De Hegel al materialismo

1. Introducción y propósito del texto

El artículo presente es un resumen y actualización del publicado en la revista Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas en 2008 [https://www.redalyc.org/pdf/181/18102011.pdf], e intenta realizar una indagación filosófica que busca trazar los vínculos entre la filosofía hegeliana, específicamente su obra Fenomenología del Espíritu (FE), y el materialismo dialéctico desarrollado posteriormente por Marx y Engels, un tipo de materialismo que, en realidad, resulta ser heredero del idealismo. Un idealismo que, debemos decirlo una y otra vez, nunca ha desaparecido en el corpus de estos dos grandes revolucionarios y filósofos. Como nos decía Preve, cuando Marx habla de "materialismo" normalmente quería decir "estudio científico y riguroso", y no una ontología determinada rigurosa.

Aquí se sostiene que sin el tránsito filosófico operado por el idealismo alemán, y en particular por Hegel, el materialismo marxista no habría sido posible. El objetivo es realizar una lectura de la FE orientada a esclarecer un poco más los fundamentos filosóficos del marxismo, entendiendo que todo estudio serio de esta corriente debe estar guiado por el telos de la emancipación humana, la eliminación de la opresión de clase y la superación del capitalismo.

2. El idealismo alemán como preludio necesario

Habría que empezar situando el idealismo alemán como un cambio epocal que desplazó el centro de los sistemas metafísicos de la "Sustancia" (característica de la escolástica y el racionalismo) al "Sujeto". Este giro subjetivo, iniciado por Kant y culminado en Hegel, supuso una "divinización del Sujeto" que, sin embargo, contenía en sí el germen del materialismo al enfatizar el "lado activo del Sujeto", como ya señaló Marx. Se argumenta que para llegar a El Capital es necesario haber pasado por la Fenomenología del Espíritu, no solo por razones históricas o genéticas, sino por razones lógicas y sistemáticas.

3. El Sujeto y la dialéctica en Hegel

El análisis de este tránsito se centra en el concepto de Sujeto en Hegel. Frente a interpretaciones estructuralistas que pretenden hacer del marxismo una "filosofía sin sujeto", aquí se debe subrayar que en Marx el Sujeto es esencial como "Agente de su propia Historia", una voluntad y conciencia transformadora condicionada, a su vez, por las estructuras históricas y sociales. Hegel resuelve la antinomia kantiana entre Libertad y Necesidad (o Naturaleza y Espíritu) absolutizando el Reino de la Libertad: todo lo real es concebible desde el Sujeto en perpetuo devenir. La realidad no es un conjunto de sustancias estáticas, sino "vivificación" de la acción subjetiva.

La cita clave de la FE es: "todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto". Esto marca una ruptura con la visión pre-hegeliana que contraponía Sujeto y Objeto. En Hegel, el Sujeto no es una entidad originaria que se desdobla, sino que es Sujeto precisamente por su Dialéctica. La dialéctica no es un mero instrumento, sino "la vida del mismo Sujeto". El Sujeto Absoluto, que para Hegel es Dios o Espíritu, no conoce una negatividad externa definitiva; todo "otro" es un momento condenado a reintegrarse en la unidad del Espíritu.

4. La negatividad y el movimiento de lo real

Hegel niega la existencia de esencias fijas y determinaciones estáticas. Lo falso y lo negativo no son opuestos externos a lo verdadero, sino momentos dialécticos de una sustancia que es, en sí misma, negatividad. La verdad no es una fijación, sino movimiento. En este punto, Hegel critica el racionalismo matematizante de la Ilustración, que hipostasiaba una "Materia" entendida como residuo abstracto y soporte inerte de relaciones matemáticas eternas. Frente a esto, se podría concebir la materia como intrínsecamente activa (como en Schopenhauer), pero este no será el camino que tome Marx.

5. Sistema, espíritu y autoconciencia

Para Hegel, la Ciencia es el sistema del Espíritu, que es la vida misma del Sujeto. El conocimiento no es intuición inmediata, sino trabajo, movimiento del concepto que se autoengendra. Esto destruye la lógica tradicional (S es P, Sujeto +cópula+ Predicado) y enfatiza el contenido por encima del formalismo. El monismo de Spinoza (Deus sive Natura) era estático; Hegel dinamiza el Sujeto, eliminando toda exterioridad real.

