Rastros de tiempo (CXLIII)

La Leyenda de Lemuria: Un Análisis Argumentado sobre un Continente Perdido

La idea legendaria de Lemuria, ha fascinado a la humanidad desde su concepción en el siglo XIX, pasando de ser una hipótesis científica a un concepto arraigado en el ocultismo y la cultura popular. Inicialmente propuesta para explicar la inusual distribución de los lémures, que son generalmente los primates estrepsirrinos más sociables y viven en grupos conocidos como tropas. Esta teoría fue rápidamente adoptada y transformada por movimientos esotéricos que le atribuyeron un pasado místico de civilizaciones avanzadas.

Aunque la ciencia moderna refutó decisivamente su existencia geológica, mediante la teoría de la tectónica de placas, Lemuria persiste en el imaginario colectivo, en la Nueva Era, un movimiento espiritual y cultural que surgió en Occidente en los 70 del siglo XX, promoviendo la auto-transformación, la armonía cósmica y la conexión con energías universales, integrando filosofías orientales y esotéricas del nacionalismo tamil, una ideología que promueve la unidad cultural y política del pueblo tamil.

La noción de Lemuria emergió en la comunidad científica del siglo XIX como una explicación para un enigma biogeográfico. En 1864, el zoólogo británico Philip Sclater, propuso la existencia de un continente hundido en el Océano Índico. Observó que los lémures, se encontraban en Madagascar y la India, pero no en África continental, ni en Oriente Medio. Para explicar esta distribución peculiar, Sclater postuló un "puente terrestre" desaparecido, que conectaba estas masas de tierra, al que llamó "Lemuria" o "Tierra de los Lémures".

Esta hipótesis ganó impulso con Ernst Haeckel, un biólogo alemán y taxónomo darwiniano, quien la llevó más allá de la zoogeografía. En 1870, Haeckel sugirió que Lemuria no solo fue un puente terrestre para los lémures, sino también el hogar ancestral de la humanidad o un "Paraíso", desde donde los primeros humanos se dispersaron. La idea de Haeckel dotó a Lemuria de un significado antropológico y evolutivo, asegurando su popularidad, más allá de los círculos científicos.

Estas propuestas surgieron en una época en la que la comprensión de la geología y la biología evolutiva aún estaban en desarrollo, y los continentes perdidos eran una forma plausible de explicar fenómenos de distribución de especies, antes del conocimiento de mecanismos como la deriva continental. La hipótesis científica de Lemuria, inicialmente planteada para explicar la distribución de especies, pronto fue apropiada y transformada por movimientos esotéricos y ocultistas.

La figura central en esta transición fue Madame Helena Blavatsky, una escritora, ocultista y cofundadora de la Teosofía, que en su obra "La Doctrina Secreta" (1888), Blavatsky incorporó a Lemuria en una narrativa cósmica, sobre la evolución de la humanidad, presentándola como el hogar de la "tercera raza raíz". Describió a los Lemurianos, como seres espiritualmente avanzados, hermafroditas, de gran estatura y cuatro brazos, que coexistieron con los dinosaurios. Esta visión distaba mucho de la propuesta original de Sclater y Haeckel, infundiendo a Lemuria con elementos de misticismo, sabiduría ancestral y una historia humana, mucho más compleja y antigua de lo que la ciencia convencional ha sugerido.

Otros teósofos y místicos, como W. Scott-Elliot y Edgar Cayce, también contribuyeron a esta reinterpretación, describiendo a Lemuria como una civilización paradisíaca, que poseía un conocimiento avanzado de energía, curación y crecimiento espiritual. Se decía que esta civilización había sucumbido debido a cataclismos, como terremotos y erupciones volcánicas, que la sumergieron en el Océano Pacífico, un evento interpretado como un reequilibrio energético necesario de la Tierra. Esta apropiación dotó a Lemuria de una profunda resonancia espiritual, convirtiéndola en un símbolo de una edad de oro perdida, y una fuente de sabiduría oculta.

A pesar de su popularidad en círculos esotéricos, la existencia geológica de Lemuria, como un continente hundido fue completamente desestimada por la ciencia moderna. El desarrollo y la aceptación generalizada de la teoría de la tectónica de placas y la deriva continental, en el siglo XX, proporcionaron una explicación mucho más robusta y empíricamente verificable, para la distribución de los continentes, los océanos y las especies. La teoría de la tectónica de placas explica que la superficie terrestre está compuesta por grandes placas que se mueven constantemente, causando la formación de montañas, océanos y la separación y unión de masas de tierra a lo largo de millones de años. Esta teoría demostró que las masas de tierra se mueven horizontalmente, no se hunden o emergen verticalmente, como se postulaba para Lemuria.

