El desespero de Trump es evidente. Y es por demás superficial pensar que, eso se deriva de su preocupación por "rescatar la democracia en Venezuela"; más si sabemos dos cosas, la angustia que cunde en factores de poder en EEUU, por la tendencia negativa de su economía y el avance de otras, como la china y su evidente interés en "revertir" el estado de cosas en nuestro país, valiéndose de factores que para nada califican para el objetivo.
Lo que Trump busca y a la manera que quiere, que nosotros bien sabemos, cualquiera le sirve, como le sirvió al imperio británico aquellos corsarios, como Walter Raleigh, cuyo fin era entorpecer las negociaciones de España con sus colonias. Y el entorpecimiento no era en favor de las colonias, sino del contrabandista inglés. Bien se sabe que, en un momento dado, los contrabandistas ingleses llegaron a controlar el comercio en las colonias y en eso, hasta lograron contar con el respaldo de funcionarios españoles. Quien estudie el alzamiento de Juan Francisco de León, de los tiempos coloniales en Panaquire, espacio perteneciente hoy al Estado Miranda, se enteraría de los efectos del contrabando inglés en nuestro espacio y el control que este tuvo de funcionarios españoles y complicidad de comerciantes de la colonia. A Walter Raleigh, en buena medida, "le debemos" que el territorio de Trinidad y Tobago, hoy república rendida al servicio de la piratería de Trump, pasase a ser colonia británica. El corsario o pirata actuando bajo el amparo del gobierno británico y no por su cuenta, que fue Walter Raleigh, hecho posteriormente "Sir" y hasta miembro del parlamento inglés, se apoderó por la fuerza de esas islas que pertenecían a la "Capitanía General de Venezuela".
Trump, pese a su poder y hasta respaldo de algunos gobiernos de la UE y de América Latina, no las tiene todas consigo. La opción de golpe de Estado, al estilo de aquellos de antes en América Latina, como los dados a Rómulo Gallegos, Jacobo Árbenz, Juan Bosch, Allende; las invasiones a Granada y Panamá, el ejecutado contra Zelaya, en Honduras y, el más reciente, en Bolivia contra Evo Morales, hasta ahora, pese todos los esfuerzos, costos materiales y políticos, en Venezuela no ha dado fruto.
Fracasaron en ese empeño Obama, Biden y Trump en su primer gobierno. Y en este de ahora, pese todo lo que ha hecho, las sanciones, presión intensa, no ha logrado eco en el seno de las fuerzas armadas. Recuerdo aquel intento de golpe, más bien un acto circense, liderado por Leopoldo López y Capriles, frente al aeropuerto de La Carlota, buscando una reacción militar, con un solo militar al lado de ellos y fracasaron. Y conste que, pese a eso – esto es bueno resaltarlo- ninguno de ellos fue "víctima" de la represión policial. Chávez usaba aquello de "candelita que se prende, candelita que se apaga", una muestra de su poder y respaldo.
Ahora Trump, desde que dio inicio a su segundo período, ha insistido en lo mismo, pese que, por boca de Grenell, un hombre de su confianza e intimidad, habla de lo diplomático. Pareciera que los gestos de fuerza, tienen un doble sentido, complacer el odio que anida en Marco Rubio, dejar en este la idea que "por allí van los tiros", pero usarlos en verdad como recurso "diplomático", atemorizar al contrario o mejor a quien piensa someter, para ablandarlo al momento de las conversaciones, cuando Grenell, con su discurso y proceder, sustituya la rusticidad de Rubio.
Porque insisto, hasta volverme fastidioso, lo de la guerra, los barcos y los aviones, parecen más bien un recurso diplomático donde, al contrario, antes de entrar en las negociaciones, se le atemoriza. Y no sólo al gobernante, se atemoriza a una población entera para que se ponga de parte de la entrega y el arrodillamiento.
