Tiempo de cambios

Mi salida de la Cancillería

Tal y como ya ha sido suficientemente publicado, fue aceptada por el presidente de la República, Hugo Chávez, mi renuncia al cargo de vicecanciller para Asia, Medio Oriente y Oceanía. A partir de ahora no detento cargo público alguno y no comprometo a nadie, sino a mí mismo, con mis opiniones. Eso es, aunque algunos no lo crean o no lo entiendan, un verdadero privilegio. Y más para quienes estamos acostumbrados al debate de ideas y a la crítica como elementos de la cotidianidad.

Pero quiero aclarar, porque tal vez se han producido interpretaciones confusas, que no estoy en plan de abandonar el barco y colocarme en una posición opuesta al gobierno del presidente Chávez, a quien continúo apoyando, sin que por ello renuncie al derecho y al deber de hacer señalamientos críticos cuando las circunstancias obliguen a ello. No ando buscando, por lo tanto, que la derecha en general y el antichavismo extremo en particular me perdonen la vida.

Mi salida de la Cancillería tiene una explicación que debo ofrecer. Desde hace varios meses le solicité al ministro Nicolás Maduro que me liberara de mis responsabilidades en el cargo que venía desempeñando. Le argumenté mi deseo de retornar definitivamente al campo del periodismo activo, del cual me retiré en una primera oportunidad en 1993, cuando fui electo diputado uninominal por Caracas, con el apoyo de La Causa R, y al cual regresé a medias en otras dos ocasiones, ya no como reportero de medios impresos sino como conductor de programas en radio y televisión. El canciller Maduro me propuso esperar hasta final de año, cosa que acepté. Pero

en el mes de noviembre reiteré mi deseo de renunciar, con el mismo objetivo planteado de volver al ejercicio de mi profesión. Coincidió esa solicitud con la crítica que en las páginas de este diario hice a la reforma del artículo 337 de la Constitución de 1999. Nuevamente acordé con Maduro que después del referendo volveríamos a hablar sobre mi renuncia, la cual me fue aceptada a comienzos de la semana pasada.

Aunque no he podido conversar con Maduro, le agradezco tanto a él como al presidente Chávez la oportunidad que me dieron de apoyarlos en el trabajo internacional. En lo que a mí respecta, creo que puedo ser más útil al país desde el ejercicio periodístico, y a eso me dedicaré en lo fundamental. No tengo otros planes, sin que ello quiera decir que me resultará indiferente la suerte de la revolución bolivariana. A ella me siento ligado. No le escurro el bulto a la responsabilidad que me pueda tocar en sus errores y en tropiezos como el ocurrido el 2 de diciembre. Por eso he hablado con franqueza sobre lo que considero son algunas de las causas del traspiés electoral en el referendo.

Y no puede aceptarse que por uno atreverse a ejercer el derecho a la crítica se intuya o se dé como un hecho que nos rajamos, saltamos la talanquera o estamos buscando cortarle la cabeza a alguien para quedarnos con su cargo. Al menos, y lo digo con toda firmeza, ese no es mi caso. Así que están bien equivocados quienes interesadamente confunden la gimnasia con la magnesia. Es hora de abrir los espacios necesarios para una reflexión colectiva en el seno de los sectores que han venido respaldando al presidente Chávez. La ausencia de discusión, sobre todo después de lo ocurrido, tendría efectos más nocivos que los propios resultados del 2-D.


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Vladimir Villegas

Periodista. Ex-presidente de VTV, ex-viceministro de Relaciones Exteriores para Asia.

 vvillegas45@gmail.com      @VladiVillegas

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