(Parte I)
Creemos ingenuamente que ser revolucionarios es tener claro principios socialistas, tener claro lo que creemos y lo que apoyamos, tener claro quién es nuestro enemigo grande y quienes nuestros enemigos pequeños, tener claro a lo que nos enfrentamos y muchos “tener claro” más por mencionar…
Pero… siempre hay un pero, hay una cosa que nunca hemos tenido claro y es que en revolución venimos es a DESTRUIR paradigmas, sobre todo paradigmas impuestos y aunque en su magnánima bondad Chávez nos disfrazó la vaina de “Revolución Pacífica", a lo que realmente vinimos encarnados como una revolución BOLIVARIANA, después de doscientos años (y no de 40) fue a DESTRUIR un monstruo que comenzaba engendrarse en aquel entonces y que Bolívar visionario al fin, describió en su momento: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad"
He allí el monstruo de mil cabezas más deforme que haya existido jamás en los millones de años que tiene el planeta, y NO SE PUEDE APLASTAR UNA PIEDRA CON UN HUEVO.
Comprender esto es fundamental, porque mientras no lo tengamos claro, seguiremos dando vueltas en círculos, nuestra revolución no es color de rosa, ni tampoco es lo roja rojita que quisiéramos, pues allí están nuestros errores y saltan a la vista mientras nuestro pueblo es quien los padece.
La corrupción es uno de ellos y no se puede seguir corriendo la arruga por aquello del “costo político”, menos aún cuando el gen de la corrupción que viene con el sistema, es comparable a una bacteria, que se activa y origina un mal, una enfermedad que la puede padecer cualquier mortal: sean ricos o pobres, religiosos o ateos, profesionales o analfabetas, sector privado o público, derechistas o izquierdistas, empresarios u obreros, hombres o mujeres… sin que esto signifique que la naturaleza del ser humano sea corrupta, pero tampoco niega la realidad de que el ser humano según su naturaleza sea corruptible? por ambición o debilidad.
Y como toda enfermedad mortal, había que atenderla, combatirla y DESTRUIRLA a tiempo, antes de propagarse y no poder revertirla.
La triada de corrupción: MINISTERIO PUBLICO – PDVSA – BCV, es solo la punta de un iceberg, ojalá y rueden las cabezas y se DESTRUYA absolutamente todo lo que tenga que ser destruido, más allá de un show electoral 2017-2018.