Entre el chavismo y el madurismo: más contraposiciones que coincidencias

Existe una frase popular que dice "no hay que seguir a hombres, sino a ideas, a principios". En efecto, los tres grandes majaderos de la historia (Jesús, Cervantes y Bolívar) estuvieron en contra de esta postura de la rendición del culto al hombre, por ello una de las tantas frases célebres de Jesús "dejen que los muertos entierren a sus muertos". Mahatma Gandhi, Fidel Castro, Mandela, por mencionar algunos personajes que marcaron un hito en la historia de su país y del mundo, se mostraron adversos al culto al hombre. La obra o el pensamiento de estos hombres, entre otros grandes líderes que dejaron una huella imborrable en este plano, estaban enmarcados para realizar verdaderos cambios a favor de la libertad que trascendió más allá de sus fronteras. Tal vez, el comandante Chávez fue quien más estuvo esclavizado a este tipo de dogmas impuestos, pero no por ello se puede negar el inmenso aporte social, humanista y altruista que este hombre aportó por la libertad de su pueblo y de toda América Latina.

En Venezuela, durante la IV República, solo conocíamos las corrientes antidemocráticas de los gobiernos puntofijistas, las cuales se caracterizaron por la violación constante a los Derechos Humanos contra campesinos, líderes estudiantiles de izquierda y contra todo aquel que pensara distinto a estos regímenes. Con el surgimiento de Chávez al poder aprendimos de él a conocer, a amar y a profundizar a Simón Bolívar, de ahí surgió el nombre de nuestro proceso "Revolución Bolivariana del Siglo XXI", liderado por Chávez, que no es más que cristalizar su proyecto humanista; la alternativa real contra la pobreza, la injusticia, la lucha contra la clase burguesa esclavista y la exclusión de los marginados. En virtud de su trabajo bolivariano, a sus seguidores les llamaron "Chavistas". Este gran estadista visionario logró consolidar un liderazgo a nivel nacional y mundial; se convirtió en un verdadero fenómeno comunicacional jamás visto en la historia —me atrevería a decir, solo superado por Fidel—; su carisma, su sensibilidad humana, jamás fue vista en ningún otro líder; fue escritor, propulsor de la Constitución y de otras leyes que son referencias de nuestra independencia y soberanía; su mejor publicista y asesor de marketing era él mismo; su programa "Aló Presidente" batió récords de audiencia; los grandes avances sociales en materia de educación, salud, comunicación y alimenticia convirtieron al país en uno de los mejores indicadores económicos de la región; por esto y más constituyó un antes y un después en la historia del país, una corriente que aun hoy se autodenomina "Chavista".

El pueblo venezolano se plegó al mandato de Chávez de votar por Nicolás Maduro, como una forma de retribuirle tanto amor por su gente. En consecuencia, la oposición y el imperio sin ningún fundamento filosófico, han ventilado la existencia de una tendencia paralela al chavismo, la cual ha denominado "Madurismo", más con el fin de dividir y confundir a la fuerza revolucionaria que a ayudar a mantener una unidad en el seno de la militancia chavista. Sin embargo, sus propósitos han dado sus frutos, dividiendo y reinando en esta etapa del presidente Maduro: intentos de golpes de Estado, asesinatos mediante métodos fascistas, piden bloqueos-sanciones y se les conceden, colocan presidente interino que roba nuestros activos. Bajo estos términos, el madurismo no existe como corriente filosófica; no obstante, la existencia del madurismo en el contexto político le está haciendo daño al proceso revolucionario, se está resquebrajando y hay que hacer una revisión profunda, ya que la existencia del madurismo está siendo tratado por sus seguidores (ministros, gobernadores, alcaldes, protectores, mayoría de los constituyentistas) como una opción separada de la corriente chavista, del proyecto Bolivariano, y estamos a punto de perderlo. Es importante recalcar que el chavismo nace en la coyuntura de un surgimiento de masas que en muchos casos simbolizó la protesta contra los sistemas que otrora desmoronaron el hilo de la democracia y de la historia del país, que implicó también la ruptura de la continuidad de la política tradicional, marcada por la presencia del individualismo, de la corrupción y la entrega de nuestra soberanía al imperio.

