"Ve a comer hamburguesa a Petare, negra marginal"

El título de este artículo, nada tiene que ver con algún cuento del escritor  Salvador Garmendia, y mucho menos uno salido de la mente oscura de Edgar Allan Poe. Nada que ver, camaradas. No es el capricho de una mente atiborrada de whiskies de 18 años, de los que toman los grandes cacaos de este país, sobre todo los del Este de la ciudad caraqueña. Ni si quiera se trata de una ocurrencia de la insigne y copiosa imaginación de Enrique Capriles. Este título obedece a una realidad que nadie puede esconder en un país llamado Venezuela, donde por más esfuerzo que se haga por encontrar la paz y la concordia entre los venezolanos, estos intentos son torpedeados por una gentuza que cree que Venezuela les pertenece. Un espécimen de gente que aún no despierta del sueño eterno de los amamantados, y creen que aquí no ha pasado nada. Piensa que este país no ha cambiado.

Mayerling Rojas, es una venezolana que hace poco se le ocurrió, junto a unos amigos, ir a comer al restaurante Marriot, ubicado en Las Mercedes, del Municipio Baruta, de Caracas. Y a ella se debe el título de mi artículo. ¿Por qué? Lean lo que viene: en una nota informativa, de carácter insólito, aparecida en Aporrea, se reseña lo acontecido en el referido restaurant Marriot. Se narra que Mayerling entabló conversación con algunos mesoneros y les hablaba de las cosas buenas que habían sucedido durante los 14 años de gobierno revolucionario. Hasta allí la cosa iba bien. Ellos oían con atención, sin impacientarse. Pero bastó que un grupo se percatara de la conversación, para que se desatara la locura.

De pronto una voz trono en el establecimiento: "Ve a comer hamburguesa a Petare, negra marginal". Más que tristeza, da rabia, furia y arrechera, ver como se agrede a una mujer por tan sólo manifestar sus pensamientos a otros seres humanos. Allí, tal vez por casualidad (pensando sanamente), se encontraba el Vicepresidente del Bloque de Armas, señor Martín de Armas. Como es lógico resguardado por un grupo de guardaespaldas. Estos personajes, en vez de intervenir para calmar la situación, atizaron el ambiente, mientras su jefe, el señor Martín de Armas permanecía haciéndose el loco, y elevando su mirada hacia el cielo raso del local.

La situación se agravó. Llegaron funcionarios del Sebin, de la Policía Nacional y la Guardia Nacional, quienes restablecieron el orden. Pero quedó el sabor amargo a intolerancia, a odio, fascismo y clasismo. Una vez más queda demostrado que existe un sector de la población, sobre todo ubicada en el Este de Caracas, que no creen en paz ni en nada. Son personas tóxicas, envenenadas y capaces de cometer los peores hechos, sin importarle un comino si matan, hieren, agreden, o dañan a alguien, así sea mujer. Y conste, eso no pasa nada más que en un restaurante como el Marriot. Eso sucede a lo largo de todo el país, donde se agrede, se ofende, y se amenaza a cualquiera que se identifique como chavista.

Por otro lado, hay personas como el Vicepresidente del Bloque de Armas, que voltean la cabeza para un lado, impertérritamente, como si esas cosas no estuvieran sucediendo en su país y frente a sus ojos. El Bloque de Armas es un emporio editorial conspirador y, por ende, antichavista. Sus medios de comunicación viven del amarillismo, y de resaltar todo lo malo que hace el gobierno. Pero ni una nota, ni un comentario siquiera de alguno positivo. Todo, absolutamente todo, es negativo. Mayerling Rojas se va a consignar en la fiscalía los pormenores de tan bochornoso hecho. ¡Venezuela cambió señor Martín de Armas! Usted tiene bastante real dentro y fuera del país, pero recuerde esto: llegamos sin nada y nos vamos sin nada. ¡Se cansa uno! ¡Volveré!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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