Revolución Ecológica

 El agua es algo más que el vital líquido que enciende el fuego de la vida, en el exiguo aire del tiempo que aflora en la Tierra. Cuidar la naturaleza, va más allá del respeto a sus genuinos 4 elementos que por siglos nos han provisto del legendario círculo holístico de: nacer, crecer y morir. La magia de sus ancestros, permitió que la Humanidad se encargue de poblar y seguir poblando en letras rojas, las riquezas naturales que confluyen en ese inicuo mundo que intenta rentabilizar.

 El equilibrio ecológico que yace en el intento de preservar los ecosistemas, las biosferas, la biodiversidad y demás horizontes verdes, siempre ha tenido como principal opositor al Hombre, en ese insufrible modo de vida que lleva consigo el individualismo por encima de la armonía social. La Tierra es nuestro único hábitat de vida, una sencilla oración ambientalista, que tiene como sujeto a nuestra ignorada “Pachamama” que es el verbo de la naturaleza en aleccionar todo lo aquí predicado.

El futuro de la Sociedad Moderna se ha moldeado en antivalores que cercenan el derecho a conocer el ancestral pasado por descubrir: la Tierra. La valía de aprender a conjugar la vida en el mísero deseo de justificar el fin por el medio, ha hecho del presente una irracional forma de olvidar el ser o estar, previo a que el Ser Vivo se autodescubra sin la necesidad de prenombrar todo lo que destruye en su feroz intento de hacer del mundo un espacio V.I.P, que se pierda de vista entre: colores, razas, dogmas, políticas, banderas, himnos y la indiferencia eco social que vivimos.

Los niños son esa inocua parte de la verdad que a ciegas piden un camino “verde” por el que transitar, antes que los grandes y su mentira tome el gran atajo de las balas perdidas. A ellos, no les interesa toda la basura sin recolectar que en cada esquina es posible atesorar en ese efímero recuerdo de creer que hubo un día en el que los árboles, los mares y la fauna silvestre fueron nuestros mejores amigos, a quienes tras revelarles nuestros más ecocidas secretos, nos dieron la espalda con la condición de no volver a apostar a los hijos de la Madre Tierra.

Por desgracia, la infancia venezolana padece de violencia intrafamiliar, ya sea por la siempre cruel indiferencia de los padres o por agresiones físicas. Los canales de TV que ofrecen los medios privados, son una perversa fuente de antivalores que distorsionan la realidad de los más pequeños, gracias a las escenas de sexo, las nocivas publicidades y el acreciento de ese precoz vacío espiritual que sus representantes les dejan sintonizar a diario. En la calle, se topan con la inseguridad, los insultos y el ventajismo de intentar destruir a ese quien ya fue destruido por esa ruidosa sociedad, que no se cansa de robarles el incierto futuro.

De allí, que los centros educativos, léase: escuelas, liceos o colegios, son verdaderos templos de enseñanza en los que combatir todo ese show circense del Diablo, que a poco les intenta vender ficción a cambio de inicua realidad. La niñez venezolana, debe luchar con las armas del conocimiento para aprender a decir que no cuando el “Si” sea la palabra de moda. El reconocimiento ecológico junto al apego humanista, solidario e incluyente de los reales valores de vida, debe ser el punto de partida para generar una respuesta de cambio positiva en su interacción con el Medio.  

El problema, es que muchos de las preguntas que circundan ese llamado ecologista que los niños desean ávidamente recorrer, se personifican en la mente de quienes no reconocen a la naturaleza como el centro de gravedad. Los padres dentro del contexto familiar, el profesorado en el ámbito académico y demás responsables en el proceso de aprendizaje de la infancia venezolana, suelen hacer caso omiso de tales valores ecologistas, debido a que no contaron con la astucia “verde” de sus progenitores, en incentivarles el tema ambientalista como la meta a conquistar en la Tierra, por lo que al no identificarlos como un valor, pues no lo infunden a sus hijos.

Eco educación Venezolana

 En la República Bolivariana de Venezuela, se vienen generando cambios importantes en la necesidad que los niños identifiquen los aspectos ecológicos que yacen a su alrededor y más allá de las fronteras. La base teórico-práctica es la útil herramienta alentadora, para que los más pequeños de la casa, conceptúen algo más que los principios básicos ambientalistas y ejerciten ese aprendizaje “verde”, no sólo como aprehensión personal, sino como una forma de activismo dentro de sus comunidades, que expanda la conciencia eco social en sus familiares, vecinos y amigos..

