Venezuela era un país con una fauna inmensa, una biodiversidad también considerable, pero que con el trascurso del tiempo se ha visto mermada por la actitud depredadora de propietarios y hacendados, la indiferencia de la población en general y ausencia de celo protector en las autoridades, que con actitud permisiva no legislaron para proteger nuestro patrimonio natural, no solo en la fauna, sino también en la flora e inclusive el paisaje, todos los cuales fueron objeto de abusos y utilización indiscriminada.
La Sra. Lutecia, vecina, me contaba que cuando ella se casó con el señor Servideo hacía 1935, se fue a vivir en la hacienda La Montaña, que este poseía en Tamanaco entre el pueblecito de Las Piedras y Valle de la Pascua en el Guárico. Por cierto en Las Piedras vi un fenómeno curioso cuando los niños nos mostraron como al abrir el agua en sus tuberías, le acercaban un fosforo y se encendía, de eso hace mucho tiempo. Pues bien, después que conocí la casa de esa hacienda por su configuración entendí lo que ella decía, que los tigres en las noches pasaban por el patio de la casa, donde se les veía llegar y alejarse. Hoy el tigre más cercano debe estar en un zoológico o en el Parque Nacional Guatopo.
En Venezuela históricamente ha sido permitido que los hacendados en sus propiedades pudieran disponer libremente armas largas, escopetas y fusiles principalmente, los cuales tenían prácticamente el solo uso de dispararle a la fauna de los alrededores. Igualmente se invitaba a grupos de cazadores, muchos urbanos, que hacían un extenso e intenso recorrido, buscando presas de la fauna silvestre. Hablo que se reunían grupos extensos, 8 o 10 personas cada uno con armas largas en las haciendas y fincas de nuestro país.
Nadie hablaba de equilibrio ecológico, de caza ilegal o permitida, las autoridades no tenían visión para proteger nuestras especies animales ni voluntad para enfrentar a los terratenientes, quienes en su mayoría eran (¿y son?) los dueños de las armas largas depredadoras. Nuestra naturaleza fue olvidada. Muchos años después se retomaría su protección por medio de la creación de los Parques Nacionales, que hoy están arrinconados y no amados. Sin protección, fauna, flora y paisaje sufren. Como diría Gallegos, sufren, aman y esperan.
También hay que preguntarse por la preparación técnica, tanto en equipamiento como en conocimiento técnico que disponemos, para garantizar la protección de la vegetación y la extracción indiscriminada de especies vegetales, inclusive en los Parques Nacionales, tal como puede observarse en los más cercanos a Caracas, lo cual impacta directamente en nuestra fauna que se ve desprovista del resguardo, alimentación, hábitat, que le proporciona la vegetación incólume.
Con los avances tecnológicos podría pensar uno, en sueños, que utilizando un sistema de imagen digital ya que tenemos satélites propios, o teníamos, para la observación desde lejos y uno de drones para la observación cercana podríamos mejorar considerablemente la vigilancia y observación de nuestras áreas de bosques, sabanas, etc. para tomar medidas de control.
En todo caso, el uso de armas largas en las haciendas en Venezuela ha sido un factor relevante en la depredación y exterminio de la fauna, ya que su posesión, facilita la la caza ilegal de animales salvajes con fines de todo orden, pero yo creo que el predominante es la diversión que proporciona cazar un animal en la naturaleza, más allá del interés comercial o de subsistencia, recordando nuevamente que los propietarios de las armas son los dueños de finca y no sus trabajadores. Claro también hubo una depredación comercial salvaje con inclusive viajes desde Estados Unidos en aviones privados a Apure, solo para pescar en sus caños y ríos, por toneladas.
El uso de las armas larga se ve facilitada por el escaso control que se ejerce sobre ellas, a pesar de la existencia de una ley al respecto, aunque ahora hay más control que antes.
En ese sentido de hacerse una nueva regulación para protección de nuestra fauna se debe incluir junto con la revisión de la Ley de Protección a la Fauna Silvestre, Ley de Gestión de Diversidad Biológica, Ley Penal del Ambiente, considero se debe agregar la revisión de la ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones, a fin de suspender el uso de la población civil de armas largas e incluir normativa específica de protección a la fauna. Para otros usos como el deportivo, su resguardo y custodia, debidamente registrado deberá corresponder a la Fuerza Armada. Todo ello para proteger lo que queda de la antes exuberante fauna venezolana.