Según se sabe, para que el gobierno de EEUU le haga la guerra a un país, bombardeándole, invadiéndole sus espacios con su armamento, requiere la aprobación del Congreso. Y es evidente que Trump, allí no encontrará ese respaldo. No le apoyarán los demócratas y buena parte de los republicanos; eso ya está claro.
Pero puede seguir intensificando sanciones de las cuales forma parte el bloqueo y hasta la piratería o lo corsario, como eso de apoderarse de un barco petrolero venezolano. Es un montaje teatral que tiene mucho de dramático, destinado a impactar. Lo que pudiera ser desarmar, desanimar, asustar y hasta incitar a la entrega del que se tiene por contrario. Pero este contrario, en lo inmediato, no es más que el representante o el gobierno de toda una nación y pueblo soberanos. Y hasta podemos decir, se intenta deshacer lo que hizo Bolívar.
Trump no tiene todo lo que necesita para hacernos la guerra. Más cuando el martes, casi ayer mismo, él y Marco Rubio, sufrieron una aplastante derrota en La Florida. Después de 25 años, por primera vez, en ese espacio, sufren una derrota en la elección de nuevo alcalde. Es posible que, la orden impartida para detener el buque petrolero, hubiese sido dada antes de saber esos resultados. La presencia de Marco Rubio en el cargo de jefe del Departamento de Estado, se debe a la potencialidad de los republicanos por él liderados en ese Estado, de enorme población latina. Pero esta última elección habló en otro lenguaje. Y este lenguaje pudiera llevar a Trump a apresurar lo que pareciera tener siempre en mente, la labor "diplomática", de lo que la violencia de Marco Rubio, no es sino un mecanismo de condicionamiento. Además, parece sensato pensar que el tiempo ha corrido demasiado y llegó la hora de intentar recoger la cosecha.
Alguien, quien suele escribir como vocero del gobierno, lo digo de esa manera por su actitud persistentemente acrítica, como quien mira sólo hacia un lado, siendo el espacio tan amplio que a uno rodea, ha predicho que la invasión pudiera producirse el día 20 de diciembre, pues lo asocia en el tiempo a otra invasión que ahora no recuerdo. Eso dice porque su mayor temor es ese; algo que pareciera no coincidir con la verdad ni los verdaderos propósitos de Trump. Y ver la circunstancia en la que estamos envueltos de esa manera, es por demás limitante y hasta pudiera ser desacertada.
Digo lo anterior por lo mismo que he dicho antes. No necesariamente se produzca esa invasión, es lo menos probable y hasta pudiera ser que Trump haya logrado lo que busca o en todo caso, puede seguir amenazando, insinuando, atemorizando, generando más dificultades en el plano económico, mientras se conversa, lo que pudiera estar sucediendo o habrá de producirse.
Entonces, en las circunstancias derivadas del diagnóstico anterior, los peligros no sólo no han desaparecido, sino que pudieran hasta incrementarse. Una negociación en "paz", una fingida, oculta, con las defensas bajas, es tan y hasta más peligrosa, que una dada en medio de la guerra. Por esto, insisto en lo mismo, lo que no me cansaré de decir, la opción pertinente a los intereses nacionales, es llamar a la unidad de todas las fuerzas patriotas, partidarias de defenderlos a toda costa, que son la mayoría de los venezolanos, dentro, fuera y hasta de los alejados del gobierno, para una acción defensiva común. Eso demanda reunirse, acordarse en lo fundamental, tomar medidas que a eso contribuyan y hasta integrar o estructurar un "estado de emergencia" en defensa de lo que nos es común.
Evitemos que "Sir" Walter Raleigh, de nuevo, por medio de la guerra, la opción menos probable, nos derrote por la debilidad y el miedo mediante el recurso diplomático. No sabemos, no tenemos idea de cuánta fuerza y respaldo pudiera tener adentro, entre quienes tampoco quieren la guerra. Porque "la guerra es mala".