 Era infructuoso que los niños en Venezuela recibieran semanalmente clases de la cátedra “Geografía”, en la que afirmaban que el “Lago de Valencia”, tiene una extensión de 3.151km², siendo el fenómeno hidrográfico de mayor importancia en el centro del país, si no le adicionaban el mensaje ecológico, al decir que debían cuidarlo, no lanzarle basura ni contaminarlo y preservarlo como una gran fuente de vida.

Una situación similar, ocurre cuando pintan el “Araguaney” en clases de dibujo, se solía priorizar el tipo de colores a usar, si van a emplear marcadores o creyones, con papel lustrillo o cartón y esas tonterías, pero nunca le agregaban al “trabajito”, la necesidad de que el niño entendiera que los árboles son seres vivos, que respiran, que ayudan a regenerar la capa de ozono y que son un regalo de la naturaleza. Además, los proyectos “verdes”, siempre quedaban relegados a fechas célebres como el “Día de la Tierra”, el “Día del Árbol” o el “Día del Ambiente”, pero no se realizaban diariamente ni se afianzaban como el eje principal de incentivo en los valores ecológicos del niño. 

 El elemento transculturizado siempre ha estado presente en la educación venezolana dentro de la etapa infantil. ¿Para que obligar a un niño con clases absurdas de Inglés que siempre terminan en el anglicismo de la nada? Si se encuentran en una etapa de vida en la que necesitan internalizar valore claves para su desarrollo emocional, psicosocial y espiritual. Es casi un crimen robarles entre dos a cuatro horas semanales en empezar con la venta de antivalores “Made in USA”, antes que seguir fortaleciendo su sana interacción Hombre-Medio  

 El problema se agudiza, debido a que bajo la inicua filosofía de una educación diversificada, muchos planteles educativos privados en Venezuela, continúan generando un plan de estudio que sigue la vertiente de los mismos antivalores de toda la vida, sólo que lo intentan disfrazar en el pseudo respeto a una ley nacional de educación y al acatamiento de lo allí reglamentado. Pero la realidad, es que si la mayoría de los docentes, el cuerpo directivo y los padres de los alumnos, son esos quienes le dieron la espalda a la naturaleza al no identificar sus infinitas bondades, pues ya han de saber cuál será el castigo de ese ecocida sistema académico. 

 Pese a ello, las llamadas “Escuelas Bolivarianas”, impulsadas por el Ministerio del Poder Popular para la Educación, han venido generando un nuevo enfoque educacional, en el que los niños reciben integralmente un modelo de aprendizaje que superpone el contenido humano provisto en valores, como: la solidaridad, la sana convivencia, el respeto y la preservación de los recursos naturales que alberga la Tierra. 

 Un ejemplo del replanteamiento ambiental, se situó con el llamado “Simoncito Reciclador”, una iniciativa ecologista en el año 2005, planteada en la Escuela Ecológica Bolivariana “Simón Rodríguez”, que buscaba crear una conciencia eco social en los estudiantes y su interacción con el Ambiente. Para tal fin, se priorizaban labores de reciclaje de papel y aluminio en los niños, que aprendían el valor de reutilizar y disminuir los niveles de basura, junto a la oportunidad de crear con esos materiales reciclados, otras formas de sano divertimento, como: pintarlos para crear dibujos, diseñar juegos de mesa didácticos para emplear con sus compañeros de clase y lo más importante: crear una actitud ecológica en sus modos de vida.  

 Mejor que pintar al Araguaney en esas perversas hojas de pulpa de celulosa que asfixian la Amazonía, es pintar el Araguaney en esas nobles hojas recicladas que los niños reaprovechan de la naturaleza ¿Cierto? Lo que inició como una forma de autogestión para dicho centro educativo, se edificó por un lado, en una verdadera línea cívico-militar, que abrió la valía ecológica a niños, padres y docentes, mientras que por el otro, generó la posibilidad de crear un “Aula Ecológica” que tiempo después, sería un modelo eco-educativo aplicado en otras instituciones venezolanas, para seguir impulsando las políticas ambientales.

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 Una de ellas, el llamado “Parque de la Paz”, ubicado en el municipio “El Hatillo”, se inauguró en el año 2011, siendo un espacio recreacional de tipo ecológico en el que los niños, estudiantes y la familia venezolana disfrutan de tiempo de calidad al aire libre. El “Aula Ecológica”, que allí se instaló para los visitantes, presenta material informativo de preservación ambiental, zonas verdes para conocer junto a guías del lugar y cuenta cuentos ecológicos para los más pequeños de la casa.  

