Los Buhoneros de Sabana Grande

Sabana Grande sigue pareciendo hoy una calle intrincada por cientos de toldos o ventorrillos en el medio de un paseo construido para el esparcimiento y disfrute de todos, caraqueños o no, y aunque los toldos cambien un poco y traten de darle colorido y sensación de orden, el desorden, la saturación del espacio público y el impacto de bullicio y desorden continúan. Aparte del aspecto horroroso y deterioro de un paseo que como el de Sabana Grande y otros de la ciudad de Caracas, son tomados todo el año por buhoneros o vendedores informales, y no únicamente en esta fecha próxima a la celebración de la Navidad y Año Nuevo, dando a la ciudad un aspecto de desorden, bullicio, suciedad e inseguridad a la vista de citadinos y turistas.

Es conocido por todos que esto implica un aspecto socio económico diverso y complicado, pero no se puede negar sus factores negativos para la ciudad toda como son: Obstrucción del paso peatonal, limitan la movilidad de la ciudadanía. Competencia desigual con comercios formales, que sí pagan impuestos, servicios y respetan las regulaciones. Degradación urbana, pues el espacio público que debería usarse como área de paseo y encuentro se convierte en mercado, enrevesado, incontrolado e improvisado.

Los buhoneros así llamados o comercio informal o emprendedores, y se supone que el comercio de este tipo informal constituye un sector importante por lo que se puede ver en las calles mecánicos improvisados, ventorrillos y tenderetes de comida callejera como empanadas, dulces, chicha, pinchos y helados sin ningún control sanitario. Conocemos que muchas personas y sus familias dependen de esta actividad para subsistir, todo el año y más en esta época cercana a la Navidad, y no se les puede condenar a la inanición ni a la mendicidad publica, Debemos buscar una solución duradera.

Son muchos y variados los intentos de ordenar a los buhoneros, desde reubicarlos en el Mercado de la Hollada, o el Capitolio etc, etc.

"La gente tiene que trabajar para comer"

Elena y los habitantes del centro de Caracas, caminar por las calles y ver buhoneros ya es normal, aunque en los últimos años se han incrementado. Con la situación del país, no les queda de otra. La gente tiene que trabajar para comer, dice Julieta.

Rafaela, de 85 años de edad, tiene 11 años como comerciante informal. A pesar de su edad sale a la calle a vender chucherías y cigarros. También lo hace a pesar de que sus familiares, que están fuera del país.

Nury es pensionada y con su pensión lo que puede costar un pollo entero. Sin embargo, su trabajo en la calle le da para cubrir algunos gastos, y eso lo complementa con lo que le envían desde afuera sus hijos y nietos. Si estuviera sola no sé cómo haría.

A Rosa no le da miedo trabajar en la calle. "Prefiero hacerlo a estar en mi casa viendo el techo. No es fácil trabajar en la calle, pero cómo hago. A mí me gusta trabajar y tener lo mío.

"La gente tiene que trabajar para comer"

Para Zulay y Noraima, habitantes del centro de Caracas, caminar por las calles y ver buhoneros ya es normal, aunque se han dado cuenta de que en los últimos años se han incrementado. Con la situación del país, debido al bloqueo, las sanciones no les queda de otra. La gente tiene que trabajar para comer, dijo Yelitza.

Nury, de 85 años de edad, tiene 11 años como comerciante informal. A pesar de su edad sale a la calle a vender chucherías y cigarros. También lo hace a pesar de que sus familiares, que están fuera del país, están en contra.

Eso lo complementa con lo que le envían desde afuera sus hijos y nietos. "Si estuviera sola no sé cómo haría".

A Nury no le da miedo trabajar en la calle. Prefiero hacerlo a estar en mi casa viendo el techo. No es fácil trabajar en la calle, pero cómo hago. A mí me gusta trabajar y tener lo mío.

La mayoría de los tarantines tienen unas rejillas donde guindan la mercancía, que a su vez asemejan unos percheros improvisados. Nada parecido a los tarantines de otras épocas que eran grandes, con sombrillas y quedaban permanentemente instalados en el bulevar.

"Nosotros entendemos que esto no es para trabajar, esto es para que la gente camine. Pero nosotros estamos aquí por necesidad. Yo soy madre soltera (sola) y con esto ayudo a mis hijas", contó Isabel.

Esta o peor son las tristes y dolorosas historias de cada uno de estos buhoneros y buhoneras que siempre han deambulado de un sitio a otro como parias sin tierra buscando el pan de cada dia por las calles de Caracas y de otras ciudades, no solamente aquí en Venezuela sino también en otros muchos países como México, colombia. Perú, Ecuador, Bolivia etc., etc., Dios bendiga y ampare a los Buhoneros y Buhoneras de todo el Mundo en estas Navidades y próximo Año Nuevo.



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José Juan Requena


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