Lo que nos asecha

Hace varios días vi y escuché al camarada Elías Jaua, recién encaramado en una nueva responsabilidad, afirmar que en este gobierno se aceptan las críticas y autocríticas, pero las mismas deben ser para avanzar.

Tomando en cuenta que es una opinión escuchada de varios dirigentes del proceso, estuve esperando por varios días que alguien del gobierno o de la cúpula del PSUV o el propio Jaua hiciese conocer un Manual para hacerle críticas al gobierno. De esta manera nos evitaríamos casos desagradables como el de William Torcatiz, miembro directivo de la Red Nacional de Escritores y Escritoras Socialistas de Venezuela, capítulo Monagas, despedido de PDVSA luego de la publicación de dos artículos en Aporrea, con algunas críticas a ciertas políticas del gobierno.

A lo mejor si el poeta Torcatiz hubiese tenido un Manual al cual consultar, hubiese adaptado su crítica al mismo a fin de evitar una amonestación tan severa. Incluso, vamos más allá, si el Manual específica las distintas amonestaciones o castigos de acuerdo a las palabras usadas en las críticas, a lo mejor se ajusta a una amonestación menor; por ejemplo, que lo califiquen de "contrarrevolucionario", calificativo que no le rompe los huesos a nadie, mucho menos dentro de un proceso que cuenta con tantos funcionarios que se llaman revolucionarios, aunque las medidas que tomen sean contra el pueblo y muy lejanas al socialismo.

Este tipo de asechanza es preocupante, no sólo porque atenta contra el espíritu crítico que debe prevalecer en todo proceso revolucionario; sino que el propio gobierno pareciera no darle el valor justo a los grandes logros que se han alcanzado en lo social en estos 15 años y cree que la crítica de un poeta puede desestabilizarlo.

Pero vamos a otra asechanza. Una que viene del otro lado. Se la han presentado al país con un bonito envoltorio desde los grandes medios de comunicación. Lo amoroso, lo ingenuo, lo encantador que se enfrenta al terrible ogro que nos gobierna. Ojo, esto se lo he escuchado a periodistas que escriben cursilerías y le llaman poesía, pero también a periodistas serios, que en otros tiempos se destacaban por sus sesudos análisis.

Resulta que lo amoroso, lo ingenuo, lo encantador ha devenido en unos tipos que para "alborotar" al país se proponían hacer volar discotecas. En pocas palabras, se disponían a asesinar a mucha gente o provocar muertes, en especial de jóvenes, a fin de crear un caos. Este asecho es un peligro para cualquier ciudadano, pues se supone que todavía quedan muchos de estos locos sueltos por las calles capaces de cometer una barbaridad.

Una vieja asechanza es la de los curas de jerarquía. Se trata de una asechanza permanente contra los pueblos y sus luchas. Semanas atrás armaron una sampablera mediática sólo porque a una humilde militante chavista, llevada por el amor al Comandante Eterno, se le ocurrió rezar un Padrenuestro con Chávez como eje central del mismo. Inventiva que no es nueva, basta recordar a los poetas Pablo Neruda y Aquilés Nazoa. Sólo que nuestros curas de alta jerarquía son más retardatarios que los demás o el antichavismo les hace perder la mesura.

Y recién otro jerarca de la iglesia, le ha recriminado al gobernador de Portuguesa que hable como "comunista y ateo", como si eso fuese un crimen. Ser comunista es ser humanista, eso lo venimos sabiendo desde hace muchos años. Y ser ateo o no creyente es una opción válida, tan válida como la de ser cristiano, ir a misa y comulgar.

Estas son las asechanzas más recientes que he sentido sobre nuestros hombros. Ah, y no terminar de entender a este gobierno, a pesar de que es el mio al cual debo defender.

Necesitamos el Manual, por favor.







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Pedro Salima


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