¡Paremos a los pequeños atrevidos como sea!

¿Cuándo y a quién se cantan faltas graves en un Mundial de Fútbol?

Esos asuntos responden, no a lo que está escrito en los reglamentos, sino a variables diferentes. Dependen de cuáles equipos se enfrentan, dónde se juega y a qué nivel, de los diferentes escalones de las eliminatorias, se haya la competencia.

Comienzo a meditar sobre estas cosas, por abundantes experiencias anteriores, como haber visto durante años el maltrato dado a la vinotinto, hasta jugando con Brasil, como si a esta selección le hiciese falta ayuda arbitral para ganarnos. Porque eso también depende cómo vaya el juego y la altura qué se halle el mismo. Es decir, estas dos variables también entran.

Pienso estas cosas, después de haber visto el juego entre Uruguay y Holanda. Hay invariablemente, cada cuatro años, una como posición de “principios” crematística, según la cual, campeón mundial del fútbol sólo puede ser uno de los “grandes”. Esta clasificación incluye a Brasil, muchos de cuyos jugadores forman parte de la “élite” del deporte, pues se cotizan en cifras multimillonarias en dólares y euros. Los grandes equipos de Europa, sobre todo de España, Italia, Inglaterra y paremos de contar porque es cosa resabida, tienen fichas o contratos de aquellos engordando sus activos.

Por eso, todavía a la Argentina, con sus Messí, Tèvez y unos cuantos más, se le tiene en aquella lista, sólo que ahora la FIFA y los mercachifles del deporte, tenían atravesada una espina que lleva por nombre Maradona. En fin de cuentas, uno se alegra que Alemania haya sacado a la selección gaucha, aunque no como lo hizo, porque era preferible a la trampa que la FIFA le hubiese montado, sobre todo en el supuesto caso de tocarle eliminarse con España. Lo que nos lleva a determinar otras variables; de individuos en cancha, en la línea lateral de mando y hasta en la jefatura del país al cual la selección representa.

Al inicio del juego arriba mencionado, para escoger el primer finalista de este mundial 2010, a Uruguay le cobraron una posición adelantada de un jugador pasivo, para anular un limpio gol anotado por Forlàn, acción que abriría el marcador. Luego, el mismo linier, sabrá Dios de quién se trata el pobre, a quien antes del juego le metieron la línea, cobró dos veces más de la misma supuesta falta, para salvar el marco holandés. Mientras tanto, a esta escuadra convalidó un gol en posición adelantada y el principal perdonó una mano en el área de penalti, lo que empataría el juego. Todavía así, a duras penas, como dice el argot respectivo, Holanda tuvo que sudar la camiseta para ganar el juego 3 a 2. De esa manera el mandado estaba hecho, una final europea y entre los equipos grandes.

En este caso, tratándose de la eliminación para llegar a la final, las faltas del librito se cantan siempre para favorecer a los grandes. Hay que evitar, eso lo piensa, dice y tiene como norte la FIFA, que un pendejo se nos cuele. Así no es el negocio. Si no es posible evitarlo, está bien, pero nunca debe ser. ¡Y hay de aquel árbitro que no coja la seña y se salga del carril!

Un resultado como ese, por ejemplo con Paraguay y Uruguay en la final, sería un tsunami financiero, como el que los negocios inmobiliarios burdos desataron en Wall Street. Se caería la cotización de jugadores que están en los equipos grandes, en la pomada y los pendejos se pondrían a valer. Además, el interés se trasladaría al fútbol tercermundista lo que haría daño al negocio global.

Eso muestra pues que una cosa dicen los reglamentos y otros los negocios. En el deporte profesional, básicamente en el fútbol y especialmente en el mundial, la variable estrella, la vedette del negocio, es la plata. Por ésta baila el perro, se cantan y dejan de cantar las faltas.

Los árbitros, no son otra cosa que unos seres humanos de muy poca independencia, que deben jugar y bailar al son de los negocios. Eso de castigar árbitros por cometer errores, generalmente se da en los inicios del mundial; de los octavos de final en adelante, sólo si algún iluso de ellos se atreve a desafiar a la FIFA y ponerse del lado del deporte


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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