La teoría dialéctica de la verdad supera las teorías clásicas de adecuación entre sujeto y objeto. La verdad se sitúa en el ámbito de la autoconciencia: el saber de quien sabe y sabe que sabe. La conciencia no se opone estáticamente a los objetos; en ella hay momentos negativos (la relación con el objeto como otro) y positivos. La autoconciencia supera esa negatividad al reconocerse en y a través de lo otro.

6. La dialéctica del amo y el esclavo

Una de las figuras más célebres de la FE es la dialéctica entre el Señor (amo) y el Siervo (esclavo). Esta relación triangular (Sujeto 1, Sujeto 2, Objeto) es fundamentalmente asimétrica. El Señor, al interponer al siervo entre él y la cosa, goza de ella sin transformarla, mientras que el siervo, al trabajar la cosa, desarrolla una independencia práctica. Se produce una inversión dialéctica: el Señor, aparentemente independiente, deviene dependiente del trabajo del siervo, mientras que la conciencia servil, a través del trabajo, alcanza una verdadera independencia y autoconciencia.

Se ve aquí un precedente idealista del análisis marxista de las relaciones de clase. El mundo de los siervos es el mundo del señor, un sistema basado en el terror, el miedo a la muerte, que garantiza la obediencia. La "Civilización", así entendida, es un sistema de servidumbre y obediencia generalizada.

7. Ruptura, alienación y unidad

La disociación dentro de la conciencia, la existencia de negatividad y oposición, es reflejo de la oposición de clases en la sociedad. La humanidad se vuelve "una realidad rota, alienada". La creación de un mundo suprasensible (religioso, sagrado) forma parte de la ontología del ser civilizado, laborioso y sumiso.

La autoconciencia, como Razón, supera su actitud negativa ante el mundo. La famosa fórmula hegeliana "lo Real es Racional, y lo Racional es Real" expresa esta unidad. El "idealismo positivo" hegeliano sabe que el mundo es suyo y es real, y no deja residuos ajenos a la autoconciencia (no hay "cosas en sí" inaccesibles).

8. Jerarquía de las facultades y crítica al reduccionismo

Hegel establece una disposición dialéctica y jerárquica de las facultades anímicas: sensibilidad, irritabilidad y reproducción. La sensibilidad representa la fluidez universal y el ser en sí; la irritabilidad, la reacción ante el otro (ser para otro); y la reproducción, la actividad del organismo como totalidad que se autoperpetúa. Las funciones superiores no se reducen unívocamente a sus sustratos anatómicos.

De la FE destaca la crítica de Hegel al formalismo y al dualismo reduccionista de ciencias como la Fisiognómica y la Frenología, que buscaban signos anímicos en rasgos corporales fijos (como la forma del cráneo). Hegel señala que la interioridad se expresa a través del trabajo y el lenguaje, no a través de rasgos somáticos. Esta crítica prefigura la postura marxista y es una advertencia contra los reduccionismos materialistas vulgares (como ciertas neurociencias contemporáneas) que confunden el sustrato con la actividad.

9. Trabajo, objetividad y espíritu universal

El trabajo adquiere una relevancia extraordinaria. A través de él, la acción individual se universaliza y adquiere valor ético. El individuo se sabe miembro de un Espíritu Objetivo, con sus leyes, trabajo y lenguaje. En un pueblo libre, la razón se realiza como "espíritu vivo presente". El individuo encuentra su esencia en la comunidad y vive de acuerdo con sus costumbres.

La realidad es movimiento, es obrar. Toda la gnoseología y metafísica hegeliana desemboca en la Eticidad, el reino de la acción. La ley ética no es un "deber ser" abstracto, sino la voluntad pura y universal que es y vale; es lo más real.

10. Muerte, guerra y Estado

Hegel otorga un profundo significado a la muerte. No es solo el dejar de existir, sino el rebajamiento del espíritu (actividad, libertad) a la pasividad total. El cadáver, entregado a fuerzas naturales inferiores, suscita terror porque refleja nuestra propia vulnerabilidad. Los rituales funerarios (enterrar al muerto) buscan reintegrar la singularidad orgánica en lo genérico e indiferenciado.

La guerra, para Hegel, tiene una función política y espiritual: evita que la sociedad se estanque en el aislamiento de sus partes y recuerda a los individuos su pertenencia a un todo superior, cuya ley suprema es la muerte. El Estado, en su forma realizada, es la encarnación del espíritu universal. De la lectura de la FE hay que resaltar aquí el fuerte estatalismo hegeliano, que, sin culpa del filósofo, degenerará en los totalitarismos del siglo XX. En el Estado hegeliano, las luchas particulares se subordinan a la única oposición fundamental entre el individuo y lo universal, mediada por el Estado.

