La medicina sistémica: comercio médico o el retorno de los brujos (II)

II
La profesión médica, con una bella historia desde el mundo griego, igual que la filosofía occidental, por una parte es hipocrática, considerando a la enfermedad como el desequilibrio de la physis, aunque no sea lo mismo que lo conocido hoi como fisiología, sino naturaleza; i por otra parte la medicina de los asclepíades, la de los templos del dios Asclepios que no fue la que trascendió, pero sí la que nos otorgó su símbolo: un bastón rudo, de olivo, con una serpiente enroscada. De ello escribí un libro, porque los norteamericanos, nos han confundido con el caduceo, el bastón del dios Mercurio, con sus alitas, introducido entre dos serpientes, símbolo que no tiene nada que ver con la medicina. Así, desde ese mundo griego, gracias a Asclepios, que es el Esculapio romano 300 años después –por ello las traducciones del Juramento Hipocrático (médico griego) deben decir: juro por Asclepios, no por Esculapio– se comenzó a estudiar la relación médico-paciente, continuada por Galeno (que por cierto sostuvo muchos disparates por limitación de conocimientos, pero al mundo se le ha ocurrido llamarnos “galenos”) i por médicos árabes que, junto con los números, penetraron en Europa por el norte de África, de modo que, a partir de una moral médica, de manos de la filosofía, hemos llegado a la ética médica que va, por la reflexión, más allá de lo simplemente moral. Tuve el honor, de fundar, la primera i creo que única, cátedra de Ética Medica que existe en las universidades venezolanas. Empero, el gremio, cuyo primer Colegio fue en el Táchira i el segundo en el Zulia, donde nació también la Federación Médica Venezolana, ha tenido desde hace muchos años su Código de Deontología Médica, (de deontos deber, i logos tratado) que orienta el comportamiento ético de los médicos. Ese Código, aun mejorado en ciertas ocasiones, es obvio que tiene anacronismos, pero en esencia es algo que debemos reflexionar i acatar. I entre las cosas que siempre ha prohibido, es la “propaganda” de los servicios médicos, como algo comercial, evitando en los medios publicitarios dar información directa de la ubicación del consultorio, horas de consulta, etc. Ni siquiera, cuando se le entrevistaba por regresar de un congreso, cursos de post grado o algún hallazgo o aporte científico, presentado en la Academia de Medicina. Mucho menos, hablar de enfermedades i casos curados, menos todavía “milagrosamente”. Sin embargo, la televisión, i lamentablemente el Canal del Estado, está atiborrado de esa propaganda comercial de la llamada Medicina Sistémica, donde los profesionales salen con su bata médica, el estetoscopio colgado en sus hombros, etc., presentando curas verdaderamente “espectaculares”, porque, si un profesional es capaz de curar un cáncer de próstata, en apenas algo más de una semana, debería estar en Estocolmo como candidato para el Premio Nóbel de Medicina i presentando a la OMS, su prodigioso tratamiento “con plantas superiores”. El Dr. Leonardi llamaba la atención a los médicos que salían a la puerta del hospital con bata médica, o a los que anduviesen por los pasillos con los “monos” o trajes para operar. A éstos solamente les falta, enseñar alguna pieza anatómica ( porque muestran ecogramas, radiografías, electrocardiogramas, miembros infectados i con llagas que iban a ser amputados, etc.) aunque creo no operan, sino que son fundamentalmente yerbateros o me dicen, a veces recetan hasta cuarenta píldoras al día. Es lo que el humorista Joselo, hace años, llamaba la “pepocracia” de algunas personas. Además, todo es sensacional. Lo que antes no podía lograrse, ahora es para ellos rutinario. Curan a un asmático antiguo, casi en horas; el cáncer de mama es menos que un quiste sebáceo; cualquier trastorno ginecológico de años, es corregido, teniendo en cuenta el “triangulo mágico” que regula todo el organismo i que las universidades ignoran. Es una “medicina sin fines de lucro”, pero produce tanto que ya son varias las clínicas que he visto en la ciudad (en realidad una poderosa Empresa Comercial), pero mientras los dirigentes golpistas de la Federación Médica Venezolana, aquel presidente que vimos en foto, estrechamente abrazado al dictador Carmona, protesta por la Misión Barrio Adentro i la presencia de médicos cubanos realizando una labor maravillosa en los sitios a los cuales nunca se asomó un médico venezolano (porque desde mis primeros años de graduado, desapareció la consulta a domicilio que, para mi padre era rutina i yo mismo practiqué por años; nuestros médicos solamente son de consultorios i el esfuerzo de hombres como Pedro Iturbe, con la Medicina Familiar, nunca prosperó. La Medicina Sistémica parece ignorar también que, una cura milagrosa para ellos, que puede ser remisión de una enfermedad nerviosa o un Gillain-Barré, por ejemplo, no tiene valor como caso aislado, tal como el adagio popular de que, “una golondrina no hace verano”. Se necesitan estadísticas, pero verdaderas estadísticas científicas con todos sus requisitos. Un medicamento científico, por ejemplo, a veces puede llevar hasta más de diez años de ensayos o pruebas, antes de ponerlo en el vademécum médico. Un procedimiento novedoso, no solamente lleva estadística, sino experiencias, citas bibliográficas, ensayos en diversas latitudes, etc, etc. Lo demás, apresurado i espectacular, es puro fraude, pero buen negocio porque la gente es ingenua o ante el sufrimiento por la enfermedad, se recurre a todo, cuando no hai cultura. Recuerdo cuantos venezolanos gastaron mucho dinero, buscando aquel “suero de chivo” de un médico italiano, que era maravilloso para combatir el cáncer más avanzado. Por todo esto, recordando aquel libro de dos científicos franceses Pawles i Bergier, parece que estamos ante un nuevo Retorno de los Brujos.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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