El hambre como lección en Venezuela

El hambre es una sensación que indica necesidad de alimentos, esto no se puede negar como hecho presente en Venezuela, pero, algunos hablan de hambruna y eso en particular, no ha ocurrido en nuestro país pues la hambruna es un tipo de escasez generalizada causada por situaciones extremas como epidemias, accidentes naturales, guerras, etc. Ahora, el hambre si se ha vuelto una situación casi general porque es cuestión de desigualdades; unos tienen en exceso y otros están en carestía y esa es la situación real sumada como dificultad para obtener los alimentos incluso teniendo dinero en la mano. Entre otros factores del hambre están: la especulación, el sabotaje, la desidia, usura, corrupción, monopolio, baja producción y un sinfín de evidencias…

Irónicamente hay hambre de alimentos para el pueblo y al mismo tiempo, hambre de poder para los políticos. El hambre que padecemos se está manifestando por diferentes vías que nos aterriza a esa realidad, en cambio, la hambruna, es el sueño al que muchos apostarían llevarnos por egoísmos maquiavélicos en planes de interés político para tomar el control de Venezuela.

Todo este panorama de dificultades inducidas y provocadas nos está dando una lección que podríamos tomar como enseñanza en positivo  y será lo que indique la pauta en muchos aspectos de la cotidianidad futura porque jugaron ponernos a tocar fondo y nos llevaron a un hoyo oscuro pero, mientras salimos de allí, aprendemos a sobrevivir, inventar y muy particularmente analizar con mucha reflexión a los tiempos por venir. Unos nos quedamos a luchar en nuestra tierra y otros con su justo derecho  en calidad de vida y comodidad apuestan por salir a otros países.

De lo negativo se pueden escarbar aprendizajes que podrían convertirse en positivo. El hambre actual nos está conduciendo a cambios de hábitos alimenticios y nos direccionan a mayor consumo de frutas, vegetales y preparaciones artesanales que nos alejan de alimentos transgénicos, harinas, azúcar, comidas chatarras o enlatados cargados de glutamato monosódico.  El pueblo venezolano empieza a valorar más su propia cultura y tradiciones con el resurgir creativo del arte culinario nacional.

El valor por la naturaleza aumenta, el respeto por los animales y la corrección del derroche que nos mal enseñaron por costumbrismos y gastos superfluos comienza a convertirse en amor por lo propio en lo cultural y tradicional. El conocimiento ancestral también se inserta como punto de honor. La variedad gastronómica se hace voz del pueblo y radio bemba que se acompañan incluso en las redes sociales y el conocimiento no solo se expande en la inventiva para formular nuevos alimentos sino también en otros aspectos que tienen que ver  hasta con la higiene personal.

En el año 1989 Venezuela vivió un episodio nefasto por la carestía de alimentos en una mayoría de la población empobrecida (había más oferta que demanda), fue un aprendizaje de pueblo negado a repetirse. En el 2002 hubo un ensayo y error por parte de empresarios que desaparecieron ciertos productos comerciales del alcance de la gente de a pie. El Comandante Chávez en ese alerta futura hizo intentos de reservas de alimentos  con los silos. En el tiempo se perdieron pues en los últimos 10 años otra realidad venía tomando pasos importantes para catapultar el 2016 en una agudización definitiva de hambre y desesperación y los momentos para los abrir los silos no se ven. Aparecen los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Distribución) con entregas de bolsas de comida y productos de higiene personal a sectores vulnerables, aunque en la realidad actual, vulnerables somos todos, por tanto, no llega a las mayorías.

Los alimentos tienen más demanda que oferta en la población de hoy, por eso surgen los “bachacos” y “bachaqueros” (extractores y comerciantes de la comida), pero en esa guerra y de atacarnos en un “pueblo contra pueblo”, nos ha permitido evaluar dos cosas interesantes; por un lado, conocer la parte más vil y baja del ser humano, sobre todo el que capitaliza dinero a través de la miseria y hambre; por otro lado, que es mayoría, la bondad y solidaridad del venezolano que da su mano y comparte lo poco tiene para salir adelante.

En un futuro, los empresarios privados que vienen apostando a este juego verán mermadas sus ganancias porque entre otros hábitos nefastos, muchos venezolanos sacarán de su cotidianidad los refrescos, licores, chucherías y cuanta chatarra publicitaria que nos colocan como bombardeo publicitario. Las grasas, salsas y condimentos artificiales serán. Ahora se vencerán. Ahora valoramos propios aderezos, aliños y frutos. Aprendemos a crear postres, jugos y cuanta preparación surge del imaginario infinito y frutos como el mango pasan a ser un milagro de nuestro tiempo.

Cuando Venezuela vuelva a su realidad de país rico en recursos, su talento humano será colectivo de pueblo entrenado para sobrevivir y crear. Ese día los políticos pasaran de un hambre de poder a una hambruna de su propia miseria humana, el pueblo ya aprendió a identificarlos y olerlos. Los tiempos cambiaron, el hambre en resistencia nos ha dado la lección porque ahora tenemos hambre de lucha…



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Larry Márquez Peralta


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