 Las autoridades de la Sede central del “Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería” (Saime), crearon un “Aula Ecológica”, que busca el cuido del medio Ambiente, mediante: la creación de papel artesanal, charlas para elevar el ahorro energético, fomentar las tareas de reciclaje, la proyección de videos ecológicos para el público y actividades Pro-conservacionistas para todos los visitantes. El interés, es que los niños de liceos públicos y privados se adentren en ese tipo de iniciativas y conozcan la elaboración de dichos procesos de forma organizada.

El Programa de Educación Ambiental “Conciencia Ecológica” (2012), que cuenta con más de 33000 alumnos que pertenecen a 90 escuelas del Gobierno de Distrito Capital (GDC), permite que los niños y adolescentes tengan un rol activo en las actividades ecológicas del país. El proyecto se lanzó desde el Parque Zoológico “El Pinar” y se articula con las otras “Aulas Ecológicas”, con el fin de generar visitas guiadas y un plan de trabajo aunado a que los contenidos propuestos sean novedosos y de sana participación, para que se establezca un desarrollo sustentable. 

El quinto Eco Vértice

 Precisamente, la quinta línea estratégica de la “Gestión Bolivariana Socialista” (período 2013-2019), toca la problemática ambiental latente, como uno de los aspectos claves dentro de la agenda pública del Ejecutivo. La necesidad de preservar el Medio Ambiente, se ha convertido en el 5 elemento que prioriza la revolución “verde”, que más adelante detallaremos y que requiere seguir realizando tareas mancomunadas entre todos los venezolanos, pues aunque muchos lo ignoren, el “Medio”, es el eje principal de la Vida, para que la Sociedad Moderna  y sus procesos diarios se edifiquen.  

 La eco bastarda perversión de algunos gobiernos en irrumpir la territorialidad ajena, para: espiar, expropiar y potenciar los recursos naturales de otras latitudes y así seguir haciendo de la naturaleza una efímera mercancía. El Cambio Climático, el Efecto Invernadero y el Calentamiento Global, siguen en la agonizante palestra pública de quienes acallan el genuino llanto de la naturaleza a cambio de rentabilizar sus miserias humanas. El proceso industrializado se apodera del inicuo consumismo de la gente a escala global, para que sus productos y servicios generen el ingreso per se que sofoque la ancestral soga de cruzar el umbral a sangre fría de lo desconocido.   

 En la oficialmente “Conferencia de
Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible”, que se conoció como la “Cumbre de la Tierra” Río+20, realizada en zona carioca a mediados del mes de junio de 2012, se observó que el país sureño de Venezuela, denunciaba: la desigualdad social, la impunidad ecológica de las empresas trasnacionales y la falta de políticas públicas ambientales, que estaban propiciando la gesta de un mundo cada vez más contaminado y nocivo para los habitantes, en el que los intereses económicos supeditaban el valor ecológico, siendo una triste realidad que por esos factores en disputa, se intenta ocultar en la opinión pública internacional.

 Pese a ello, la “Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América” (Alba), integrada por naciones como: Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecuador, logró que se firmara un escrito que reconoce una “economía verde social”, basada en el respeto y la soberanía para con los pueblos y sus recursos naturales, por encima del canibalismo corporativo que apremia el reenfoque en la forma de concebir la interacción Hombre-Medio hacia un futuro mucho más ecológico.

A su vez, Venezuela como uno de los países más comprometidos con las mal llamadas “Metas del Milenio”, aprovechó para aseverar que no era suficiente con intenciones “verdes”, cuando es un secreto a voces que EEUU es el principal emisor de gas invernadero a escala global (responsable del 25% de dióxido de carbono lanzado a la atmósfera), que consume más del  25% de la energía mundial y que se ha negado a firmar el “Protocolo de Kyoto sobre el Cambio Climático”, que es un acuerdo internacional ubicado dentro de la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (CMNUCC), que entró en norma en el año 2005.

Lamentablemente, el documento final firmado por las 191 delegaciones que intervinieron en la cita pseudo ecológica, no contó con lapsos tangibles para ver cambios positivos en la concepción ambiental global. Por el contrario, se incurre en una predecible dialéctica que busca reincidir en que: el tiempo se agota, la naturaleza está en agonía, hay que generar programas macro ecológicos y demás utopías, que en un mundo lleno de antivalores en cada exigua esquina, es una ecocida práctica a rentabilizar.

Hechos son amores

 Lo cierto, es que en la República Bolivariana de Venezuela, se han establecido oportuna e indudablemente, una serie de leyes, proyectos e iniciativas ecológicas que impulsan la conciencia eco social en el seno de la colectividad, junto a la necesidad de que las personas naturales y jurídicas asuman la responsabilidad con el Medio Ambiente y lo más importante: crear una actitud “verde” en la infancia tricolor.

