Ocho razones de peso para votar por Ernesto

Conocí a Ernesto Villegas como casi todos los venezolanos y venezolanas: por las pantallas de VTV y por su ameno programa radial En confianza. Esta es la primera razón: Ernesto no sólo es un gran comunicador. Como Chávez tiene el raro don de hacerse amigo y hasta íntimo sin siquiera haberle uno apretado la mano personalmente.

La segunda razón es que Ernesto es un trabajador social incansable. Verlo conducir un automóvil mientras simultáneamente respondía llamadas de dos celulares y celebraba una reunión de trabajo fue todo un espectáculo de militancia. Trabajo y más trabajo, constancia y más constancia, encomendaba Bolívar para hacer Patria.

La tercera tiene que ver con su manera para enfrentar la salida de las pantallas de VTV en medio de una coyuntura compleja como todas las que hemos atravesado los activistas humanistas, progresistas y socialistas. En lugar de irse a lamentar Ernesto se fajó a realizar una investigación entre periodística y semi policial que meses después coronó con una pieza imprescindible para entender y sopesar el hondo sentido histórico del golpe de Estado de Abril del 2002.

La cuarta razón nace de mi fugaz pero inolvidable trato con este camarada. Lo conocí en la brega, analizando casos concretos y espinosos de nuestra enrarecida política. Recuerdo que yo exponía los resultados de una investigación reciente y Ernesto tuvo la altura intelectual de escuchar atentamente una exposición que luego supe iba a contracorriente de su percepción sobre el caso. Hace falta tener humildad, sensibilidad, inteligencia y también grandeza para cambiar drásticamente de opinión frente a un tema. Y por lo demás admitirlo en público. Sobre todo cuando se es un alto funcionario.

La cuarta es que además le envié con una amiga una personal valoración claramente hiper-crítica respecto de la situación de nuestra comunicación e información en medios públicos. Luego de enviarla confieso que sentí que seguramente sería leída como descalificación a un gran esfuerzo de nuestros apasionados comunicadores y comunicadoras, y no como insumo para una  humilde contribución a una nueva estación de nuestra hegemonía político comunicacional.  Ernesto no solo la leyó sino que enseguida me la comentó generosa y positivamente.

La quinta tiene que ver con su claridad, llaneza y humildad para encarar atolladeros confusos en momentos delicados. Verlo moverse en las honduras de la transición entre la gravedad del Comandante Chávez, luego de cara a su desaparición física y a la postre frente al complejo escenario de la transición hacia unas elecciones presidenciales históricas. Unos comicios navegados en medio de un doloroso luto político nacional y un ulterior desconocimiento de los resultados por una oposición arrastrada y apátrida, que sin embargo llevaron a Nicolás Maduro a la primera magistratura. Ver a Ernesto sortear estas honduras fue una iniciación de gran ajedrecista.

La sexta es que como pocos, Ernesto es un hombre que permite y facilita que nuevas generaciones se involucren con el quehacer político y comunicacional. Ernesto es un líder que cree y apuesta por la juventud y a la diversidad. Cosa muy rara en el ataja-perro de la política nuestra. Tal hace pensar que, de conquistar la Alcaldía Mayor para el Bolivarianismo, tendremos, de seguro, un alcalde de lujo. Brillante comunicador, fraterno amigo, tenaz camarada, abierto a las nuevas generaciones, creyente ferviente en la incorporación de la mujer en las más altas responsabilidades públicas, y además un gran armador de equipos de trabajo.

Pero veo también una sexta. Ernesto es la antítesis de un sectario. Tal hace prever que su gestión local será de seguro un ejemplo de cómo ganarse para el trabajo y para el proceso a escépticos y hasta a muchos encarnizados proletarios opositores.

La séptima es que Ernesto es un hombre singularmente generoso. Ernesto, me consta, es un hombre que da con alegría, comparte de buen modo, da lo que es valioso para sí, comparte con una sonrisa aunque se sienta mal, entrega su  tiempo escuchando con atención lo que otros tengan que decirle, está pendiente de las necesidades de los demás, está dispuesto a dar lo mejor de sí ante las necesidades de los demás  y ayuda sin que nadie se lo pida. ¿No esto ser y vivir el cristianismo?

En el Evangelio vemos cómo Jesús valora la generosidad: «Estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor y dijo: "Les aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás; porque ésos han echado de lo que les sobra, mientras que ésta ha echado todo lo que tenía para vivir."» Lc 21, 1-4.

Por todo esto, conmino a elegir Alcalde Mayor a Ernesto en estos próximos comicios.

Ah, y casi se me olvidaba la octava razón: … En medio del desabastecimiento programado que auspicia la derecha venezolana en conchupancia con la burguesía capitalista mundial, tener en la sede del poder político del país a un hombre formado y acerado políticamente como Ernesto es un gran alivio. Sobre todo de cara a a la seguidilla de golpes de estado que de seguro se cocinan…



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Luis Delgado Arria


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