¿Agoniza el imperialismo? Reflexiones sobre diagnósticos absurdos que confunden (II)

Nota: Este artículo, dividido en dos partes, cuya primera parte ya publiqué, le escribí en el 2015, todavía Obama ejercía la presidencia de EEUU y había anunciado restablecer nuevas y amistosas relaciones con Cuba, tanto que Raúl Castro, por esos tiempos sonreía con felicidad y Silvio Rodríguez se desbordó en optimismo. Le repongo porque el tema central, el del imperialismo, no sólo sigue vigente, sino que reclama un debate acerca de su esencia para evitar confusiones y eludir trampas caza-bobos.

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II

La izquierda en Venezuela y América Latina está atravesando una profunda crisis, cuyo rasgo más evidente es su división, que ya casi parece el archipiélago griego y parece no tener idea exacta del por qué. Se asumen respuestas circunstanciales, hasta casi personales, pero pareciera que se elude el tema o temas de fondo, los pertinentes, porque en toda ella parecieran privar, de manera general, las mismas concepciones y entonces el asunto se personaliza.

Quien esto escribe, cree que, entre las razone que inducen a esa división y sobre todo las diferencias, sin que lo que exponga de inmediato tenga un orden rígidamente concebido, sino que sólo atienda al interés inmediato de exponerlas, pese que estamos lo suficientemente claros entre lo estructural, súper estructural, la estructura y la cultura, están los temas acerca de la concepción de partido, la idea del partido único y aquella que sólo este o estos son los pertinentes para conducir el proceso de cambio. Y hasta pareciera ser desacertada la idea que, el proceso de cambio o destinado a impulsar los cambios necesarios sean inherentes sólo a los partidos, el Estado y poco a la sociedad toda, los movimientos sociales y asociaciones de trabajadores. Menos se le da la importancia a eso que llamaremos el metabolismo propia de toda sociedad y modelo.

La idea del partido que lo controla todo, que se constituye bajo el control casi absoluto de una vanguardia que intenta ser como el Flautista de Hamelin, lo que es inherente al partido que gobierna, pudiera gobernar o está en la oposición, es una absoluta contradicción con el movimiento real, el capital, las aspiraciones individuales y colectivas, la fuerza de trabajo, lo participativo y protagónico y hasta la misma militancia de esos partidos.

Pareciera que también demanda una revisión por parte de la izquierda toda lo relativo al por hacer en el campo de la política y las luchas sociales. ¿Qué exactamente pueden hacer los partidos revolucionarios desde el gobierno o la oposición para sembrar en el seno de la sociedad las semillas de las cuales pueda emerger un nuevo modelo? Seguir creyendo que basta "asaltar" el Estado, tomarlo bajo control y disponerse de la mejor buena fe hacer lo que a esa vanguardia le venga en gana en base a modelos estereotipados y fracasados, pareciera que es no lo pertinente. Es falso que el modelo alternativo se impone a la fuerza; ni siquiera por la bondad y disposición de unos cuantos grupos de bondadosos y pastores.

Y, por último, hace falta discutir sobre el modelo capitalista, el imperialismo y el rol verdadero que deben desempeñar los países como el nuestro, las fuerzas revolucionarias donde sea se hallen, frente a la realidad que aquello significa.

Porque es obvio que, os viejos esquemas no funcionan.

El capitalismo tiene su dinámica, sus leyes y hasta sus hábitos. La lógica del capitalismo es la misma en cualquier espacio. Sin importar su procedencia, su norte es ganar y multiplicarse. Para decirlo en criollo, en su afán de lograr sus fines, comportarse de acuerdo a su manera de ser, no se para en hueso. No hay capitalismo bueno y capitalismo malo. Lo que pudiera haber son estilos o estrategias distintas que varían y variarán según las circunstancias. Los ingleses, hablando de imperios, en veces se ofrecían como buenos ante los americanos que combatían a España, tratando de "pescar en río revuelto"; ahora grandes capitales tratan de penetrar donde antes no lo habían hecho o con la deseada amplitud, y para lograrlo es necesario, como cualquier vendedor, hacer la mejor oferta y poner la más graciosa de las caras. Ahora mismo, la Exxon Mobil pudiera presentarse ante el gobierno de la ex Guyana Inglesa, como la aliada generosa, impoluta y desinteresada para salvarla de las "garras imperiales" de Venezuela.

