Sobre Verdugos

Recordemos a unos cuantos, la memoria de éstos enaltece la tarima de la paz. Sólo los estudiosos de la historia del hombre pueden llegar en su escudriñe, conocer de estos bárbaros que han alcanzado triste fama por su lamentable paso por este mundo. El cúmulo de víctimas hunde a los sanguinarios y el paso revolucionario de la comunicación levanta pelo a pelo otro acervo, aún dormitado por el miedo. Hay primarias en el norte: ¿Primarias para elección del próximo verdugo?

Hoy (30 de enero del 2008) recordamos la lamentable pérdida de Mahatma Gandhi. ¿Alguien recuerda cómo se llamaba su verdugo? Al asesino del aire quién lo recordará. Hoy parece que jugamos al dilema ¿Seremos vencedores sobre su asesino o recuerdo para él? Ni hablemos de las naciones que nacen, algunas de uno o varios partos dolorosos. En la nuestra, quién recuerda a Francisco Tomás Morales, el verdugo más sanguinario que ha tenido Venezuela. La hermosa Luisa Cáceres la tenemos eternamente en nuestra memoria con sólo parársele a sus violadores españoles que hasta la secuestraron para España, estuvo limpiando como esclava las calles de Cádiz, y por fin hizo contactos con los liberales que la libertaron consiguiéndole papeles falsos y regresar finalmente a los brazos de su amado Juan Bautista. Al doctor Menguele, "El Ángel de La Muerte" de los nazis, creador de los hornos de Auswitch y responsable de la partida execrable de millones de judíos, es más honorable la memoria a Ana Frank. O Stalin, matón de otros tantos millones de sus conciudadanos. Más alegre juega en la cotidianeidad la seducción de Frida Kahlo a León Trotsky, víctima de aquel, y el hueco negro del polo norte de Maiakovsky, que la memoria del mandatario ruso bigote de brocha. Pedro Estrada, el chulo psicópata de Pérez Jiménez quién lo recordó este 23 de enero. Mejor recordar al goleador Kempes que a Videla, al asesinado Sandino que a Somoza. Dónde están Trujillo, Duvalier, Stroessner. A un Torquemada le salió al paso Bartolomé de Las Casas, y dijeron más los bonzos que se incendiaron suicidas en las calles de París que los torturadores de sanguijuelas en el sexo femenino de Vietnam. Verdugos belgas que posaron ufanos al lado de centenares de cabezas decapitadas, de manos arrancadas, y el sólo paso-roce del Che por el Congo y la abnegación de Patricio Lumumba sepultó a aquellos canallas. Un solo preso de Guantánamo hablará más que los infelices que los ultrajan a diario vilmente, a horario. Dice más un busto de García Lorca que los casi 40 años del verdugo Franco al mando de España. Y el Príncipe de Asturias ya tiene sus manos teñidas de sangre antes de heredar el trono de su bufona sangre borbona. Ni qué decir de los bárbaros israelíes que cambian a su antojo las noticias con el sólo propósito de exterminar a los palestinos, quién recuerda cómo llegaron con el rabo en el culo, a esta hora no menos de 300 bombas atómicas llenan un espacio que no va más allá de Güiria a Maracay.

Quién recordará a los Bush en el futuro. Un negro blanqueado se aproxima a la Casa Blanca, nada que ver con los eternos Luther King y Malcolm X. La senadora Piedad Córdoba ya tiene su sitio en la historia, con sólo enfrentar a los drogadictos mandatarios y verdugos de su país.

El verdugo no crea, se cree imprescindible. Fabrica cobardía para perpetuarla. Es la risotada-lamento de los miserables que cree hablar por la humanidad. El crecimiento de la comunicación, está decantando su propio poder. Cual cazadores cazados, las herramientas están dando el harakiri a sus creadores que en lugar de separar, ha acercado a la humanidad expectante que no pierde un chance para zancadillear al oprobio. El mismo consumismo ha vomitado su plato más predilecto: Internet. Se hace imparable las estrategias de teclas e ideas cónsonas dentro de un nuevo concepto de humanidad que parecía inútil. El expolio tiene sus días contados, la caída de la moneda galleta no tiene dónde asirse. Sólo la unidad crearía la nueva divisa, que para Latinoamérica por cierto, no estoy de acuerdo que lleve ningún nombre de algún prócer, pues el futuro ya no será eslabón de ideas incompletas, de las que somos copartícipes, sino que abarcará la esperanza que hoy abrigamos en un nuevo emblema, nuevo canto: La Paz. Lo que todos ansiamos: La Hermana. Esta es mi propuesta en contra de este mundo de abrojos donde los verdugos hablan como si el planeta fuese el patio trasero de su casa. ¡Que viva La Hermana!

arnulfopoyer@gmail.com


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Arnulfo Poyer Márquez


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