Pacto de élites en el Estado profundo venezolano

En Venezuela los pactos políticos a través de la historia han sido muchos, entendemos por pacto: acuerdo, alianza, compromiso, en los cuales los involucrados aceptan respetar lo estipulado; estos pactos pueden ser formales o informales, los formales son los que se hacen por escrito y se certifican, los informales dependen únicamente de la buena voluntad o fe de los implicados, en tal sentido pudiéramos decir: la vida está llena de pactos, hay pactos de más trascendencia, contienen mayores implicaciones en la vida real de los seres humanos. Las constituciones son grandes pactos económicos, políticos y sociales de donde se desprenden otros, pueden ser enmarcados en la norma refrendada o simplemente depender de la voluntad o buena fe de los pactantes, pero la vida social no es tan abstracta como estos conceptos, está constituida por seres humanos pensantes y actuantes, los cuales en el desarrollo de su vida, van ejerciendo prácticas para garantizar la consecución de sus fines materiales, espirituales, ideológicos, entre otros.

En la búsqueda de la resolución de problemas vitales, los seres humanos nos asociamos para sobrevivir a las hostilidades de la naturaleza, la vida social está colmada de relaciones, estas asociaciones y relaciones pueden ser de mutua ayuda, cooperación o de explotación, los seres humanos hemos establecido en los últimos dos mil años de historia, relaciones de explotación, ellas literalmente no son producto de la voluntad, llevan implícitas la imposición, la fuerza.

La sociedad industrial y financiera es la forma más avanzada de relaciones sociales de explotación, es tan refinada, que en ella los explotados no saben que son, y si lo saben, no tienen conocimiento explícito del cómo es dicha explotación, esta se oculta en el entramado más profundo de las relaciones de producción capitalista; «en muchos casos los explotados se consideran no explotados», incluso se creen libres. En tal sentido, al establecerse este tipo de relaciones, la sociedad se ve dividida en clases sociales, estas son intrínsecamente parte de las sociedades donde impera cualquier forma de dominación, explotación; por lo tanto, para mantener el poder, sobre los otros segmentos, las clases sociales dominantes se deben imponer, usando cualquier método para ello.

El gran pacto social: LA CONSTITUCIÓN, en el desarrollo de las luchas de clases, puede enmendarse y modificarse, ser sustituida por otra, pero en esencia, esta contienen reflejado los intereses pragmáticos que aspiran las clases dominantes para mantener su estatus, pero si, en la sociedad de explotación, las clases explotadas deciden hacer una revolución social, la Constitución puede convertirse en un pacto, programa de lucha ─a seguir─ para cristalizar los anhelos de las clases subyugadas, conseguir su liberación y cumplimiento de sus derechos; al mismo tiempo liberar a toda la sociedad de estas relaciones poco éticas para la vida del ser humano.

En Venezuela el primer gran pacto social fue la Constitución de 1811, en realidad fue la primera Constitución del Sur de América. Fue la más revolucionaria de todas, rompió tácitamente y explícitamente el pacto impuesto por el imperio español ─de la época─ a nuestro pueblo, era un pacto colonialista, fue sustituido para fundar una República independiente y libre, aunque, por otro lado, mantenía las relaciones de explotación, porque fue una revolución iniciada por las clases explotadas por los españoles, pero que al mismo tiempo ─internamente─ abusaban de los indios, negros y otros segmentos de la sociedad venezolana, por eso se mantenía la esclavitud y las relaciones serviles entre las fracciones de las clases posesoras de tierras, plantaciones y las que no tenían nada.

También tenemos la Constitución de 1819, propuesta por nuestro Libertador Simón Bolívar, aprobada en el Congreso de Angostura, esa fue sustituida por la Constitución 1821, que proponía la creación de la Gran Colombia, estas Constituciones plasmaron cambios profundos que podían tener un impacto de gran calado en nuestra sociedad, pero al mismo tiempo, mantenían los vestigios de explotación de la vieja sociedad impuesta por el imperio español. La Constitución de 1819 restablecía la República perdida, cuando Francisco de Miranda se vio obligado a capitular; pero la del 1821 creó la Gran Colombia, planteaba un proyecto geopolítico de mayor amplitud, estratégicamente continental, de integración Latinoamericana, unificación de fuerzas, para poder integrarnos al mundo capitalista ─naciente─ con ventaja importantes, para que, en el concierto de las naciones del mundo, fuéramos escuchados como una gran voz. Es indudable, estos proyectos constitucionales eran revolucionarios para la época, planteaban dejar atrás ser colonias, para convertirnos en países libres e independientes, con auto-determinación, países respetados y grandes potencias.

En 1830 se sanciona la Constitución que separa a Venezuela de la Gran Colombia, también cambia la estructura de la sociedad, echaban por tierra el planteamiento de la gran Colombia, que desde el punto de vista geopolítico, era de mayor envergadura política, económica y social, pero esta, por ser una Constitución separatista, no deja de ser una Constitución que hizo una revolución en la estructura de la sociedad.

