La Guaratara

Caras Nuevas en Venezuela

Venezuela se encamina a las elecciones legislativas, luego de superar numerosos obstáculos impuestos, no por un "régimen dictatorial" -como vocifera el paranoico Cártel de Lima- sino por los súper demócratas que "autoproclamaron" un pelele, financiaron invasiones, actos terroristas, se robaron Citgo y Monómeros y convirtieron la oposición en una corporación criminal, hundida en un lodazal de narco-paramilitarismo y mediocridad que apenas comienza a decantarse en pequeños intentos por volver a la lucha política y parecerse a su propia ciudadanía. En este contexto de reencuentro con el cauce electoral, de victoria en paz y firme gobernanza bolivariana contra las sanciones inhumanas y la pandemia, el líder del PSUV y Presidente Constitucional Nicolás Maduro ha pedido caras nuevas en las candidaturas revolucionarias.

El líder chavista demanda "caras nuevas" y el Primer Vicepresidente Diosdado Cabello, incluso criticando, sin complejos, saltos apresurados de los partidos aliados y peleas internas entre militantes del PSUV; todos con justas aspiraciones, pero que no justifican los ataques fratricidas y divisionistas porque al que hay que dividir es al oponente. No se puede esperar menos de una dirigencia que recibió el legado del Estadista más importante, carismático y brillante de este tiempo; un liderazgo que enfrenta las sanciones, golpes y sabotajes jamás lanzados contra un pueblo y un gobierno. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y su alto Mando Político y Militar, no sólo han vencido la confabulación narcoparamilitar, bancaria e imperial más feroz, sino que, en esos días de incontables batallas, mucho han aprendido. Mientras Trump, Moreno, el Uribismo, Bolsonaro y Piñera se aferran al terror, el fanatismo y la corrupción para detener el avance civilizatorio, Maduro pide caras nuevas y ejerce un liderazgo de nuevas perspectivas.

Quienes han tachado a Maduro de "ultroso izquierdista" y dicen que es un "dictador populista, rentista y demagogo", pelaron el pedal. No hizo falta una década para entender que el presidente Chavista edificaba, con audacia, una economía productiva y una política basada en la paz, la convivencia y la fe en su Pueblo. Maduro ha superado lo equivalente a cinco operaciones contra Libia, pero su Fe, reitero, su amplitud de ideas y maniobras, le permite comprender la sociedad como procesos vivos y dinámicos, imposibles de abordar con un solo lente. Antes, incluso, que líderes europeos, Nicolás Maduro percibió la crisis civilizatoria en la cual los pueblos tienen el protagonismo y que jamás Trump, Piñera o Biden aceptarán. Acumulando todo el aporte histórico, científico, teológico liberador y bolivariano, Maduro actúa como un líder Humanista de este bucle epocal.

Si se asume el llamado de Maduro a la altura, el Chavismo no sólo seguirá venciendo en las elecciones, sino iluminando la senda de Latinoamérica. El líder bolivariano habla de caras, cosa compleja en la política donde hay muchas caretas: gente vestida de rojo, pero machista y arrogante, jóvenes vestidos de rojo pero de conductas clientelares y sectarias, sin la forja estudiantil del arte y el deporte; sesudos de caretas rojas pero sin innovación; los vestidos de Comuneros, pero improductivos, los de rojo pero con alma adeca, los que dicen ser un "rio crecido" pero reducidos a células sectarias, los vestidos de sindicalistas, pero que gozan sus licencias gremiales en el exterior, los que cargan el Libro Rojo como escapulario, pero todos los días atacan su propio partido, en lugar de construirlo, los que sufren la bipolaridad de ser gobernantes y a la vez señores feudales y dueños de corporaciones en el Caribe. "La Curul es una misión, no recompensa de un talento inútil" (Martí).



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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