El problema social del aborto i la ignorancia de los improvisados (III)

III



Cuando escucho hablar o leo un artículo de una persona ignorante en medicina, o médicos cureros i dogmáticos por contaminación religiosa, o abogados que no se toman la molestia de informarse o estudiar sobre el problema social del Aborto, quieren “pontificar” de sabios (caso de muchos farolones en la Asamblea Nacional Constituyente que, incluso hicieron retirar a asociaciones de mujeres que tenían mesones en los pasillo internos del Capitolio Federal, con libros, folletos, afiches, i diversos objetos alusivos a su lucha por los Derechos de la Mujer i el monigote de Miquilena lo concedió para complacer al Cardenal Velasco i sus zamuritos), recuerdo a un profesor universitario que sin saber filosofía, aseguraba que tenía en su biblioteca las Obras Completas de Sócrates.

Mis inclinaciones artísticas (pintura sobre todo) vienen desde niño; pero despertada la vocación médica -influencia familiar- i realizados los estudios, persistía en mí una sed de conocimientos diversos (desde las matemáticas hasta la poesía) pasión que llenó a plenitud los estudios de Filosofía, así con mayúscula, tal como una bendición en la existencia. Por eso incursioné también en Sociología Médica, hice cursos con Acosta Saignes i luego con un grupo de argentinos, mexicanos i estadounidenses, que dictaron en el Hospital Vargas de Caracas, Ciencias de la Conducta en Medicina. Así, llegué a la Ginecología i Obstetricia con suficiente caudal de conocimientos previos en otras áreas, para interesarme científicamente en el problema del aborto, i hasta hice una colección de embriones i fetos (después de cada curetaje o legrado uterino, colaba el material sacado) i hasta obtuve un saco amniótico, con córion calvo i córion velloso, si aparente embrión en su interior. Esa colección se la regalé a mi hermano mayor que era profesor de obstetricia i de clínica obstétrica i se perdió o se la robaron. Posteriormente, la fundación que hice de la Cátedra de Ética Médica i los dos años largos que estuve en Europa en Madrid i especialmente en Bélgica en la primera universidad católica del mundo i de las más antiguas (en Lovaina o Leuven 1444), completaron mi nutrida experiencia. Allá, en Lovaina, el Padre Pierre Locht que ya mencioné anterior artículo, decía que: “Los sacerdotes o la Iglesia, no debían opinar sobre estos problema reproductivos o de la anticoncepción, porque no somos científicos ni sabemos nada de eso”. Sin embargo, me excuso ante mis lectores por mencionar estas credenciales, para que sepan no les escribe un improvisado –como quienes me acusaron en la ANC de partidario de la “cultura de la muerte” por defender la vida de madres inocentes; algunas, como dije, casi niñas o adolescentes; mujeres de pueblo pero bellas i con ansias de vivir, i ninguno de los aparentes “defensores de la vida, o mejor de la muerte” ha pasado por el dolor i la impotencia de estar al lado de una de esas personas en agonía, susurrando apenas, “doctor, no me deje morir”; ¡doctorcito quiero vivir! Cuando la septicemia, la peritonitis de un aborto séptico, por un aborto clandestino o criminal, ya nos había derrotado a ambos.

Ninguno ha visto una paciente en extrema palidez, con una vagina llena de borra de café que, al asearla se encuentran negras perforaciones que van hasta el peritoneo, hechas con un alambre caliente i con la misma tragedia i ninguno ha sentido la soberbia que se experimenta, cuando un abogado o un cura, escribe estupideces justificando irrealidades como un homicidio, una vida humana sacrificada por mala praxis, una vida humana mandada al LIMBO (ahora debe ser a otro Departamento u oficina celestial de inmigración con aislamiento incluido) i mil “razones estúpidas más”; o invocando encíclicas papales, de representantes de Dios en la Tierra, que nunca han visto a Dios ni a una mujer desnuda.(¿?) Realmente la iglesia es culpable de muchas muertes que se han podido evitar o vidas que se han podido realizar.

Por ello en vez de decir DESPENALIZAR EL ABORTO, hablan de LEGALIZAR EL ABORTO, para ofrecer la connotación de que el gobierno del Presidente Chávez está cometiendo la infamia de legalizar un delito, tal como legalizar el robo de vehículos o los arrebatotes de los rateros. Con ello, todo tipo de aborto i de interrumpir razonadamente un embarazo, es un crimen. No hai otra posibilidad; esto aunque las iglesias bendicen las guerras i a los soldados que salen a matar i a que los maten. Allí el Mandamiento de la Ley de Dios, NO MATARÁS, esta vetado por Bush i por la oposición incluyendo a la Iglesia que, como partido político, desea una guerra civil por ejemplo. Por eso, cada vez demuestran más la falsedad o debilidad de la ética cristiana. Como dijera Hartman, la ética cristiana es una moral interesada. No solamente es un falso eudemonismo del más allá, sino que el comportarse bien en la existencia es para ganarse un premio i eludir un castigo (los inventos de cielo e infierno) i un contralor ficticio que es el diablo (agrego yo) que por lo tanto resulta empleado del Tesoro del Cielo o tal vez del Vaticano. La verdadera moralidad i fundada filosóficamente como ética, es proceder, como decía Kant, de acuerdo a una buena voluntad; que la máxima de tu acción, pueda elevarse a la categoría de lei universal (imperativo categórico). Lo que es bueno para mí, es bueno para todos; no es sacarse un Kino. Si antes de morir siendo un Posada Carriles, alcanzas a confesarte i comulgar, ganaste: te vas derechito al cielo i los que no creemos en la iglesia en absoluto, no solamente ya estamos excomulgados, sino que no nos salva ni Florentino el que se enfrentó al diablo.

Realmente da risa o indigna estos cuentos de camino. Leyendas orientales falsificadas i manipuladas pero que, cuando introducen su mano peluda en serios problemas humanos como el PROBLEMA SOCIAL DEL ABORTO, realmente merecen todo el rechazo de seres inteligentes.

robertojjm@hotmail.com


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Roberto Jiménez Maggiolo


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