La "libertad universal" abstracta, en su fase negativa, solo puede producir una muerte fría y sin significado, como la decapitación de un rey o un criminal. El Estado, como "Totalidad fría", objetiviza las acciones, el lenguaje y la ley, cerrando un sistema en el que el individuo es reconocido solo en la medida en que se subordina a lo universal.

11. Fe, Ilustración y la Dialéctica de la Razón

Hegel analiza el antagonismo entre la Fe pura y la Ilustración (intelección pura). Ambas surgen de la Modernidad y comparten una raíz común, pero se enfrentan como negativos una de la otra. La Ilustración unilateral, obsesionada con criticar a la fe, deviene formalismo vacío y a su vez una nueva superstición. Hegel intuye aquí una "Dialéctica de la Ilustración" mucho antes que Adorno y Horkheimer.

La verdadera Razón hegeliana no es unilateral; es absoluta y omnicomprensiva. No sale de sí misma; todo lo racional es real. Hegel supera a Kant al dotar a la Razón de una dinámica puramente inmanente, sin "altos vuelos" trascendentes. La Razón se absolutiza dentro de la historia y la experiencia humana.

En el mundo hegeliano, todo es utilidad. Los objetos son valores de uso, y los hombres también se utilizan mutuamente. La máxima utilidad, llevada a su pureza, es la Religión entendida como vínculo universal de dependencias recíprocas, sin un Dios trascendente. Este idealismo comparte con el ateísmo la negación de la onto-teología.

12. Materia y pensamiento: la cercanía entre idealismo y materialismo

Hegel demuestra una lucidez extraordinaria al mostrar la proximidad entre idealismo y materialismo. En nuestros días pocos son los marxistas y marxólogos capaces de percatarse de esto. Muy pocas figuras se me vienen a la mente: Costanzo Preve, Diego Fusaro o Salvatore Bravo son excepciones.

La "Materia" de la Ilustración es una abstracción pura, el residuo que queda tras despojar a las cosas de sus predicados sensibles. Es, en el fondo, "puro pensamiento". La ecuación parmenídea-cartesiana "Pensar es Ser, Ser es Pensar" encuentra aquí, en Hegel, su pleno desarrollo dialéctico.

El idealismo absoluto de Hegel no deja lugar para residuos externos: no hay materia trascendente, cosa en sí o sustancia ajena al Sujeto. Todo es espíritu. Y espíritu significa, en última instancia, libertad. La autoconciencia libre es un proceso infinito de autocomprensión y autodespliegue inmanente.

13. Conclusión: hacia el materialismo de la praxis, vale decir, idealismo revolucionario.

El recorrido por la FE permite vislumbrar cómo el pensamiento hegeliano, pese a su forma idealista y críptica, contiene los elementos que el materialismo dialéctico reelaborará:

1. La primacía del proceso y la actividad sobre las sustancias estáticas.

2. La dialéctica como lógica del movimiento, la negación y la superación.

3. La centralidad del trabajo como mediación universal y fundamento de la sociabilidad y la cultura.

4. El análisis de las relaciones de dominación (amo/esclavo) como clave para entender la historia y la alienación.

5. La crítica al formalismo y al reduccionismo, insistiendo en la irreductibilidad de la actividad consciente y social a sustratos inertes.

6. La comprensión crítica de la ideología (fe, ilustración) como momentos necesarios pero superables en el desarrollo del espíritu/la humanidad.

Se puede concluir que la FE, al desplegar la conquista de la conciencia por sí misma, "enmascara y toma en cuenta, con su lenguaje idealista y oscuro, la subordinación de unos cuerpos humanos ante otros". El materialismo marxista tomará este núcleo racional, lo invertirá ("poner a Hegel sobre sus pies") y lo aplicará al análisis concreto de las relaciones sociales y económicas, manteniendo el telos de la emancipación humana que, según el autor, debe guiar cualquier estudio serio de esta tradición filosófica.

Bibliografía para ampliar:

Blanco Martín, C. X. "De Hegel al Materialismo", Nómadas, https://www.redalyc.org/pdf/181/18102011.pdf

-Ensayos Anti-materialistas, Letras Inquietas, 2021, https://a.co/d/2IQOz4m

-Comunismo. Un fantasma para el siglo XXI, EAS, 2024, https://editorialeas.com/producto/comunismo/



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

 carlosxblanco@yahoo.es

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