Pero lo que quiero destacar es lo que cualquiera medianamente informado sabe, sino que pese a lo que muchos no creen y hasta no quieren ver, el capitalismo está vivo y coleando. Que alguien, sin que en eso no le falte razón, vaticine, repita o como quiera que sea, afirme que el modelo capitalista asociado a EEUU o que este país, como centro que ha sido del capitalismo mundial está en decadencia, crisis y a punto del colapso, no significa que el modelo capitalista lo esté y lo que es peor, al borde la desaparición para dar paso a un modelo diferente. En Venezuela mismo y en Cuba, países donde sus gobiernos hablan de socialismo, en virtud de no poder implementar o impulsar grandes empresas estatales, que es como conciben el modelo que pregonan, ahora intentar promover al lado de la forma de producción imperante, la del gran capital, lo que llaman "cuentapropismo" o "emprendimiento" que, aparte de ser formas individualizadas, como el buhonerismo, son inherentes al capitalismo y además, destinadas a disgregar a la clase trabajadora, restarle fuerza para mantener con más facilidad el dominio y control estatal y n favor de la clase dominante. Es el capitalismo que hace sus acomodos.

Lo que pareciera ser cierto, y hay evidencias de distinta naturaleza que conducen a pensar eso, EEUU es una potencia en decadencia; tanto que sólo por la fuerza, la promoción de guerras por demás injustas, apropiación indebida de lo que no le pertenece, una severa crisis que cada día aminora su crecimiento, falta de recursos energéticos y hasta agua, soportada por la industria bélica y una economía pendiente de los recursos que no le pertenecen, mientras otras potencias capitalistas de más empuje le compiten. Pero al mismo tiempo, esas "otras potencias", con China a la cabeza, avanzan sin descanso y con empuje y como capitalistas al fin, comienzan a colocar sus capitales en espacios donde antes EEUU mantuvo un dominio indiscutible. El capital puede estar aquí o allá, bajo una bandera u otra, pero en definitiva, su lógica será la misma. Es decir, la bandera o pendón del imperialismo pudiera cambiar de sitio y hasta de procederes por los momentos, es cuestión de amansar al mercado, pero el capitalismo y el imperialismo vivos están y por tiempo.

Es posible, es lo usual, que esas potencias ahora emergentes, que son varias, si se les puede llamar a todas, así como China, India, Rusia, por sólo nombrar tres, aunque el número es mayor, aparezcan ante nosotros, los países pequeños, esos que el maestro Juan José Arévalo llamó "las sardinas", con ofertas más generosas. Sería lo que los expertos en el ramo llamarían atractivas "formas de venta" o generosas políticas de comercialización o penetración, como más humanas y comprensivas, menos leoninas y expoliadoras que aquellas de la vieja usanza, que usaron desde el principio porque no tenían competencia y sus víctimas experiencia alguna o por dirigentes tristes personajes con las agallas demasiado inflamadas y, para completar el cuadro, a nadie a quien rendirle cuenta. Aquí uno pudiera traer aquel refrán venezolano de "escoba nueva, barre bien" y hasta lo de "novio nuevo no se orina fuera de la poceta".

