El laberinto de León Trotski

Es evidente que toda reflexión sobre el pasado se hace desde una determinada plataforma, desde una situación dada que de alguna manera conforma y explica la visión misma de ese pasado, aunque luego nos esforcemos noblemente por entender “las otras historias” y los ajenos horizontes.

Trotski deportado a Turquía y Noruega, encontró asilo en México, donde vivió desde enero de 1937 hasta agosto de 1940, cuando fue asesinado por el comunista español Ramón Mercader al servicio de la N.K.V.D. Fue la culminación de un largo proceso de lucha política. De 1923 a 1940 luchó por reformar la Internacional Comunista, barrer de ella al stalinismo y hacerle retomar “un curso leninista”. Aun siendo el bonapartismo estaliniano tan opuesto al Comunismo como lo fue Napoleón a la Revolución, es un hecho evidente que la U.R.S.S. continuaba teniendo aún dogma y forma comunista; tenía un comunismo formal, no real. Y así como la desaparición de Trotski permitió a Stalin transformar automáticamente el comunismo real en comunismo formal, la desaparición de Stalin permitiría transformar su comunismo formal en comunismo real. “Aquí se trata de una variedad de comunismo; mejor dicho de un falso comunismo que puede parecer a muchos más perfecto que el comunismo real y legitimo, el comunismo estalinista” Sí, naturalmente, dijo una clásica verdad, la de que nadie destruye aquello que desea heredar. Eso del “comunismo”, eso mismo de la URSS ¿Habría de ser idéntica la actitud de Trotski con todo su clan judío y masónico que esperaba heredar a Lenin; cuando él era dueño de gran parte del Poder y esperaba serlo en absoluto, que la de errante y perseguido, en permanente conspiración para recobrarlo?... Evidente, para Trotski, realmente sería el beneficiado Stalin... ¿Y eso no lo estimaba bastante para cambiar su actitud táctica?...

Recuerden su primera época de revolucionario. Es un jovenzuelo, ha permanecido con los emigrados algún tiempo en Londres, París y Suiza, después de su evasión de Siberia; Lenin, Plejanov, Martov y demás jefes lo consideran sólo como un neófito que promete. Pero se atreve ya, cuando la primera escisión, a quedar independiente, intentando ser árbitro de la unificación. En 1905 tiene sólo veinticinco años, y vuelve a Rusia sólo, sin partido ni organización propia. Según los relatos de la Revolución de 1905; los de Lunatcharski, (que no lo podemos acusar de stalinista por ejemplo). Trotski es la primera figura de la Revolución en Petrogrado; esta es la verdad. Sólo él sale de ella prestigiado y con popularidad. Ni Lenin, ni Martov, ni Plejanov la ganan, la conservan o disminuye. ¿Cómo y por qué se alza el ignorado Trotski, ganando de golpe autoridad superior a los más viejos y prestigiosos revolucionarios?... Sencillamente, se ha casado. Junto a él viene a Rusia su mujer, Sedova. ¿Saben ustedes quién era ella? Era la hija de Givotovski, unido a los banqueros Warburg, socios y parientes de Jacob Schiff, grupo financiero que financió al Japón, y, a través de Trotski, financió a la vez la Revolución de 1905, que, aun siendo prematura, estuvo a punto de triunfar, y que si no llegó a triunfar creó las condiciones políticas necesarias para la victoria de 1917. Ahí tienen el motivo de que Trotski, de un golpe, pasase a la cabeza del escalafón revolucionario. Y ahí tienen la clave de su personalidad verdadera.

Demos un salto a 1914. Tras el atentado del Archiduque se halla Trotski y el atentado provoca la guerra europea. ¿Creen ustedes de veras que el atentado y la guerra sólo son casualidades?..., como dijo en un congreso sionista Lord Melchett. “Analicen ustedes a la luz de la ‘no casualidad’ el desarrollo de la campaña de Rusia. El ‘derrotismo’ es una obra maestra. La ayuda de sus aliados al Zar está reglada y dosificada con tal arte, que sirve de argumento a los embajadores aliados para conseguir de la estupidez de Nicolás ofensivas-masacres una tras otra. La masa de carne rusa era gigantesca: pero no inagotable. Las organizadas derrotas traen la Revolución. Cuando amenaza por todos lados, el remedio que se halla es instaurar la República democrática. La república —como Lenin la llamó— de las Embajadas; es decir, aseguran la impunidad de los revolucionarios. Aun hace falta más. Kerenski debe provocar otra ofensiva-masacre, y la realiza, para que sea desbordada la revolución democrática. Y más todavía: Kerenski debe hacer la entrega total del Estado al comunista y la consuma... Trotski puede ocupar ‘invisiblemente’ todo el aparato estatal. Esta es la realidad de la Revolución de Octubre, tan cantada... Los bolcheviques tomaron lo que les entregaron. Kerenski fue cómplice de Trotski, y algunos jefes más no socialistas, jefes de fracciones políticas burguesas, fueron unos derrotados conscientes y voluntarios”.