Sin lugar a dudas entre el chavismo y el madurismo existen más contradicciones que coincidencias y estas incompatibilidades están afectando el futuro de la Revolución Bolivariana. El partido de gobierno, el aparato del Estado y el gobierno conforman un trío cuya relación se muestra como un alto poder burocrático, como un gran dominio en la nueva burguesía revolucionaria. Esta corriente que desvió los principios revolucionarios ordena y maneja a su antojo lo que se propuso la ultraderecha del país: no solo hacer virar el chavismo molesto con el madurismo hacia la derecha, sino que lo ha logrado posicionar a los venezolanos en un extremo de desinterés en la política del país (catapultando este logro de Chávez), a tal punto que hay poca motivación de votar, factor este que favorece a la derecha porque puede incursionar en este momento en la vida política del país y manipular a su antojo a los desesperados que buscan un dólar para comprar una harina, a los que están molestos porque deben pagar a tres dólares la gasolina, o que están a punto de explotar porque no les alcanza su salario para pagar un pasaje corto en Bs. 30, 50, u 80 mil bolívares, según le dé la gana al chofer; y hacer del COVID-19 su mejor estrategia para tapar las debilidades existentes en los servicios básicos y la corrupción galopante que azota al gobierno.

Necesario es distinguir, entonces, Chavismo de Madurismo: Chavismo es causa y no efecto; es verbo, lucha, prosa y poesía. Chávez como Bolívar es acción, consecución y vida, aunque no estén físicamente dejaron una obra, un proyecto, la consolidación de una República. Chavismo es la democracia participativa y protagónica, su mayor reto. Chavismo es el florecimiento de la Patria, de la esperanza de la emancipación del nuevo hombre. Chávez eres tú carajo, que te levantas cada mañana a parir Patria, que protesta contra la ineficiencia, que critica, que no lo doblega un bozal de arepa, que se revela contra la burguesía y el chavista corrupto, es el que no evita la crítica sino que la combate. Chavismo es valentía y firmeza en la ONU, en las oficinas, en el campo, en la escuela. Chavismo es el proyecto de Bolívar en contra de los imperios, del capitalismo, de la burguesía, de los empresarios que explotan y generan hambre. Chavismo es rebeldía contra lo inhumano; es socialismo como alternativa de vida, es antiimperialismo. Madurismo no existe, sino solo para la oposición y para esa corriente que desvió los principios revolucionarios. Maduro es consecuencia de Chávez, por ende debe ser el mayor defensor del chavismo y no de la corriente que quebranta el hilo conductor de la Carta Magna y los principios bolivarianos. El madurismo es una pequeña casta de burgueses y de antichavistas disfrazados que les hacen daño al pueblo y al presidente Maduro. El madurismo guarda silencio ante los atropellos al pueblo. Madurismo ampara a la clase burguesa revolucionaria y no al chavismo de a pie. Madurismo es la forma corrompida que se transformó en una élite mal llamada burguesía revolucionaria, cuya autoridad se sustenta en la permanencia del poder y en el capital mal habido por esa inalterabilidad. Madurismo intenta desaparecer la V República al dolarizar la economía. Madurismo usa a Chávez (al hombre, a su imagen) más no su obra, para conquistar votos, para discursos políticos, que contrasta con un auténtico chavista. Madurismo pacta con el sector empresarial y asfixia a la clase obrera. En este contexto, debemos estar claros de ambas posturas. El pueblo con olor a Chávez, que apesta a la oposición y al madurismo, es revolucionario, antiimperialista, crítico, bolivariano y chavista.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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