Un Futuro para Venezuela: Venta Anticipada de divisas, Mesas de cambio BCV y Ahorro empresarial. Diagnóstico y Arquitectura del Mecanismo (I)

Para acabar con el actual caos nacional que genera el mercado cambiario, es necesario un cambio del paradigma monetario donde el Estado entrega sus escasas divisas a los importadores que luego las utilizan discrecionalmente. Consideramos por ello que es necesario invertir este flujo y reflujo de divisas comerciales desde el Estado a los importadores y comerciantes, impulsando otro donde los importadores y otros agentes económicos obtengan en el mercado las divisas que necesitan, para lo cual planteamos el Mecanismo de Venta Anticipada de Divisas por el Importador, con el cual se modifica radicalmente la forma en que el comercio accede a las divisas y se impiden las tendencias devaluacioncitas e inflacionarias que genera el esquema actual, estabilizándose plenamente nuestra economía y con un precio de dólar completamente estable.

Si bien en trabajos anteriores identificamos las características básicas del mecanismo, ahora consideramos incorporar la solución a lo que pudiera ser una debilidad como es responder a como accede el importador, el comerciante, las personas a las divisas. En este caso complementamos la propuesta inicial con un mecanismo complementario de adquisición de divisas, no muy diferente a los vigentes en el mercado nacional actual y las Implicaciones Macroeconómicas y Políticas Transformadoras que ella conlleva, lo cual publicaremos en la PARTE II.

El proceso general arranca cuando un importador identifica una oportunidad de negocio y procede a negociar los términos y condiciones de la mercancía con su proveedor internacional, abarcando desde las especificaciones del producto y los precios, cantidades, las condiciones de pago y las fechas de entrega.

Es en este punto inicial donde nuestro mecanismo introduce una diferencia fundamental a lo practicado hasta ahora en el país: aquí, el importador canaliza sus propios dólares, provenientes de exportaciones, inversiones, ahorros u otras transacciones, hacia el gasto, por lo tanto sin recurrir a las divisas del Estado.

Para aquellos importadores que no generen directamente divisas, por ejemplo, a través de exportaciones o inversión directa, la principal vía para adquirirlas será el, fortalecido institucionalmente por el BCV, mercado interbancario, es decir, las Mesas de Cambio Bancarias. Estas mesas, con un rol ampliado y transparente, permitirán que la oferta de divisas proveniente de exportadores, servicios internacionales y remesas y la demanda de importadores se encuentren eficientemente. Complementariamente, el desarrollo de un sistema de ahorro empresarial en divisas en la banca local permitirá a los agentes económicos acumular estos fondos de forma segura y planificada, sirviendo como la fuente de capital previa para sus futuras operaciones de importación.

Las Mesas de Cambio ahora operarían exclusivamente y a partir de un tiempo prefijado, con divisas provenientes del comercio privado, no del Estado. Al cambiar la asignación, la responsabilidad de las situaciones tanto de éxitos y de fracasos, no la asume solamente el Gobierno ni Maduro, sino que es una responsabilidad compartida de todos los participantes, donde ninguno puede hacer un esguince o decir ‘yo no fui’.

Una vez adquiridas, el importador podrá gestionar y acumular estas divisas en cuentas bancarias específicas para el ahorro empresarial en moneda extranjera. Estas cuentas, con plena liquidez y eventuales opciones de inversión a muy bajo riesgo, servirán como mecanismo previo para consolidar los fondos necesarios para sus operaciones. El proceso incluye dos fases claramente diferenciadas: primero, la adquisición progresiva de las divisas por el demandante importador en el mercado interbancario; luego, su acumulación en cuentas propias hasta completar los montos requeridos. Posteriormente, las divisas consolidadas son depositadas ante el Banco Central de Venezuela (BCV).

Obtiene así la nación un claro beneficio, sus reservas internacionales quedan intactas. Este esquema contrasta radicalmente con modelos anteriores, donde el BCV actuaba como el único o principal proveedor de divisas, sin ser el propietario real de ellas.

Este acto no se concibe como una venta para obtener bolívares instante, lo cual también es posible, sino como una transferencia y registro que permite el acceso de la importación al mercado nacional. Aquí, el BCV asume el rol de custodio y garante de que esas divisas específicas están disponibles y destinadas para la importación declarada. Este paso inicial asegura a la nación que la operación de importación está respaldada por fondos que no provienen de sus reservas, liberando así al Estado de la constante presión y el costo de tener que proveer divisas de sus propios balances. Además, el BCV emitirá un Certificado de Venta de Divisas que avale la operación y su destino, siendo este el requisito formal para los trámites aduaneros y de comercio tanto interior como exterior.

Una vez activado el mecanismo, se genera una trazabilidad integral del mercado interno: ningún actor puede operar sin el Certificado de Venta de Divisas emitido por el BCV, lo que impide el cobro en divisas a clientes nacionales y restringe la circulación de mercancías ingresadas ilegalmente. Esta trazabilidad no es solo un control administrativo, sino una garantía de soberanía monetaria y transparencia comercial.

Una vez que las divisas han sido registradas y custodiadas por el BCV, el proceso logístico de importación avanza. La mercancía es embarcada, llega al país, se nacionaliza mediante el pago de aranceles e impuestos en bolívares, presentando el comprobante del BCV del adelanto de divisas y, finalmente, el importador la comercializa en el mercado local.

De estas ventas internas, el importador genera los ingresos en bolívares necesarios para cubrir sus costos operativos y obtener su margen de ganancia. La culminación estratégica del mecanismo se produce cuando llega el momento de efectuar el pago al proveedor internacional: en ese instante, el BCV libera exactamente la cantidad de divisas que el importador había confiado a su custodia, transfiriéndolas directamente al proveedor en el extranjero o a la cuenta en divisa del importador para que pague. La transacción internacional se completa así con los fondos del propio importador y sin demanda sobre las reservas de divisas del país ni reclamos futuros a la nación.



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Oscar Rodríguez E


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