¿Saben ustedes quién financió la Revolución de Octubre?... La financiaron los mismos banqueros que financiaron al Japón y la Revolución de 1905; es decir la gran constelación bancaria, una de las cinco de la Federal Reserve. (La Finanza Internacional y sus Grandes Corporaciones) llamémoslos “Ellos”, Trotski, intervino en las transferencias de fondos realizadas en Estocolmo; los aliados lo expulsaron de Francia por derrotista y los mismos aliados lo libertaron para que fuera derrotista en la aliada Rusia... “Otra casualidad” ¿Quién la conseguiría?... “Ellos” Los mismos que consiguieron hacer pasar a Lenin a través de Alemania. Los mismos que consiguen sacar a Trotski, el derrotista, de un campo de concentración canadiense y hacer que llegue, dándole paso franco todos los controles aliados a Rusia y consiguen el paso de Lenin a través de la Alemania enemiga. Trotski, desde su arribo a Petrogrado es admitido sin reservas por Lenin. Como se sabe demasiado bien, las disensiones entre ambos fueron profundas durante el tiempo que media entre las dos revoluciones. Todo se olvida y Trotski es el artífice del triunfo de la Revolución. ¿Por qué?... El secreto lo tiene la Krupskaya. Ella sabía quién era realmente Trotski; ella fue quien convenció a Lenin para que aceptase a Trotski. Si no lo acepta, Lenin hubiera seguido bloqueado en Suiza; esta ya era una poderosa razón para él y también lo fue al saber qué ayuda traía Trotski a la Revolución. Supo Lenin, desde luego, que Trotski traía el dinero y poderosas ayudas internacionales; el vagón precintado a través de Alemania fue la demostración. Luego, la unidad en torno al insignificante Partido bolchevique de toda el ala izquierda revolucionaria, socialistas revolucionarios y anarquistas es obra de Trotski. No en vano, el antiguo Bund de proletarios judíos, del cual nacieron todas las ramas revolucionarias moscovitas, a las cuales dio el noventa por ciento de sus jefes, era el verdadero partido del “simpartido” Trotski. Naturalmente, no del Bund oficial y público, sino del Bund secreto, insertado en todos los partidos socialistas y cuyos jefes estaban casi todos bajo su disciplina.

La esencia internacionalista del dinero es demasiado conocida; de tal realidad procede que la entidad que lo posee y lo sublima sea cosmopolita. La Finanza, en su apogeo, fin en sí, la Finanza Internacional, niega y desconoce todo lo nacional. No reconoce al Estado; por lo tanto, es ella objetivamente anarquía, y lo sería en absoluto si ella, negadora de todo Estado nacional, no fuera por necesidad Estado en su esencia. El Estado puro es tan sólo Poder. Y el dinero es Poder puro. Tan internacionalista es el financiero como el comunista. Los dos, por pretextos distintos y con distintos medios, niegan y combaten al Estado nacional burgués. El marxista para integrarlo en el Superestado comunista; de ahí que sea el marxista un internacionalista; el financiero niega al Estado nacional burgués, y su negación parece ser fin en sí; propiamente, no se muestra internacionalista, sino como anarquista cosmopolita… Esa era su apariencia, pero Hoy ya estamos viendo lo que él es y quiere ser.