El capitalismo no está muerto. Lo que pudiera verse agonizando y con sus "armas melladas" y hasta demasiado conocidas sus mañas, que ya a pocos engañan, es aquel que se asocia a EEUU. Pero el capital no tiene patria, cédula de identidad, pasaporte ni sabe de fronteras. Se va de aquí para allá según le convenga y logre su propósito. No importa, ha aprendido que para reponerse puede empezar ganando poco, saludar y hasta abrazar a quien en otras circunstancias no haría; sabe esperar el momento. El capital como la sangre, sobre todo la del mismo tipo, puede recibir donantes y tributarios y fortalecerse, poco importa si antes estaba allá y ahora acá; antes con unos socios y ahora con otros; puede cambiar de estilo por momentos, sabe bien que llegará el momento de volver a los procederes de antes. Sabe bien que unas son de cal y otras de arena.

El bloque europeo capitalista, también está en crisis. Lo que acontece en Grecia, a quien ahora intenta "salvar" con un purgante que antes han aplicado dos veces sin que mejore el enfermo; en España y Portugal, por sólo nombrar esos tres de la Zona del Euro, revelan la magnitud del problema y la amenaza que se cierne sobre el bloque que a su vez es socio de EEUU. De donde uno pudiera creer con fundamento que la OTAN pudiera estar convirtiéndose en una asociación o manada de burros, arruinados, quebrados de las patas, armados y sin duda eso les hace más peligrosos. Pero nunca que el capitalismo agoniza, pues es evidente que retoña con fuerza en otros espacios. ¿Acaso los BRICS no son exhibidos como una refulgente alternativa? ¿Y no son ellos un grupo de países capitalistas en ascenso? ¿O no? ¿Es pertinente pensar que nuevos grupos de países capitalistas poderosos, ya en los andares propios del capitalismo, exportación masiva de capital, tendrían en el futuro una conducta diferente a lo que en esencia califica la lógica del capital?

Dejo esto hasta aquí, mediante lo cual espero haber dicho lo que pudiera decir de otra manera quisquillosa y hasta divisionista. Pero precisamente, lo que interesa es mantenernos unidos porque el capital, ese que pudiera tener la cola en una parte del mundo y la cabeza en otro, por lo mismo que aquí me sonríe y allá me gruñe y hasta muerde son saña, le conviene que nos dividamos y tomemos o pensemos que estamos viendo la cabeza y en verdad sólo es la cola. Pero haberlo dicho es bueno porque pudiera servir para reorganizar nuestros pensamientos y discusiones.

Sería bueno meditar por qué nos dividimos por asuntos que no lo justifican. ¿Por qué nos negamos a discutir lo que nos separa si no es tan profundo ni se ha tocado lo estratégico? ¿Por qué nos organizamos como soldados, unos dándoles las espaldas a otros para no escucharnos? Hablemos de lo que nos une y conviene. Pensemos como dijoe Héctor Navarro, "prefiero este gobierno a uno de López o de María Corina". ¿Es difícil que entre quienes discrepamos podamos llegar a acuerdos? ¿Eso no lo hizo posible Chávez? ¿Acaso volvemos a la vieja, pequeña, grupal y egoísta práctica de la vieja izquierda? ¿Sólo quienes me rodean, forman mi primer anillo tienen la verdad y son dignos de confianza? ¿Es verdad que quien siempre me aplaude es mi amigo y digno de tomarle en cuenta? ¿Discrepar significa estar en contra?

Por último, ¿es necesario porque discrepo, no logro hacerme oír, con lo que eso significa para mí, no se hagan las correcciones que reclamo, salir a colocarme en la acera de enfrente y confundir al gobierno con el enemigo fundamental de mis luchas de siempre y pertinentes a mi compromiso histórico con el movimiento popular?

De eso hablaremos luego.

*Caso particular pareciera aquello que los árabes llamaron "Califatos", como el de Córdova, en la España andaluza. Allí estuvieron ochocientos años. Dominaron políticamente. Dejaron una rica herencia cultural y arquitectónica inevitable como las mezquitas y la Alhambra en los alrededores de Granada. Costumbres derivadas de su simple larga permanencia misma, pero también supieron respetar muchos valores tradicionales de la cultura española frente, a los cuales, como la religión y la lengua, mantuvieron profundo respeto.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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