Un ingeniero crítico

Los antañones profesores de las Escuelas de Ingeniería, repetían con énfasis en las aulas universitarias, que las asignaturas de Análisis Matemático  y Geometría Descriptiva de alta complejidad, además de tener el propósito de demandar su interpretación, tenia el cometido fundamental de generar en el pensamiento científico del ingeniero, las herramientas para explorar los espacios del ingenio creador del futuro Ingeniero.  Había una razón formacional de alto contenido filosófico en esa actitud de ese sabio catedrático. Y en el campo de la política aquel ingeniero también venia con lo suyo. En casi toda la Venezuela estudiantil de los últimos cincuenta años las escuelas de Ingeniería marcaban pauta en las luchas reivindicativas  y se constituían en el eco mas escuchado, al calor de la lucha estudiantil.

Solo que, el ingeniero de aquellos años se iniciaba en el mercado laboral con un bombardeo de alta alienación político laboral, en la idea de  someterlo a los poderes de la red capitalista y la explotación del hombre por el hombre. De manera que  era necesario  que  el ingeniero ingresara de la universidad con un alto espíritu critico que se convirtiera en coraza de dignidad para soportar la retahíla argumental de quienes osaban pasarlo por las horcas caudinas de sus propios objetivos. Mucho ha sido el ingeniero que con un alto espíritu critico estudiantil, ha caído de hinojo ante las arcas melladas  de las posiciones mas conservadoras, una vez que recibe el titulo de tan ilustrada profesión. Por eso hoy, en tiempos que se aclaman  de revolución, la formación de un ingeniero crítico, debe partir de esas realidades.

Parece ser que hoy por hoy, la configuración formacional del ingeniero ha cambiado sus propósitos incrementando sus habilidades políticas, lo cual no es malo, en detrimento de sus pericias técnicas, lo cual si es malo. El ingeniero generado por una revolución además de un individuo critico blindado ideológicamente a los embates del capitalismo distorsionador, debe aventajar suficientemente en destreza ingenieril, a lo veteranos cuadros de las antiguas promociones. Si eso no está ocurriendo, como parece ser, las facultades de Ingeniería deben someterse a exhaustivos análisis de pensas  de estudio y niveles de formación didáctica y pedagogía política.

Ahora, también es verdad que la revolución ha masificado la educación superior y con ello se ha incrementado sustancialmente la matricula estudiantil de ingeniería. Pero tampoco la masificación debe ir directamente proporcional al detrimento de la calidad técnica de la educación. Si se desmejora la calidad técnica del ingeniero, podrá este ser un excelente cuadro político de la revolución, pero  jamás honrará con la dignidad debida el  noble cometido de interpretar correctamente las sabias lecciones para abordar el ingenio creador. 

n_lacruz@yahoo.com


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