Después de derogada la Constitución de 1830, los cambios ofrecidos por las sucesoras, no fueron mayores, las relaciones establecidas entre los seres humanos seguían siendo de explotación y nos integramos al mercado internacional como nación proveedora de materia prima a bajo costo. Las anteriores Constituciones cambiaron las relaciones entre países, cambiaron incluso al mundo, este ya no se dividía entre imperios y colonias, ahora eramos países libres, que buscarían, la mejor forma de integrase al naciente mercado capitalista mundial; lamentablemente, dentro de la división internacional del trabajo, surgida luego de la libertad de nuestras naciones, las clases que detectaban el poder de nuestros países, decidieron integrarnos al nuevo mundo, siendo naciones proveedoras de materias primas, sobre todo agrícolas y pecuarias, lo cual no dio desventajas, formándose nuevamente relaciones de dependencia con las grandes potencias industriales y financieras.

Las relaciones de explotación nacionales e internacionales se mantuvieron hasta la aprobación de la Constitución de 1999, en Referéndum Nacional, donde participó todo el pueblo venezolano, este solo hecho, ya era un acto revolucionario, dejaba atrás las constituciones impuestas a toda la sociedad por una fracción de clases dominadora, fue aprobada de forma democrática, con votos masivos (cuestión que nunca aceptaron las élites internas y externas), pero esta Constitución dentro de sí concebía los gérmenes de una sociedad de avanzada, con respecto a la primitiva sociedad capitalista de explotación, esta promulgaba la creación del «estado social de derecho, justicia y amante de la paz». Esta declaración constitucional, se convertiría, «en la esencia», en el programa de lucha de los revolucionarios, para construir una sociedad con relaciones sociales ya no de explotación, sino de justicia social, entendiendo por justicia: «a cada quien según su trabajo y su necesidad», este postulado en el fondo, lleva el establecimiento de relaciones de mutua cooperación, solidaridad, hermandad humana, fraternidad, que se irían estableciendo progresivamente sustituyendo las viejas formas sociales caducas y antia-éticas de explotación. En esencia, ese es el programa del pueblo y de cualquier persona con ética: luchar por una sociedad de derecho, de justicia y amante de la paz.

La construcción del nuevo pacto, votada por todo el pueblo, tuvo sus altos y bajos, agresiones por partes de las clases que siempre habían explotado al pueblo, se negaban a dicho pacto, por contener la ética de la liberación, pero estas agresiones no sólo venían del interior del país, también del exterior, sobre todo de países que habían adoptado nuestra independencia, ya que en esta Constitución se plantea abandonar la dinámica capitalista mundial de explotación, por eso es y será tan atacada.

En total Venezuela ha tenido 24 Constituciones, 5 revolucionarias y 19 que sólo eran el reflejo de las aspiraciones de la nueva fracción de clase que se hacia con el poder, para de esta forma, imponer su pacto al resto de la sociedad. Esto lo vemos muy claro en la Constitución del 1961, un nuevo pacto refrendado como Constitución, pero sustentada en otro pacto informal y secreto: «el pacto de Nueva York»: fue un acuerdo internacional que granizaba a un imperio (EE.UU.) nuestra explotación. En lo nacional se dio el «Pacto de Punto Fijo», muy conocido por los venezolanos, este buscaba sustituir la sociedad agraria, dominada por terrateniente y caudillos, para pasar a una sociedad industrial, dominada por burgueses, que pasarían a subsistir de la renta petrolera, se integraría al mundo como nación exportadora de energía, de los capitales que esta generaba, que de forma muy pusilánime, era depositada en los bancos del imperio, generando así, grandes ganancias para ellos y no para nosotros. Con esta renta se generaría una nueva clase en el país: la capitalista, cuasi parasitaria, que le garantizaba al imperialismo la venta de materia primas baratas; en lo interno, la construcción de un mercado comprador de sus excedentes. De esta forma se construyó una economía de puerto, ampliamente anclada y dependiente a este sistema capitalista internacional.

¿Por qué la Constitución del 1999 fue revolucionaria? porque se basa en los principios de independencia postulados por nuestros libertadores, al mismo tiempo, internamente, se promulgaba los principios de justicia social, en pocas palabras, ese pacto de liberación, es el que contiene el programa para las luchas de liberación nacional y de justicia social. Por su puesto, dentro del marco de esta Constitución del 99, se puede establecer una sociedad, con una clase capitalista, que pueda conceder al pueblo algunos derechos mediatizados por el capital y una fuerte burocracia estatal.

