"Elecciones burguesas"

La inconciencia del pueblo No eligió a sus verdugos, las elecciones burguesas están hechas para para que la gente siempre esté esclavizada a sus verdugos. En el furor del fanático, quienes se opusieron a Maduro, más o menos tres millones de venezolanos, votaron contra él sin medir las consecuencias. En la "Fiesta Democrática", como en toda fiesta, no se piensa con claridad. La elección para nuestros representantes a la Asamblea Nacional, lejos de ser un acto escrupuloso de mucha conciencia, se transformó en la "parranda democrática", en una especie de catarsis. Los electores se dejan llevar por motivaciones fugaces, por fuegos artificiales, "apuestan" por su candidato. El "sistema electoral burgués" es una de las primeras instituciones capitalistas que hemos debido cuestionar y cambiar desde el principio.

En las elecciones de nuestros diputados debería prevalecer el compromiso del candidato con la sociedad, a través de un sistema que nos permita elegir a conciencia a los hombres y mujeres más honestos y de comprobada vocación de servicio. Para eso el elector debe ser corresponsable con el elegido, por sus actos y decisiones políticas. Debería prevalecer el trabajo sin sueldo, sin las famosas dietas. Que cada diputado viva del sueldo de su trabajo o profesión, por ejemplo. Se ha debido pensar hace rato la sustitución todas las instituciones burguesas (el sistema electoral, el sistema judicial, el sistema de salud, de educación, la doctrina militar, el sistema carcelario, EL SISTEMA ECONÓMICO etc.) sobre principios socialistas, por las socialistas.

La conciencia del pueblo nace en los cambios que se hagan a estas instituciones, porque requieren de mucha reflexión y preparación, porque nos involucra a todos como sociedad. Los principios donde se fundamentas estos cambios son del mismo talante que tiene la tecnología cuando ésta ha eliminado las trampas en las máquinas electorales, pero respecto al buen juicio de la elección de los candidatos; que nadie pueda ser elegido sin ser reconocido como una persona de experiencia en el trabajo honesto, y en su vocación de servicio a la sociedad. Esto último, si se consigue, haría casi que inútil al sistema automatizado, por más infalible que sea. Puesto que lo que importa en una elección no es que no se haga trapa numérica, sino que no se haga trampa jamás, ni en el momento de la elección y mucho menos luego de ser elegidas las autoridades o representantes.

Una elección debe ser siempre un acto de conciencia y responsabilidad. Hoy, elegir es lo más parecido a jugar, a apostar en una especie de invite y azar. Y por su naturaleza, estas elecciones llamadas Fiesta Democrática, no son otra cosa que una forma de distracción, de esparcimiento, de domingo de feria. Diría el Ministro de Cultura, un de "Día Feliz".

Culpar de desleales a tres millones de venezolanos que votaron siempre por Chávez, es decir, por una esperanza de cambio, por el solo hecho de haber seguido a sus instintos, a la mecánica de sus necesidades inmediatas, y en medio de una fiesta, votando por sus verdugos, por el enemigo, nos debería hacer reflexionar en lo ligero de lengua que podemos llegar a ser. Lo que acaba de pasar es digno de un gran debate político nacional sobre el fenómeno de las elecciones burguesas, su rol como anclaje fundamental en los prejuicios burgueses, en la moralidad de creer que se es libre de elegir nuestro destino, cuando tenemos que escoger entre lo menos malo.

Pasó, entre otras cosas, que no hubo alternativas. Que no fuera la de votar por algo que parecía lo mismo de lado y lado ¿Por qué tanta simpleza en los criterios de la elección? Porque los discursos carecían de contenido político, de lado y lado. Hechos justo para no pensar. Nadie que le regalen una computadora sin que le pidan nada a cambio tiene que obligarse a ser leal a un gesto tan pícaro, tan manipulador ¿Quién se va enterar de que yo voté o no por el candidato por el cual querían (y ni eso me exigieron) que yo votara? Fue un gesto pícaro, regresado con otro de igual calidad.

Pasó que se agotaron las reservas en dólares: o se hace una verdadera revolución socialista y cambiamos el modelo consumista, egoísta y derrochador, o pedimos cincuenta y un mil millones de dólares al FMI (como dijo Lorenzo Mendoza que era la cifra), para seguir con la repartidera, pero esta vez a los que tienen al gobierno, y a todos, con la soga al cuello, "agarrados por las bolas", a saber: a los ricos de siempre.

Ahora ¿Cómo se sale de ésta sin tomar partido por el socialismo? El caso es que Chávez habló de una Venezuela Potencia moral e independiente, porque las potencias económicas ya están completas. Pretender una Venezuela Potencia, como una Brasil Potencia o una Argentina Potencia es tan tonto como pedirle a tu verdugo que te salve la vida. Y un verdugo ni pide ni da clemencia, está ahí para cortar cabezas. Para eso está el capitalismo en el mundo. Así se pinte de bisoño e inofensivo, como Pérez Abad y sus cuarenta ladrones bolivarianos, el capitalismo es malo; por más amor y deseo haya en el alma de Cristina o de Dilma, el capitalismo no las perdonará jamás. Pactar con él es pactar con el diablo.

Es hora de pensar en las "elecciones burguesas": en qué son y para qué sirven, cuál es su papel en esta crisis regional de "Identidad Política". La social democracia tiene pies de barro, no camina lejos, es más de lo mismo. Pero el socialismo tiene la fuerza de la idea, de la sociedad del futuro, la fuerza y la inspiración de la revolución y del trabajo que queda por hacer.

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Héctor Baíz

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