Trotski organizó por sus enlaces el atentado de la Kaplan contra Lenin. Por su orden, Blumkin mató al embajador Mirbach, el primer embajador alemán en Moscú. Tanto Radek como Blunkin estaban en la conspiración trotskista, y con ella se relacionaba la visita que al desterrado Trotski en Turquía había hecho Blunkin. Portador de instrucciones del jefe, se presentó a Radek. Este le dejó hablar, y cuando lo supo todo, dijo con toda tranquilidad a su amigo: Lo siento; ayer mismo he abjurado del trotskismo y me he separado de la oposición. Blunkin escapó; pero avisada la G.P.U. por Radek, fue detenido. Blunkin fue fusilado esta vez de verdad. El golpe de Estado de la Spiridonova y sus socialistas revolucionarios fue de acuerdo con Trotski. Su hombre para todo esto era insospechado; fue aquél Rosenblum, un hebreo lituano, que usaba el nombre de O’Reilly, conocido como el mejor espía del Intelligence Británico. En realidad, un hombre de “Ellos”. La razón de haber elegido a este famoso Rosenblum fue porque, conocido solamente como espía inglés. Inglaterra, no Trotski, cargaría con la responsabilidad de atentados y complots en caso de fracaso. Y así fue, La guerra civil hizo abandonar el método conspirativo y terrorista; porque le brindó a Trotski la oportunidad de tener en sus manos la fuerza real del Estado, al llegar a ser el organizador y jefe del Ejército Rojo. El ejército soviético, que retrocede sin cesar frente a los “blancos” y deja el territorio de la URSS reducido al antiguo Ducado de Moscú, como por arte de magia, se torna victorioso. ¿Por qué creen ustedes?... ¿Por magia o casualidad? Al tomar Trotski el mando supremo del Ejército Rojo, ya tiene él en sus manos la fuerza necesaria para tomar el Poder. Las victorias acrecerán su prestigio y su fuerza; los “blancos” ya pueden ser derrotados. En un noventa por ciento se lo debe a “Ellos”. No debemos olvidar que los “blancos” eran a su manera, “democráticos”. Con ellos estaban los mencheviques y los restos de todos los viejos partidos liberales. Dentro de sus fuerzas han tenido “Ellos” siempre muchos hombres a su servicio, conscientes o inconscientes. Al tomar Trotski el mando, recibieron orden de traicionar a los “blancos” sistemáticamente y, a la vez, la promesa de participar más o menos pronto en el gobierno soviético. Maiski un judío menchevique, que traicionó a los blancos; y también traicionó a Trotski muy a tiempo, fue uno de aquellos hombres; uno de los pocos que vio cumplida en él la promesa, pero sólo pudo lograrlo convenciendo a Stalin de su lealtad. Navachin o “Goldsmit” fue otro típico hombre de la infiltración masónica en la revolución bolchevique, infiltrado por Trotski y dirigido por él...; sirvió en cuanto Trotski tuvo probabilidades de reinar, pero, como era un hombre inteligente, intuyó su derrota y no quiso volver a pasar las fronteras soviéticas. (Pero las fronteras fueron a él) Unido este sabotaje a la disminución progresiva de la ayuda de los aliados a los generales “blancos”, ellos que, además, eran unos pobres idiotas, sufrieron derrota tras derrota. Así, cuando la oposición parecía tener ya seguro el Poder Soviético con Trotski, dueño del aparato militar, su mando superior, hace a Wilson imponer a los aliados su no intervención en la guerra civil y, a la vez, hace que sus agentes masónicos traicionen a los generales blancos.

Por fin Wilson, en sus famosos 14 Puntos, introdujo el punto 6, lo cual bastó para que acabara para siempre todo intento de los “blancos” en la URSS. Durante la guerra civil se afianza para Trotski la sucesión de Lenin. Era cosa indudable. Ya podía morir glorificado el viejo revolucionario. Si salió con vida de las balas de la Kaplan, no saldría él vivo de la disimulada y refinada eutanasia a la cual se le sometió, ya qué Trotski ordenó abreviar la vida de Lenin, a través del Dr. Levin médico judío al servicio de la G.P.U.

Se presenta el primer problema: la Paz y con él la primera disensión dentro del Partido, en lo cual toman parte las fuerzas de la coalición que disfruta del poder; no relataremos lo que ya es de sobra conocido sobre la lucha que se libra en Moscú entre los partidarios y adversarios de la paz de Brest, los llamados después “Oposición trotskista”, los liquidados y los por liquidar, ya se definieron allí; todos eran contrarios a firmar el tratado de paz. Imagínense a los bolcheviques sentados en Versalles en la conferencia de la Paz y en la Sociedad de Naciones después, con el Ejército Rojo, acrecido y armado por los Aliados, dentro de Alemania. Hubiera sido soldar por las armas la Revolución Alemana al Estado Soviético. Y entonces nació el socialismo en un solo país; es decir el nacional-Comunismo, que llega a su mayor apogeo con Stalin. Naturalmente, hubo lucha; pero sólo en forma y extensión que no destruyese al Estado Comunista; condición con vigencia para la Oposición trotskista en toda su lucha ulterior. Esta, fue la causa del primer fracaso y de todos los que se han seguido. Pero hubo lucha feroz, aunque disimulada, para no comprometer la participación en el Poder.

