La grave crisis sistémica de los Estados Unidos ha llevado a su clase dominante a grandes insuficiencias para movilizar recursos de forma más organizada, atender sus objetivos mundiales de una forma convincente, con objetivos claros y en función del interés colectivo de otros países imperialistas, y ni siquiera del interés de ella misma. Este obstáculo refleja una pérdida de hegemonía ideológica y capacidad de liderazgo global, exacerbada por divisiones internas, polarización política y la incapacidad de articular una estrategia coherente frente al ascenso de potencias rivales.
Su lógica es reactiva, cortoplacista y profundamente orientada hacia la acumulación de capital especulativo, lo que no solo alimenta la crisis estructural del sistema, sino que también la reproduce continuamente. Es una dinámica, que centrada en ganancias inmediatas y especulación, socava la programación estratégica a largo plazo. A su vez, la crisis refuerza una mentalidad imperialista, basada en el control coercitivo, la militarización y la imposición unilateral, que impide pensar en consensos o alianzas estables que sostengan la hegemonía.
Si pensamos que las fuerzas productivas globales, el conocimiento científico, la capacidad industrial, la producción masiva, están chocando contra las relaciones de producción y dominación imperial, y las frenan, las fragmentan por limitaciones en los suministros de recursos, mercados limitados y falta de visión ante las situaciones. Sus ideólogos también tienen a Mickey Mouse en la cabeza y no se lo pueden sacar de allí.
Y eso sugiere que EEUU está siendo superado no por una revolución inesperada de grupos sociales que se sientan oprimidos, sino por su propia incapacidad para liderar. No ha surgido un opuesto, un contrario que lo supere a lo interno o a lo externo, sino que se ha dado un movimiento, difuso, donde otros actores, no necesariamente "avanzados", pero sí más prácticos en planificación, escala y capacidad técnica, asumen el rol de dirección. El viejo orden imperialista de EEUU, Europa y Japón, se dejar ver como un lastre.
No se trata de que China o Rusia sean "mejores", sino de que el sistema imperial ya no es el motor de la historia, sino su freno. Y cuando un sistema deja de ser motor, empieza su declive, por lo que recordamos que cuando un sistema social, pierde eficacia y eficiencia, que cuando la superestructura de un sistema no es adecuada a la infraestructura económica y las necesidades sociales en su conjunto, será sustituida. Esto nos está señalando que actualmente el imperialismo puede ser sustituido y que las condiciones están dadas para ello.
La lógica de la acumulación privada y su sistema politico imperialista, sus estructuras sociales jurídicas, sus medios de comunicación, mantienen su vigencia mientras las otras clases sociales que ella misma genera, encuentren beneficio en su existencia, más allá de la explotación y acepten su dominio.
En los actuales momentos estás viendo y viviendo como EEUU representante supremo del capitalismo, ya no logra gestionar eficazmente la reproducción del capital a escala global, con una eficacia constructiva, sino puramente destructiva, guerras, saqueo, desestabilización, desigualdad insostenible entonces deja de cumplir su función histórica de organizar y expandir las fuerzas productivas, creando un sistema anti social netamente. Con ello no solo se vuelve ineficiente, sino históricamente obsoleto. Nuevas tareas y otras condiciones van surgiendo, inevitablemente, y con ello la necesidad objetiva de encontrar estructuras que se ajusten mejor a la infraestructura productiva global y a la distribución real del poder más social.
Se ha planteado que en una determinada etapa de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, de formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas. Entonces se abre una época de revolución social y estamos en ella. Todo el cambio social y el económico se han visto como un proceso social. Ahora todo está representado por un país, una nación, Estados Unidos. Si EE.UU. cae, podría marcar el ocaso del capitalismo el fin del imperialismo tal como lo conocemos y abrir nuevas posibilidades históricas.