 Para tal fin, la Asamblea Nacional aprobó en los últimos años, distintos instrumentos legales con el intento de generar luces de cambio en la intensa lucha “verde” que se debate a diario. La “Ley Orgánica del Ambiente” (2006), junto a la reforma de la “Ley Penal del Ambiente” que data del año 2011, buscan el reconocimiento “real” de la ciudadanía hacia los temas ambientales, con el fin de promover una cultura ecológica longeva y a su vez, sujeta a un marco reglamentario que advierte responsabilidades para quienes hacemos vida en esos territorios naturales, que no siempre cuentan con el apoyo y el sentido común de sus infieles invitados.

 La “Ley del Agua”, que entró en práctica desde el año 2007, cuenta con ese aspecto jurídico de ser un bien de dominio público no privatizable, lo que garantiza su carácter socialista, como un derecho universal que debería prevalecer en los estatutos legales de cada país y que en Venezuela, se edifica como fuente de vida. 

 A su vez, la “Ley de Gestión de la Diversidad Biológica” y la Ley de Bosques y Gestión Forestal”, son expresiones eco jurídicas que pretenden establecer un respeto a la flora y la fauna que se pasea libremente en nuestra querida Venezuela. La costumbre del Hombre en irrumpir ecosistemas ajenos, ha visto la necesidad de establecer zonas protegidas y reformar normas legales que aseguren la consecución de especies silvestres en áreas boscosas, selváticas o incluso, urbanas, pues la sobrepoblación, la deforestación e inconciencia de los seres humanos, hizo que tristemente especies de animales pierdan sus espacios naturales y deban huir a ciegas para salvarse.

 Sin olvidar la “Ley para la Protección de la Fauna Doméstica, Libre y en Cautiverio”, que actúa desde el año 2010, ha sido una ley que ampara esos casos de crueldad animal que imperan en territorio venezolano. Desde la vejación a una mascota, pasando por el tráfico de especies exóticas, visitando la ruta circense de los shows públicos que humillan a los animales y llegando hasta los ecocidios que tienden a ocultarse en el anonimato. Todos esos delitos tipificados en la ley, ayudan a crear un escenario sancionatorio pertinente, pero que como todo orden legal, requiere que la gente denuncie a quienes maltratan a la fauna y así minimizar la aberración.      

Por otro lado, la Misión “Árbol Socialista”, que lleva más de 5 años en la praxis ecológica venezolana, es una forma de interacción Hombre-Medio, pues son las comunidades y sus habitantes quienes delimitan, proponen y reorientan los problemas ambientales que inciden en sus localidades. Es una clara muestra de eco socialismo, esa doctrina que tanto se necesita en el orden mundial, sobre todo, porque prioriza la interrelación del Ser con el Medio.

Tiene como eje principal, el recupero de áreas boscosas en estado de deterioro, la intervención de organismos públicos en el suministro de agua potable, reforestar áreas baldías para proyectos agroecológicos e incentivar valores éticos de vida. A su vez, se crean brigadas ambientalistas que realizan las llamadas “Jornadas Nacionales de Recolección de Semillas y Plantación”, que buscan el salvaguardo de los ecosistemas, el respeto a la biodiversidad y conllevar un entorno más “verde” y apegado a la naturaleza. 

Un aspecto destacable de la Misión “Árbol Socialista”, es su accionar dentro de los centros penitenciarios venezolanos, con el fin de propiciar una cultura ecológica para los privados de libertad. En la cárcel de Coro, en el estado Falcón, se ha llevado el mensaje conservacionista a los reclusos, como mecanismo de reinserción social. Ya que la ética ecológica, tiene consigo otros valores de importancia para el Hombre y su sana interacción con los demás, por ejemplo: la solidaridad, el perdonar los errores del pasado, el respeto a la vida, el compañerismo y la posibilidad de auto descubrirnos.

Por esa razón, los niños juegan un gran rol para saber cuán “verde” podría llegar a ser un país y su gente, en aceptar la valía ambientalista como eje de interacción socio-cultural. En su nombre, necesitamos que se sigan impulsando proyectos de usufructo colectivo en toda la geografía venezolana (pueblos, sectores, caseríos), en los que sólo importe el bien común. Ellos son realmente: el fuego, el aire, el agua y la conciencia social de una Tierra, que pide a gritos una revolución ecológica.  

carlosfermin123@hotmail.com

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Carlos Fermin

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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