Otra forma en la manera de concebir la vida

La vida se presenta como una espiral, no como objeto finito, sino un proceso dinámico desplegado desde el ser, hacia lo que trasciende lo meramente material.

Esa espiral no tiene un origen ni un término concebibles en los marcos habituales del tiempo y el espacio; es crecimiento, penetración y expansión continua.

Reconocerla exige despertar una conciencia que percibe más allá de los sentidos y de la estructura psíquica ordinaria.

Es una experiencia vital, en este sentido, no se reduce a nacimiento, crecimiento y muerte como límites absolutos, sino a fases de manifestación de una realidad más amplia.

La vida como un sistema integrado, cual engranajes en funcionamiento bajo el impulso de una conciencia plena que une los contrarios, materia y espíritu, silencio y forma, interior y exterior, en una sola trama perpetua.

Un tornillo sin fin expresándose como movimiento que penetra y amplía lo conocido, transformando lo fragmentario, en síntesis, abarcando mundos de sentido.

Integración de tradiciones místicas orientales subrayan la no-dualidad y ofrecen prácticas de meditación, atención plena, desapego, esto permite una experiencia directa con la unidad subyacente.

Entre las corrientes occidentales, desde la mística y la filosofía, aportan imágenes y símbolos de unión transformadora, insistiendo en la tarea ética y existencial del sujeto.

Estas perspectivas juntas, confluyen en la práctica y la contemplación desde orientales enseñanzas que disuelven la separación, en tanto que las tradiciones occidentales, ofrecen una narrativa simbólica y moral para encauzar el despertar hacia la acción transformadora.

La vida como la espiral, nos convoca a despertar, integrar y expandir la conciencia, siendo y reconociendo la existencia que se sabe existente y permite que todo se articule en la totalidad donde todo es conciencia, y nada queda fuera o aislado.

Es confluencia, son los saberes desde ambos hemisferios integrados, sin separaciones acomodaticias, son las herramientas que encontramos y son complementarias para vivir ese proceso.

Son prácticas que abren la experiencia y marcos de interpretación que tienen por alcance, vivir esa espiral poderosa, infinita y eterna, y finalmente, acoge el movimiento sin fin de lo que somos, en la medida en que vamos dejando que ella nos transforme.



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Franco Orlando


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