¿Entre Obama y Bush con cuál me quedo?

Según un lugar común, “las comparaciones son odiosas”. Pero no es nada feliz, porque comparar forma parte del proceder racional y hasta científico. Sólo se necesita que la comparación sea equilibrada. Tomar en cuenta todos los elementos que entran en el análisis correspondiente.

Cualquiera podría decir, sin duda, que Bush se mereció que aquel periodista iraquí le lanzase sus zapatos, tomando en cuenta lo que el gesto significa para un árabe. Para un cumanés de mi tiempo, darle en la cara a alguien con alpargatas, cholas o zapatos, era más contundente, desde el punto de vista moral, que conectarle un fuerte recto de derecha; no importaba si el golpeado se caía inconsciente o no.

Y lo mereció Bush, porque siendo blanco, caucásico, republicano y de familia “acomodada”, como decían los viejos cumaneses, ha sido un guerrerista, racista y defensor de la política imperial de halcones gringos. Fue Bush, pese sus frecuentes borracheras públicas, un tipo sin dobleces ni fingimientos. Con él nadie se ha engañado, pues ha sido de aquellos de “pa¨ lante” con los faroles sin exculparse ni fingimientos. Podría aplicársele aquel slogan electoral adeco para uno de sus candidatos “va de frente y da la cara”. Hasta en sus peas fue original y auténtico. Expedientes gráficos le exhiben, en espacios públicos, feliz y sin vainas. Para eso, quizás pensó, era el presidente gringo y sus “estados de entusiasmo” sólo eran eso. ¿Y qué?

Fue pues guerrerista, agresivo, promotor de aquella aberración que se llamó guerra preventiva, sin fingir ni hacerse el pendejo.

Obama es otra cosa. Llegó con un discurso contra lo que Bush encarnaba. La paz era su norte. Tanto que los académicos suecos, por adelantado le otorgaron el premio Nobel de la Paz. Algo así como un adelanto sin fianza, porque el discurso, el origen, le hizo creer a gente que uno imagina veterana, eran suficientes para pensar no se iría con la cabuya en la pata.

Pero el tipo ha hecho cosas impensables. Ha dejado que le usen de títere y tan inútil ha sido, para decirlo en lenguaje cumanés, cual postema, puesta allí sin razón ni justificación alguna. Le sentaron frente un televisor para que viese como asesinaban a mansalva a Bim Ladem y aplaudiese cual carajito que ve las comiquitas. Rió bastante de aquello y hasta pediría, como dicen inapropiadamente los periodistas o narradores de televisión, la “reiteración” de las imágenes.

Ahora mismo, destruyen Libia, atropellan los derechos humanos y bestialmente disponen de la vida de Gadafi. Obama sólo ha intervenido para decir que orgulloso estaba.

Es cierto que, como la gente de la ONU, para taparse sus desnudeces, han pedido investigar el grave y brutal hecho, pero ya tienen la respuesta, pues la han hecho correr, le mató uno de los suyos.

¡Bush nunca fue tan ridículo ni doblegado! ¡Siempre hizo lo que quiso!

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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