Soberanía económica en la nueva narrativa de estabilización nacional

NiMaMo nos propone de nuevo como es ya costumbre, una narrativa de autosuficiencia productiva en medio de una arquitectura de poder en crisis, desconectado como se aprecia de la realidad nacional, en medio de tensiones estructurales, y con medidas de presión internacional, una embestida desde los EE.UU., que agudiza el deterioro del salario, creando un mayor nivel de inestabilidad interna, aumentando la desconfianza en las respuestas por parte de las instituciones. Es el enfoque general, basado en las propuestas del régimen, que trata de articular y reorientar la producción nacional, en base a tres pilares, como son la autosuficiencia, el autoabastecimiento y las exportaciones estratégicas.

Tales propuestas soberanistas como estrategia, busca redefinir el consumo, sin depender del exterior, suspendiendo las importaciones suntuarias, promoviendo los sectores de alimentos, agroindustria y farmacéutica. Pese al giro en 180° a lo interno, el contexto se desvincula de una realidad que está marcado por un PIB en contracción de más del 2% en lo que va de año, afectado por la caída del 34% en las exportaciones petroleras, y una inflación superior al 200%, que no deja de erosionar el poder adquisitivo, profundizado por una crisis salarial. El tipo de cambio proyectándose entre 130 y 190 bolívares por dólar, encareciendo más las importaciones y por consiguiente afectando el consumo.

La crisis y representación desde la arquitectura del poder van de la mano con las propuestas anunciadas, puesto que se enmarcan en una ilegitimidad institucional, sostenido desde que el sistema electoral y sus mecanismos de participación, están fuertemente cuestionados desde la noche del 28J24. Lo que ha generado una desconexión entre la narrativa oficial de la recuperación, frente a la percepción de la ciudadanía, la cual vive una realidad marcada por la incertidumbre de los sueldos mermados, y la precarización laboral, que no se compensan con el supuesto crecimiento productivo. Lo más delicado es la desconfianza en los indicadores oficiales, pues no reflejan desde las auditorías independientes la transparencia estadística.

En medio de presiones internacionales, especialmente por parte de EE.UU., que intensifica las sanciones contra los que desde Washington califican de narcoterroristas, restringiendo las licencias petroleras de las corporaciones que aguardan en la fila para ingresar de nuevo a surtirse de los hidrocarburos, entre otras la Chevrón.

En medio de tales tensiones, cómo congenian y se conectan las narrativas con la realidad que acontece, será acaso que las propuestas de NiMaMo se pueden entenderse, como un intento desesperado en querer reconfigurar el ritmo vital de la golpeada economía, apelando ahora a la narrativa de resistencia y autosuficiencia. Pero, funcionará esta vez la narrativa, que se insinúa más como tapadera simbólica, como reflejo de una transformación estructural, pues en términos concretos la economía sigue conectada a una bombona de oxígeno externa, como lo es el dólar, las remesas y las importaciones esenciales. Es por lo que la dicha arquitectura del poder se obstina en sostenerse sobre una legitimidad frágil, donde el relato de la recuperación no logra articularse con indicadores independientes ni con mejoras tangibles en la vida cotidiana.

Es innegable que la presión internacional desestabiliza los intentos de reconfiguración, en especial en el sector energético, que sigue siendo el principal generador de divisas. Desde una lectura crítica y pedagógica en perspectiva emancipadora, esta nueva coyuntura pudiera leerse como una oportunidad para visualizar el colapso de las categorías clásicas de soberanía, y para pensar en nuevas formas de agenciar la economía colectiva. La cuestión es cómo problematizar la relación entre la narrativa oficial y las experiencias de los ciudadanos, donde la mayoría de la población siente en carne propia la inflación, la escasez y la precariedad, más allá de los discursos. Se deberían construir pedagogías críticas que vinculen la economía, las representaciones de poder, y clarificar las tensiones entre lo simbólico y lo material, entre las masas y la gente.



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Franco Orlando


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