o acerca de los gritos de la clase media por la reforma educativa.

Cómo sobreviví a un colegio privado caraqueño

Todos los que hoy por hoy rondamos entre los 30 y 35 años podemos hacer un poco de memoria y recordar nuestros lejanos pero aún vivos tiempos de primaria y secundaria. Entre comiquitas japonesas, devaluación del Bolívar y movida musical caraqueña, vivíamos nuestra nada envidiable tranquilidad infantil y preadolescente. Todos, de una manera u otra recordamos a ese compañerito que vivía en una casa mas grande que la tuya o que pasaba en lugares mas exóticos que Los Caracas o el Parque Los Caobos (solo por el fin de semana porque tus viejos trabajaban todo el año) sus anheladas vacaciones - larguísimas vacaciones por cierto en comparación con otros países - también estaban esos compañeritos que eran excelentes en todo y que cuando veías a sus padres notabas un toque de seguridad personal impresionante, de tener el sartén agarrado por el mango y también de un sentido del mundo donde solamente cabían certezas, por supuesto, las de ellos (bastante parecido a la oposición).

 
Todos, bah!, todos tan solo por generalizar, todos los que pertenecíamos mas abajo o mas arriba a lo que en mi caso particular desde muy pequeño supe identificar como clase media, todos los que asistíamos a colegios privados, todos en mi memoria son esos 45 compañeritos de clases y otros tantos de diferentes aulas que compartían el espacio increíblemente experimental del recreo escolar, ese donde te hacías de amigos, enemigos y el diario intercambio de ideas sobre el mundo que por lo general no eran mas que las máximas escuchadas en tu casa de boca de tus padres, máximas que a lo largo de mi vida escolar y aun hoy de adulto nunca vi que fueran cuestionadas, no al menos en esa burbuja de jabón que es la clase media caraqueña. Claro esta, que no generalizo.

 
Hoy en día como individuo que apoya profesional e intelectualmente el proceso revolucionario no hago cada día mas que acordarme de ese tiempo cuando escucho incansablemente a los padres que rondan mi edad o quizás mayores, quejarse, asustarse, ¡¡¡arrecharse!!! contra ESTE GOBIERNO por los cambios que plantea realizar en la educación. He visto y leído acaloradas discusiones sobre lo dañado y lo perverso por parte de ESTE GOBIERNO de querer controlar ideológicamente la educación, perverso, perversisimo que el Estado pretenda "politizar" la educación. Desde curas hasta amas de casa sin oficio he visto el enardecido y violento animo que acompaña estas declaraciones, argumentadas la mas de las veces - como bien lo sabe hacer cierta clase media caraqueña- en el fantasma del Castro-Comunismo, un fantasma que tiene esa condición mas por la ausencia de un "alma discursiva y un corpus de lectura complejo" que por ser el recuerdo de una época pasada amenazada por el diabólico comunismo o cualquier cosa que fuese tachada de "izquierda".
 
Haciendo memoria entonces, he comenzado a recordar cosas de mi infancia y preadolescencia. Resulta que por cosas de la vida, en mi familia, "ser de izquierda" es un asunto hereditario. Mis padres y familiares cercanos fueron exiliados políticos chilenos en la década del 70 tras el golpe militar de Pinochet a Salvador Allende en 1973, pertenecían al MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria y al PS, Partido Socialista de Chile. Así como ellos mis tíos también formaron parte de ese gran sueño puesto en practica llamado La Vía Chilena al Socialismo. Yo crecí entonces de una manera digamos "disociada" para usar una palabra de moda. Pero no al estilo señora de Chacao. Sino mas bien con la eterna duda de donde era y sobretodo si mis padres eran o no personas dignas por ser de izquierda, duda, alimentada por mi despolitizada educación, por supuesto.
 
Mi día a día transcurría en el Colegio San Antonio de La Florida, el este de Caracas claro esta (uno de los bastiones de la orden conservadora Franciscana y que en nada parece haber heredado el sentido de solidaridad de Francisco de Asís, un colegio donde profesores extranjeros, españoles se encargan de la educación venezolana) y en un hogar que hasta mucho tiempo después comprendí que no era un hogar "típicamente venezolano" veía a mi familia siempre preocupadas de un lejano y doloroso lugar llamado Chile, veía las cartas, los libros de derechos humanos, de pasada a veces, algún excompañero mirista que nos visitaba, tenia un par de amigos mayores en mi cuadra, hablaban en acento extraño y sus padres estaban por irse a la República Democrática Alemana, eran por supuesto, adivinaron, miristas en el exilio que aun apostaban a la izquierda de los años 70. El caso de mis padres fue quizás mas pragmático dada su decisión de quedarse en Venezuela, pero también tan difícil como imagino debe ser irse a Alemania, caer en cuenta de la dolorosa y sangrienta razón por la cual su país no era mas su país y ellos no volverían a ser nunca mas de allá. Poco a poco siento hoy en día que ellos construyeron un hogar "típicamente venezolano" en la medida que Venezuela donde la mezcla es ley, no sin dejar de participar o asistir directa o indirectamente a todo lo que sonara a CHILE RESISTENCIA si mal no recuerdo, por lo menos durante un tiempo. Pero mientras eso era así, yo me enfrentaba a realidades muy distintas, y con la ausencia total del soporte discursivo que caracteriza a un niño, lo cual en mi caso no hacia grato la asistencia a clases.
 
