados fenómenos, pero ninguna es capaz de dar una explicación total de la dinámica económica.

Aparte de traer el concepto de la “realidad dependiente del modelo”, me parece interesante incorporar en los modelos económicos y sociales, el principio de la incertidumbre. Creo que en estos modelos debe intervenir dicho principio, sobre todo a la hora del diseño de políticas en el ámbito económico o social. Es un hecho que puede ser corroborado en la realidad, el fracaso de muchas políticas económicas y sociales en todo el mundo, simplemente porque las variables involucradas son muchas y las interrelaciones entre las mismas también, lo que hace difícil tener una certeza completa acerca de los resultados que se obtendrán por la aplicación de una determinada política. A lo largo de la historia, hemos visto que la misma política que ha sido exitosa en uno o varios países, no lo ha sido en otros, incluso cuando compartan circunstancias similares. Factores culturales, étnicos, políticos, sociales pueden dar al traste con una determinada política económica o social. Por ejemplo, es lo que ha pasado con el recetario del FMI, la aplicación de las mismas medidas sin tomar en cuenta las especificidades del país o región.

Así como, en la física cuántica no puedo conocer con certeza la posición inicial de una partícula subatómica y su velocidad al mismo tiempo, en materia económica y social no puedo conocer con precisión absoluta todas las variables iniciales de un sistema socioeconómico, tampoco, puedo conocer con certeza la velocidad de los cambios inducidos por una determinada política, lo que deja en la incertidumbre también el logro de los objetivos planteados. Aunque debemos reconocer que el principio de incertidumbre en lo social difiere con el manejado por los físicos, en lo social, el principio de incertidumbre viene dado por el desconocimiento de todas las circunstancias, variables e interrelaciones posibles, y además, porque no podemos asegurar una relación causa - efecto perfecta.

Al aplicar el concepto de “realidad dependiente del modelo” al caso venezolano, podemos hallar una explicación de cómo la realidad económica, social y política es diferente para los venezolanos dependiendo de su modelo ideológico, a través del cual analizan dicha realidad. La posición ideológica permite crear modelos de análisis de la realidad venezolana, en los cuales, las variables a ser manejadas son seleccionadas de acuerdo a criterios que satisfagan el marco ideológico en el cual se inscribe quien hace el análisis de la realidad económica, social y política del país. En el área social esto ha conducido a la aparición, apogeo y declive de diferentes escuelas de pensamiento, en lo económico, clásica, neoclásica, keynesiana, austríaca; en psicología conductismo, freudismo, Gestalt y así en la sociología y la política.

Ahora bien, en el caso venezolano cuál de las visiones, la oficialista o la opositora es más real. Yo diría en este caso, que existen muchas realidades que marchan paralelas, casi como en el caso de los universos paralelos sobre los cuales hoy discuten los físicos, universos con sus propias leyes. El problema es que en Venezuela no existe y nunca ha existido en verdad, un proyecto mínimo de país en que todos los sectores políticos, sociales, gremiales y económicos entre muchos otros, concuerden. Es decir, no hay ni ha habido una política de estado en la cual haya un consenso. En Venezuela esto ha sido manifiesto en toda su historia republicana, un país acostumbrado a las marchas y contramarchas que al final, van dejando al país en el mismo sitio, a pesar de los ingentes recursos utilizados provenientes de la renta petrolera.

En esta situación, es muy difícil para cualquier analista, ser “objetivo”, siempre será acusado por un sector u otro de estar parcializado. Sin embargo, creo que es necesario hacer el esfuerzo de comprender los universos paralelos que constituyen a la Venezuela actual. De esta comprensión pueden salir zonas donde los universos convergen, donde sea posible esbozar una política de estado por muy mínima que sea. Hay aspectos en que todos debemos concordar, uno es que Venezuela no puede seguir siendo un país rentista y debe convertirse en un país productor, acordar que es ineludible que exista una política social que disminuya la pobreza a su mínima expresión, acordar que es absolutamente necesario el abatimiento de la inflación, que es necesario cambiar la estructura burocrática ineficiente del aparato estatal, lograr que en Venezuela exista un sistema decente y expedito de justicia, que necesitamos un Estado que maneje de una manera eficiente y proba los recursos para limitar el endeudamiento, que no hay desarrollo posible sin inversión en infraestructura, que es necesario desarrollar una conciencia de mantenimiento. Creo que independientemente de si se está en una óptica de izquierda, o se está en una óptica de derecha, los puntos anteriores son válidos. Como dijera el Presidente de Uruguay en su reciente visita a Venezuela, los gobiernos pasan y los pueblos quedan, y estos pueblos que acogen a los nuevos gobernantes necesitan de un mínimo de estabilidad.


htorresn@gmail.com


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Hernán Luis Torres Núñez


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