La distribución de los lémures, que originalmente Sclater intentó explicar con Lemuria, ahora se entiende a través de procesos como la dispersión de especies a través de puentes terrestres temporales, (formados por cambios en el nivel del mar) o por "balsas" naturales, así como por la separación de antiguas masas de tierra. La geología moderna no ha encontrado evidencia de un continente hundido en el Océano Índico o el Pacífico, que corresponda a las descripciones de Lemuria. Aunque se ha descubierto la existencia de un micro-continente real, Mauritia, en el Océano Índico, este es geológicamente distinto y no apoya la narrativa de Lemuria. La refutación de Lemuria como una entidad geográfica subraya cómo el avance científico, puede reemplazar hipótesis iniciales con modelos más precisos y basados en evidencia.

Manifestaciones culturales y espirituales actuales de Lemuria. A pesar de su refutación científica, el concepto de Lemuria ha mantenido una notable persistencia y evolución, en diversas esferas culturales y espirituales. En la Nueva Era movimiento espiritual y cultural ecléctico que surgió en Occidente en los años 60 y 70, y comunidades esotéricas, Lemuria es vista como una civilización utópica, más espiritual y armoniosa que la Atlántida, asociada con retiros espirituales y prácticas de meditación.

Se cree que los Lemurianos, o sus descendientes espirituales, aún existen en dimensiones superiores o en santuarios secretos en el interior de la Tierra, como el Monte Shasta en California, donde se dice que viven en una ciudad subterránea llamada Telos. Para estas comunidades, Lemuria representa un arquetipo de equilibrio, sabiduría y conexión con la naturaleza, ofreciendo una visión alternativa a la humanidad.

En el nacionalismo tamil, Lemuria se ha fusionado con la leyenda de Kumari Kandam, un continente perdido mencionado en la literatura tamil del siglo XV. Los nacionalistas tamiles identifican a Lemuria con esta antigua cuna de la civilización tamil, proporcionando un sentido de orgullo y una narrativa de origen para un pueblo que ha experimentado la colonización. Lemuria se convierte así en un símbolo de grandeza pasada y resiliencia cultural. Además, la mística de Lemuria ha impregnado la cultura popular, apareciendo en obras literarias como "El Continente Perdido" de Edgar Rice Burroughs, películas como "Atlantis: El Imperio Perdido", y videojuegos como "Final Fantasy" y "Tales of Symphonia". Incluso el gobierno británico utiliza "Limuria" en el escudo de armas del Territorio Británico del Océano Índico el lema: "In tutela nostra Limuria", que significa "Lemuria está a nuestro cuidado". Esta omnipresencia cultural demuestra que, si bien Lemuria no existe en los mapas geológicos, ocupa un lugar permanente en la imaginación humana, sirviendo como un receptáculo para anhelos de mundos perdidos, sabiduría ancestral y visiones de una sociedad ideal.

La trayectoria legendaria de Lemuria es un testimonio fascinante de cómo una hipótesis, aunque refutada por la ciencia, puede evolucionar hacia un poderoso mito cultural y espiritual, que afina la idea de Lemuria nacida de la necesidad de explicar la distribución de los lémures, en el siglo XIX, con Philip Sclater, como proponente y Ernst Haeckel, expandiendo su alcance a la evolución humana.

Esta hipótesis fue un producto de su tiempo, previo al conocimiento de la geología moderna. La Teosofía de Madame Blavatsky y otros movimientos esotéricos transformaron radicalmente el concepto de Lemuria, dotándola de civilizaciones avanzadas, razas raíz y un destino cataclísmico. La consolidación de la teoría de la tectónica de placas proporcionó una explicación integral y basada en evidencia, para la geografía y la biogeografía terrestre, desmantelando la necesidad y la plausibilidad de un continente hundido como Lemuria. Sin embargo Lemuria sigue sonando en la cultura esotérica.

No existe evidencia geológica de su existencia física. A pesar de la refutación científica, Lemuria perdura vibrantemente en la Nueva Era, como un arquetipo de armonía y sabiduría ancestral, asociado con el Monte Shasta, California, el nacionalismo tamil, como Kumari Kandam, símbolo de una civilización originaria y la cultura popular. La "existencia" de Lemuria es, en la actualidad, puramente metafórica y simbólica. No es un hecho geográfico, sino una poderosa leyenda que ha sido moldeada por anhelos humanos, de orígenes míticos, civilizaciones perdidas y una conexión espiritual profunda. Lemuria ilustra cómo las narrativas, una vez sembradas, pueden crecer y transformarse, ocupando un espacio en el imaginario colectivo, que va mucho más allá de la verificación científica, convirtiéndose en un espejo de las esperanzas, los miedos y las aspiraciones humanas.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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