Por mucho tiempo no supe porque sentía un malestar, una incomodidad y una enajenación. Ahora lo puedo reconocer perfectamente y es que cuando escucho los alaridos de "no politicen a nuestros hijos" sólo puedo pensar en que en algunos colegios como el mío, la ideologización y la politización como todo lo que oliera a izquierda era la destrucción de la sociedad era pan de cada día. Cuando escucho estos alaridos logró recordar el desprecio de los padres de mis compañeritos por todo lo que oliera a izquierda (solidaridad, revoluciones, propiedad social, derrumbe del modelo capitalista, Latinoamérica, indigenismo, mestizaje y un muy largo etc. ), vía el intercambio de ideas en el recreo y por lo tanto ideas que ellos admiraban por ser de sus padres intocables en esos parámetros del conservadurismo clase media caraqueño, católico y sumiso, el desprecio a fin de cuentas por todo lo que en su ignorancia juntaban en un mismo saco como comunismo.
 
También aprendí máximas que hasta el día de hoy me acompañan como la mas viva expresión de eso que siempre pareció una ventaja en Venezuela, "la despotilizada manera de ser venezolana" que añora la oposición, idea de la cual siempre dude y hoy he tenido el grato placer de confirmar su condición de mito, hoy cuando los "despolitizados" sacan las garras para defender un mundo que ni siquiera logran conceptualizar, en fin, máximas que siempre sugerían la idea del venezolano como flojo, donde el ser negro, indio, mestizo tenia como sinónimo ser un otro despreciable al fin y al cabo. También se extendía esto a los latinoamericanos, en particular con rasgos mestizos o directamente indígenas, como es mi caso. Yo entonces me preguntaba, ¿de dónde es esta gente?, ¿con quienes estudio?, dudas que amablemente eran contestadas y argumentadas por mi madre "izquierdista". Poco a poco me fui dando cuenta que me sentía mejor con aquellos compañeritos que eran marginados de este selecto grupo de excelentes niños de bien, con los raros, con los excluidos, con los que eran víctimas de las constantes burlas y también descubrí algo que marcaría mi vida para siempre en las relaciones humanas. Descubrí que muchos de ellos eran hijos venezolanos de inmigrantes españoles en su mayoría y otros en cambio hijos de personas comunes y corrientes de la clase media del este caraqueño, pero cuya característica principal era desechar y menospreciar todo lo que oliera a nacional, así fui aprendiendo de las maravillas de Orlando, del Epcot Center, de hacer mercado en Miami, de viajar a Europa, de los zapatos adidas blancos y verdes que causaban furor en los 80 (quizás en honor al punto fijismo) muy diferentes a los de Sabana Grande, en fin una cantidad de lugares exóticos para un niño que hasta ese momento solo tenia dos referencias, Venezuela y un Chile muy entre penumbras. La característica principal es que esos países eran lo máximo, todo funcionaba bien en ellos, eran maravillosos, los juguetes, las películas, la ropa, etc. y en especial eran maravillosos porque gracias a dios jamas había triunfado el o existido el comunismo en ellos o algo que se le pareciera (ignorando por supuesto las enormes luchas sociales que hasta el día de hoy en cada uno de esos lugares se siguen librando ,ignorancia que en un gran sector de la clase media venezolana siempre ha pasado incluso hasta por chévere), ser rojo entonces era algo malo, muy malo, tan malo que incluso hasta hace pocos años en Venezuela ser comunista o declararse de izquierda era socialmente lo peor que se podía hacer, siempre fue, digamoslo así, una manera errónea de ver la vida. De hecho, tan erróneo era que te trataban de loquito, de perdedor, de fracasado y de resentido (extraño como estos argumentos son el monolito de sabiduría de la oposición hoy en día pero no dichos tan sutilmente). Volviendo a mis compañeritos hijos de españoles, como anécdota de mi despolitizada educación, ya por ese entonces adolescente y con amplios conocimientos por lo menos para saber que países eran o no de la simpatía de Superman, y que había pasado en el mundo en los últimos 40 años, quería saber si sus familias habían estado en la guerra civil española, y por supuesto que si, mas de uno de sus padres en sus casas tenia el retrato de Franco en sus estudios. Solo uno de ellos tenia un padre comunista español pero "retirado", quizás como mis padres lo hicieron, quizás con el pragmatismo de tener un mundo derrumbado y aun así seguir echando pa´ lante.