Es de domino público que si Trotski no sucedió a Lenin no fue por fallar nada humano en el plan. La suma de poderes en las manos de Trotski durante la enfermedad de Lenin era superior a la necesaria para conseguirlo. Hasta estaba provisto de la sentencia de muerte contra Stalin. La carta que a su esposo le arrancó la Krupskaya bastaría en manos de un Trotski dictador para liquidar a Stalin. Pero un estúpido accidente, como ya sabrán, frustro todos los planes. Trotski cae enfermo con una dolencia que adquiere casualmente, y en el momento decisivo, cuando Lenin muere, lleva meses incapacitado de toda actividad. Inconveniente, dentro de sus grandes ventajas, la centralización personal. Naturalmente que un Trotski formado por “Ellos” para la misión que debía realizar no se improvisa repentinamente. Ninguno de los dirigentes trotskistas, ni siquiera Zinoviev o Kamenev, tenían la formación ni el alcance necesario, que, por otra parte, Trotski, celoso de ser suplantado, no quiso facilitar a ningún otro. Así que cuando al morir Lenin se enfrentó con Stalin, que ha desplegado actividad febril, pero secreta, prevé la derrota en el Comité Central. Debía improvisar una solución y la que adopta es unirse a Stalin, ser más stalinista que él, exagerar; por tanto, sabotear. La lucha subterránea permanente y el resto ya lo conocemos.

La conspiración tiene la complicidad y la ayuda de fuerzas internacionales muy poderosas. En primer término, está un círculo financiero de Wall Street, Finanza Internacional “Ellos”, el más fuerte de los Estados Unidos, cuyo poder es enorme sobre toda la economía americana y europea y al cual obedecen gobiernos y políticos en muchas naciones del mundo. Los gobiernos de las naciones democráticas, en especial Inglaterra, Francia, Checoslovaquia y, sobre todo, Estados Unidos, por presión de esos grandes financieros, desean el triunfo del trotskismo en la U.R.S.S., y lo facilitan ordenando su política internacional frente a Stalin con tal fin. A efectos inmediatos e importantes, obtienen la seguridad de que las naciones democráticas ayudaran indirectamente el rearme alemán, tolerando a la vez el engrandecimiento del III Reich, a fin de que Hitler tuviera capacidad militar suficiente para atreverse a declararle la guerra a la U.R.S.S. Se ha organizado el complot en el Alto Mando del Ejército Rojo. Se han creado cuadros que comprendían a los generales que ocupaban los puestos más vitales en caso de movilización y guerra. Se ha prohibido la recluta de jefes y oficiales en los mandos inferiores. No se ha querido que sea un complot de tipo clásico, que encuadrase hombres situados en todos los escalones de mando. Es un sistema dictado por la necesidad de evitar que la N.K.V.D. averiguase la existencia de la conspiración, algo fatalmente necesario si hubiera sido un secreto de muchos. Naturalmente que se ha hecho un gran trabajo en los cuadros inferiores de los mandos. Aunque sin proponer ni sugerir nada a los oficiales por ningún general de los que dirigían la conspiración militar, han procurado sistemáticamente situar en los mandos convenientes a todo aquel oficial cuyas ideas fueran antistalinianas, favorables al trotskismo, o que, por cualquier causa, sean afectos personalmente a cualquiera de los generales del complot. Ha sido convenido con Wall Street que la guerra terminará en el instante que sea fusilado Stalin, el Politburó y sus hombres más fieles. Han asegurado a los jefes de la conspiración que una gran coalición, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y todos los demás Estados que formaban la Sociedad de Naciones, declararán la guerra a Hitler, calificándolo de agresor. Esta será la señal de que la conspiración de los generales alemanes, que también quieren liquidar a Hitler, diera un golpe de estado militar. Seguidamente se firmaría la paz. Una paz “tablas” en lo territorial, pero siendo desarmada Alemania, que volvería a ser sometida al Tratado de Versalles, agravado por la nueva agresión.

La lucha subterránea permanente de Trotski y su continuo fracaso frente a un Stalin que se revela como un genio policiaco, sin precedentes en todo el pasado. Stalin, acaso por un atavismo nacionalista, que no pudo extirpar en él su incipiente marxismo, acentúa su panrrusismo, suscitando tras él una clase que Trotski quería exterminar, la del “nacional-comunismo”, en oposición al “comunismo-internacional” que él quería. Stalin coloca la Internacional al servicio de la URSS, y a ésta obedeciéndolo a él. Si queremos hallar un paralelo histórico debemos señalar al bonapartismo, y si queremos hallar otro personal a Stalin, no encontramos un personaje histórico par. Lo podemos hallar en lo esencial fundiendo dos: Fouché y Napoleón. Quitémosle a este su segunda mitad, lo accesorio, uniforme, jerarquía militar, corona, etc., cosas que a Stalin parecían no tentarle, y sumados nos darán un Stalin idéntico.

El fracaso de Trotski, que se acentúa de año en año, implica dejar sin objetivo inmediato cuanto en la post-guerra se impusieron “Ellos” para el nuevo asalto de la Revolución. El tratado de Versalles, tan inexplicable para políticos y economistas de todas las naciones, porque ninguno adivinó su real proyección, fue la premisa más decisiva para la Revolución.

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria. Socialista o Muerte.

¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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