En la actualidad ese pacto, (de la Constitución del 1999) está siendo sustituido de facto. Hay dos elementos que me llevan a sacar esta conclusión:

  1. «La apertura política en las elecciones del 6 de diciembre», a las fracciones de las clases capitalistas burguesas o aspirantes a ella, por medio de la lista nacional, ampliación de la lista regional, para que así puedan tener representantes todas las minorías, pero sobre todo, los representantes de esta burguesía nacional, que habían sido diezmada por el pueblo, por haber tomado conciencia de su verdadero programa de lucha. Estas clases capitalistas y burguesas habían perdido el poder político no por imposición, al contrario, por votación masiva, el pueblo dejó de votar por ellos, lo hacia por el representante de sus luchas que en este caso fue: Hugo Chávez.

  1. La Ley Anti-Bloqueo, será el mecanismo económico, por medio del cual, se pretende abrir al país la inversión extranjera y un proceso de privatización, toda esta inversión, el dinero obtenido de las privatizaciones será parte del debate en la futura Asamblea Nacional, donde los representantes de las élites del PSUV, los representantes de la vieja burguesía venezolana se pondrán de acuerdo, para repartirse el botín, que sólo beneficiará en gran medida a sus intereses, es decir, nace un nuevo pacto de facto, entre la élite burguesa del PSUV y la vieja burguesía que había gobernado al país.

Con la nueva Ley Anti-Bloqueo, la nueva y vieja burguesía pueden conseguir las inversiones que necesitan para poder reactivar sus empresas, que por supuesto no serán totalmente nacionales, serán los dueños de franquicias, de enclaves internacionales o representantes bien pagados de las grandes transnacionales. Todos esos acuerdos, se debatirán en la nueva Asamblea Nacional, se refrendarán, de allí se le impondrán al pueblo, pero al final de cuentas, serán acuerdos que procuren beneficiarles a ellos, dejarán al pueblo al margen, por eso insisto, hay que votar por candidatos revolucionarios, que entren a la Asamblea Nacional a denunciar de forma activa todos estos desmanes que están en marcha en Venezuela.

Con la Ley Anti-Bloqueo y con el pacto político de la lista nacional, se va a construir un nuevo acuerdo, «no legal», porque viola de cabo a rabo lo establecido en la Constitución de la República del año 1999. Este pacto es algo parecido al de Punto Fijo, pero sin la publicidad que aquel tuvo, es un pacto que se va a imponer por la vía de la dominación mediática, usando las técnicas e instrumentos más modernos para ellos, pero también, por la vía de la represión más dura y feroz que hayamos conocido para quien se atreva a hacerles frente denunciando y luchando en contra semejante aberración.

Este nuevo pacto no está avalado del todo, una parte de la burguesía tradicional (las más reaccionaria y conservadora) quedó fuera, esta no acepta ni una coma de la Constitución del 99, porque contiene el programa de lucha del pueblo. El pueblo también ha quedado por fuera, al cual se le impondrá un nuevo pacto, que estará fuera de la Constitución, que en la práctica se irá imponiendo gradualmente, dejando de lado la Constitución hasta verla convertida en letra muerta, este nuevo pacto echará definitivamente los derechos de los venezolanos por tierra, que también en la práctica han sido anulados por la grave crisis que vivimos.

En el panorama político nacional en el futuro tendremos a una burguesía radicalizada, apoyada por el imperio norteño, tratando de romper el nuevo pacto, asumido por la élite del PSUV y lo que llaman «la mesita de la unidad» (parte de la vieja burguesía), el pueblo, que en estos momentos se debate entre seguir apoyando este gobierno, que dice una cosa, pero que en el fondo hace otra, como ha demostrado en la práctica diaria. El pueblo debe ir a un nuevo proceso de organización de fuerzas, construir nuevas formas de organización social, que prendan la llama de la lucha por el rescate y respeto de nuestros derechos, consagrados en la constitución del 99, por una nueva forma de organización social, que burle la represión cruel y descarada del estado venezolano, deben surgir hombres y mujeres que se organicen para rescatar el poder en manos de revolucionarios, que retomen el programa de lucha contenido en nuestra Constitución actual, que sería el restablecimiento del «estado social de derecho de justicia y amante de la paz», para establecer el estado de derecho, el pueblo debe incansablemente organizarse, movilizarse, salir de forma pacifica a la de calle, dentro del marco de la Constitución; para rescatar el estado de justicia y amante de la paz, debemos construir una gran organización nacional, que tenga perceptiva de poder, se vincule al pueblo, sea expresión de los derechos del pueblo, enarbole un programa en lo económico, político, social, para el restablecimiento de los derechos obtenidos en el gobierno de Chávez, que al mismo tiempo siga hondeando las banderas de la sociedad de justicia y paz social, para de esta forma seguir profundizando la consecución de nuestros derechos y construir una sociedad que los garantice en su totalidad.



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Rafael Acuña

Lic. en sociología

 rafaelrojoxxi@yahoo.com.ve

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