¿Realmente el pueblo nos traicionó?

Cuando se revisa a quien se les entregó semejante poder el 6 de diciembre pasado, la impotencia pudiera llevarnos a hacer cualquier tipo de elucubraciones, pudiendo cometer errores al tratar de explicar la razón, del por qué una mayoría aplastante de nuestro Pueblo, prefirió en esta oportunidad, darle su apoyo al sector que adversa la construcción de un país más justo. En los últimos días he venido observando como compatriotas que tienen responsabilidades de Dirección en el gobierno, o en el partido, se limitan a decir que el Pueblo traicionó a Chávez. Desestimándose análisis más humildes y profundos, que pudieran aclarar el por qué del impacto recibido. Olvidan también que se debe evitar radicalizar en aquel sector, a ese grupo que los acompañó en esta oportunidad, se obvia que en democracia gana el que más respaldo popular tiene. Entendamos que solo el hecho de estar en gobierno, genera algún tipo de desgaste, en el respaldo. Además todo análisis que podamos hacer, tiene que partir del hecho de que ese Pueblo que hoy no votó por nosotros, si lo hizo durante 18 procesos. Lo más correcto sería que el efervescer de nuestros cerebros, se centre en primer lugar, en identificar cuales fueron nuestras debilidades a lo interno, corregirlas a la brevedad posible, para luego proceder a buscar las que están afuera. Esto sin pretender obviar el profundo daño que genera todos los días la derecha; en la disposición, moral y el sosiego de nuestro Pueblo, a través de la agresión constante desde sus diversas posiciones. Sería un error grave, pretender salir otra vez a la batalla, sin corregir nuestras ineptitudes internas. Urge recomponer primero nuestras fuerzas. Y para ello debemos revisar sin amiguismo, con objetividad aguda, el desempeño de cada uno de nuestros funcionarios. Cuanto sumaron y restaron para esta derrota, en el desempeño de sus funciones. No considero que debamos excusarnos y sentirnos satisfechos, diciendo que el enemigo era más grande. Porque más pequeños han sido los cubanos y han tenido a los gringos a raya. Lo mismo hicieron los vietnamitas. Más allá de la discusión sobre lo letal que es el enemigo, debemos discutir cómo destruirlo, o evitar que continúe haciendo daño. Si nuestros cuadros se agotaron, o no cuentan con la oxigenación, ni las ideas para buscarle solución al problema, hay que abrirle los espacios a gente más dispuesta y capaz. Por eso, lo que debemos analizar en esta hora, es si nuestro papel fue cumplido, si los hombres y mujeres encargados de neutralizarlo (partidos o Instituciones) hicieron el trabajo o no.

Lo ocurrido el 6 de diciembre de 2015, en las elecciones parlamentarias de Venezuela, tiene similitud al “chirrear de la economía” ordenado por Richard Nixon a la CIA, previo al golpe contra Allende en chile. Estrategia a la que Obama actualizó el nombre recientemente, llamándola “torcedura de brazo” (para los que no hacen lo que queremos). Sabiendo lo exitoso que le ha resultado a los gringos esta estrategia, no podemos quedarnos en una esquina llorando, o pretender excusarnos alegando que son unos tipos muy rudos y malos, olvidando oportunamente que somos la contraparte en esta pelea. Y no solo eso, tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de nuestra población. Es nuestra obligación buscar la manera de contrarrestar cada una de sus avanzadas, por más complicadas que parezcan.

Dentro de los razonamientos que debemos hacer, estamos obligados a analizar nuestra incapacidad a la hora de contrarrestar la propaganda engañosa de la derecha, debemos revisar la pereza en nuestra vanguardia, se debe tener claro también que no todo votante Chavista es vanguardia y que la fortaleza de la masa existirá en proporción a la atención que brinde esa vanguardia. Pero si nuestros dirigentes permanecen callados mientras la derecha se introduce en las colas con sus mentiras, si no se les contrarresta en los espacios donde se explayan, la verdad que va quedar firme va ser la de la derecha. Entonces no podemos decir que la gente se dejó engañar, algunos de nosotros tampoco hicimos nada por que esto no ocurriera. Muchos decidieron ser chavistas luego de llegar a sus casas, de resto eran shakiras. Pretendimos combatir la desinformación que tenía la derecha desde hace 2 años, en los dos meses de campaña y no nos alcanzó el tiempo. Lo que indica, que la derrota tiene varios responsables.

Otra cosa que hay que corregir es la fábrica de descontentos, que se instaló en nuestros diferentes centros de distribución y venta de productos de la cesta básica. Donde nuestra gente pasa de 8 a 12 horas para poder acceder a algunos pocos alimentos, en condiciones imposibles y algunas veces se va sin comprar. Debe haber otra forma de hacerle llegar el alimento a la gente, sin tantos padecimientos. La revisión de la revolución, debe pasar por la incorporación de gente que venga con nuevas ideas, que brinden solución a los problemas creados por la derecha.

A pesar de todo, recibimos el apoyo de más de 5.600.000 gladiadores. Un pelotón nada despreciable. Lo otro que nos resulta favorable es que gran parte de la votación contraria, lo hizo producto de molestias. Ante esta situación solo queda la renovación y la corrección de los errores que vengamos cometiendo. Debemos hacerle un mayor seguimiento a las Instituciones que apalancan la producción en el país. Es necesario, de una vez por todas superar el rentismo petrolero. Profundizando la producción en la distintas áreas esenciales para el desarrollo de la Nación. Colocar cuadros más capaces en nuestro equipo económico. El pueblo es sabio y paciente, decía Ali.. Quizás nos hacía falta un pinchazo para que afináramos y aceleráramos el paso. Lamentablemente, recibimos el choque de un tren en esta oportunidad.

Ellos se debaten hoy, entre si terminan de sacar los productos, si invierten en el país, como hace cualquier empresario, o mantienen la presión hasta que Nicolás caiga. Se baten entre los que piden que se les devuelva los privilegios que Chávez entregó al Pueblo y los que insisten en que no deben perder todavía la compostura. A lo interno de esa mezcolanza, la barrera de la sindéresis que encarnan algunos más diplomáticos, rápidamente se disuelve, producto de la presión de los desaforados. Tengamos la humildad de corregir y ese mismo pueblo que nos pateó hace algunos días, retornara más pronto de lo que la oposición cree, y con una convicción más clara.



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Pedro Figueroa


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