En fin, el punto es que no fue sino hasta ingresar a la Universidad Central de Venezuela que me di cuenta de todo un mundo, un país y una humanidad me había sido negada constantemente en mi colegio privado. (capitulo aparte es que en antes de ese momento se nos inculcaba que teníamos que escoger universidades privadas pues la Central, mi querida y amada UCV era un territorio peligroso, lleno de ideas y costumbres comunistas, violentas, retorcidas y todo lo que la oposición hoy dice de ESTE GOBIERNO, no es de extrañar que de mi curso de 45 solo unos pocos queríamos ir a la central) La universidad fue el espacio definitivo donde todo cambio, al igual que para mi madre quien en su exilio termino la carrera de sociología carrera que yo también estudie con muchos profesores en común) y fue el factor decisivo para que desde 1975 Venezuela sea SU patria, nunca mas ni por asomo apareció por el ya extraño y para siempre lejano Chile. Volviendo a mi, con el tiempo aprendí de todo y conocí todo lo que pude de un nuevo país, uno donde esos otros que nos mostraban en nuestra "despolitizada educación" estaban muy lejos y muy por encima de la visión despectiva que entre profesores y compañeros se nos inculcaba, tratando de salvaguardarnos de cualquier cosa que amenazara nuestra formación católica y pequeño burguesa, en ese sentido pequeño burgués que solo es posible en Venezuela, subsidiado y carente de toda complejidad política, donde se vanagloriaba de tener un país donde a nadie le importa de que tendencia política eres y donde todos somos iguales, algo que este gobierno ha destruido según la rancia oposición, pero que ciertamente nunca fue mas que un mito, en parte herencia de la Venezuela saudita donde el consumismo catapulto una idea de "ser venezolano" en la cual todo lo latinoamericano era algo muy lejano, muy pequeño y sobretodo muy irreal, pero con el cuidado de marcar muy bien que de todo lo posible en este paraíso terrenal lo único prohibido era probar la manzana roja rojita de la Venezuela real.

Gracias a la universalidad de la UCV que yo conocí, descubrí un país, descubrí lo maravilloso de mi país, de su historia, de nuestra historia y de nuestra gente. Esta Tierra después de mucho tiempo por fin era MI TIERRA. Había resquebrajado el velo de mi educación.
 
Hoy, cuando leo y releo, cuando observo y me sorprendo en mi incomprensión de pensar otra vez de donde es esta gente que grita desesperadamente por la educación de sus hijos, como en aquellos tiempos cuando mis compañeritos eran definitivamente de otro país, no dejo de pensar, de sentir y de creer fervientemente que la revolución es el único camino para una vida nueva, que si, que el Estado debe tener el control de la educación, que si es importante la "politización" de la educación, que jamas fue verdad la neutralidad política venezolana, porque en ese mito también entraba la igualdad social y resulta que no es así, que es fundamental plantarse frente al mundo con una posición, que no es lo mismo admirar y creer en el Che, Allende, Bolívar o Ali Primera, que admirar a Franco, Primo de Rivera y Monseñor Escriba de Balager. Definitivamente, la ausencia de una "cultura política" es lo que produce la atrofia mental de la oposición, una oposición cuya construcción argumental es tan barata, clichetera y añeja como las comiquitas de su infancia, pero por sobre todas las cosas la ausencia de la "política" aletargo a varias generaciones, de forma tal que no pueden ni siquiera en base a su preparación comprender lo que sucede, no pueden porque sus pies están en un país de fantasía de hace 30 o 40 años, y no hay nada mas violento que esas masas sumisas que desean mantener la oscuridad de un pueblo y en lo posible destruirlo para mantener su fantasía.
 
El difícil camino del cambio y de la revolución social debe llevarnos a un constante dialogo interno individual y colectivo de aquellos que aun a pesar de todos los intentos destruidos por construir un mundo nuevo lo seguimos queriendo y luchando. Un dialogo de nosotros, no con aquellos que nos adversan, pues ellos solo adversaran siempre e incluso como en Brasil, Argentina, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Uruguay y Chile nos eliminaran sin la menor contemplación y así como durante cuarenta años no existimos para ellos, esos otros, que apoyan desde su arcaica visión la perpetuidad de una educación basada en modelos colonizadores, eurocentricos y burgueses como la existencia de colegios católicos, no deben existir en sus demandas, porque ellas no son mas que obstáculos para el desarrollo de la revolución, al igual que son un obstáculo aquellos que hoy de la noche a la mañana se han convertido en individuos de "izquierda" y que en cuyos actos tan solo desean vivir tardíamente la fantasía pequeño burguesa de una Venezuela saudita y despolitizada.

No solamente me enorgullezco profundamente de tener unos padres y una familia que participó de manera directa y comprometida con otro mundo posible, sino que les estoy inmensamente agradecido por haberme enseñado día a día cada aspecto de la maldad intrínseca de todo lo que suene a "izquierda", estoy profundamente agradecido de su perversión y de haber dañado para
siempre cada palabra dicha y escuchada por mis compañeritos durante 11 años de mi vida en una educación completamente edificada sobre las bases de la ignorancia, la sumisión y la alienación.
Nuestros peores enemigos están entre nosotros y han crecido con nosotros.
 
Camilo Barria Royer
Sociologo UCV / Diseñador
Buenos Aires, Enero 30 de 2007.


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