Los abogados del diablo

POR EL COCHINO DINERO
La frase “abogado del diablo” denomina a quien acepta defender lo indefendible. Una película gringa mostraba la historia de la destrucción de la vida de un brillante joven abogado que aceptó la propuesta de un gran bufete que le dio mucho dinero y una posición socioeconómica privilegiada, pero le quitó todo lo que de valor tiene la vida, lo que no se puede comprar con dinero. Y el patrono era el propio diablo.

Es casi aceptada la idea de que ser abogado equivale a ser tramposo; de ahí la famosa maldición de Epicuro: “Entre abogados te veas”, para que esté clara la antigüedad de la mala fama de los graduados en leyes. El Conde del Guácharo, en uno de sus contados chistes no pornográficos, contaba que en un divorcio, a quien le quedara más plata se quedaba con los niños, y el abogado tuvo que cargar con los hijos de los ex-esposos. Les había sacado más dinero del que pudieron repartirse.

Y así es todo en el capitalismo. Específicamente, la mentalidad que se instila en las personas que estudian leyes, quienes, conociendo la norma, aprenden también la trampita para evadirla, la manipulación para lograr que el inocente parezca culpable, el culpable parezca inocente, el implicado no aparezca, y el que va pasando por la plaza sea sospechoso.

QUIÉN REDACTA LAS LEYES
Pero una de las cosas que “el sistema” se ha ocupado mucho en que no ocurra, es que cualquier abogado pueda redactar leyes. Las técnicas legislativas, de acuerdo a las respuestas de los abogados y abogadas que consulté, no están entre el contenido de las enseñanzas de las facultades de “derecho” (que suele ser torcido), y quedan restringidas a privilegiados bufetes que, por cierto, se alquilan a las más grandes compañías transnacionales, las cuales, a fin de cuentas, dictan las normas a esos bufetes, que los proponen a los gobiernos y finalmente aprueban los parlamentos.

Igual ocurre con la tal “propiedad intelectual”. Es una ave rara, una tema enredado que fastidia, pero que da muuucha plata a ciertos bufetes, mismos que han influido sobre las oficinas de patentes, marcas y derechos de autor de todo el mundo, nombrando incluso a los funcionarios. Así llegamos a los pontífices de la “Propiedad Intelectual”: La OMPI.

EL SUPERLATIVO DE LA MALUQUEZA
Un amigo me explicaba hace nueve años:
“_Los abogados más malditos de España, trabajan para la SGAE, y los más malditos entre los malditos de la SGAE, son seleccionados por las corporaciones para integrar la OMPI”.
El superlativo de la maluqueza, empleado por el eminente experto en propiedad intelectual y convenios internacionales que me dio la explicación, para hacer comprensible el grado de degradación moral de quienes venden el alma a los imperios, es clarísimo hasta para los legos, y da a comprender lo que en grado sumo, es ser “abogados del diablo”.

LOS CACHUDOS DEL PROPIO IMPERIO
Pero no sólo en la OMPI anida esa fauna cachuda y rabuda, sino que las corporaciones se reservan un puñado de bichitos de esos para redactar convenios más productivos, como los ADPIC, conocidos también por sus siglas en inglés: TRIPPS.

Es el libelo redactado por los más azufrosos bufetes para garantizar a los países del Norte, a las casas matrices de las transnacionales, a los dueños de esas maquiavélicas corporaciones, el “derecho” a quedarse con todo lo que dé ganancias, a poner a trabajar las aduanas de los países subordinados para sus intereses (combatiendo la “piratería”, por ejemplo). Ese convenio incluye sanciones para los países que no cumplan con ese chantaje legal.

LOS AUTORES INTELECTUALES
Los nombres de los autores materiales del hecho son prácticamente desconocidos en el mundo, mas no para los autores intelectuales (las corporaciones, por supuesto) quienes los remuneran muy bien y los convierten en “expertos”, que ponen en un lenguaje “legal” y convierten en artículos de leyes y convenios, lo que les ordenan las corporaciones, las cuales se encargan de mover el “lobby” para que sean aprobados. O para que no sean derogados, como en el caso de Venezuela.

¿Cuáles son los bufetes que en Venezuela trabajan para los imperios y mantienen exitosamente el “status quo”, poniendo y quitando altos funcionarios, incluso, tal vez ministros? Tal vez los nombre en una próxima oportunidad.


andrea.coa@gmail.com


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Andrea Coa


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