Hasta el momento en que escribo este artículo, unos días antes de su publicación, pretendo dar una explicación apropiada a la no consumación del rescate de los tres rehenes que se torna difícil porque –aun con toda la cobertura mediática que ha habido– existe muchísima desinformación con la sola intención de confundir para contribuir así a que tal acción fracase. Un ejemplo de esa tela de enredos es la inesperada aparición de Enmanuel en una institución pública de cuidado infantil en Bogotá.
Sobre esto les ofrezco algunas reflexiones a continuación.
1) Es lógico que las Farc no pudiesen tener a Enmanuel en su territorio, por el carácter bélico de los movimientos de este grupo. De ahí que el párvulo se encontrase bajo el cuidado de personas capaces de atenderlo, según la versión de ellos. Entonces, se deduce que la condición de salud del chamo debería ser estable.
A pesar de lo anterior, en un primer momento, según lo que dieron a conocer los medios de comunicación de Colombia, el niño estaba enfermo, maltratado y torturado, mientras que, en un segundo instante, el estado físico del hijo de Clara Rojas era estable después de dos años en esa institución. ¿Por qué la aparición de la criatura nacida en cautiverio es tan poco coherente y precisa? 2) ¿Cómo se enteraron Uribe y su comitiva antes que el Gobierno de Venezuela y los familiares de los secuestrados de la presencia de Enmanuel en Bogotá?, ¿o simplemente ya lo sabía desde hace rato el mandatario neogranadino? ¿Por qué dio a conocer la noticia del niño cuando se esperaba el rescate y no antes? 3) ¿Hasta qué punto las Farc tendrán razón al señalar que no se ha despejado la zona de Pradera y de Florida para que se efectué la entrega de Clara Rojas y Consuelo González? 4) A nosotros, que estamos ajenos al tema, nos parece sencillo la entrega de los rehenes por parte de las Farc, pero para los entendidos en la materia es un proceso complejo que no se puede efectuar de la noche a la mañana, debido a que existe mucha probabilidad de que un tercero sin ser descubierto manipule su resultado.
Asimismo, el temor es mayor cuando existen personas que se oponen a que se produzca el canje humanitario para que no se le atribuya el éxito a Chávez como mediador de esta gestión humanitaria, tal como se observó con Uribe en relación con el reconocimiento intempestivo del niño como Enmanuel.
5) En el comunicado del 2 de enero, las Farc finalizan con la idea de que el proceso no ha terminado todavía, mientras que para el Gobierno colombiano –como también para opositores extranjeros de Hugo Chávez– el operativo parece que ya se abortó.
Con base en lo anterior, la ambigüedad que se vislumbra en el rescate de los presos demuestra que aún no existe un deseo sincero. No sé si sólo de parte del gobierno de Colombia, aliado de Estados Unidos, o de las Farc también al no dar la información del muchachito antes que Álvaro Uribe.
En definitiva, hay interesados encubiertos en que no se efectúe esta misión a pesar de que la mayoría aboga por el éxito de la entrega. Y los que apuestan de antemano a la frustración del canje manifiestan un egoísmo ciego que se alimenta de la guerra y del sufrimiento ajeno.
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