Complicidad en el consumismo

Los adornos, aparatos, y los alimentos rápidos, poco útiles o inútiles, sirven para la ostentación porque no sirven para nada más. La técnica supero a la necesidad y a la ética, la necesidad no ha sido seguida, salvo la necesidad de satisfacer una fantasía modernista.

Nuestro abuelos llamaron a la sopa espesa mazamorra, nuestras madres la denominaron colada, las mujeres actuales la llaman crema, básicamente es lo mismo; lo que cambia es el lenguaje comercial y el precio. Una crema cuesta más que una mazamorra o una colada por el envase en aluminio embadurnado de anti oxidantes, persevantes, envasado al vacío y múltiple color dibujan los sabores.

Coca Cola, consigue crear una nueva necesidad, tiene el monopolio de la producción del “envase no retornable”. Una ganga para el punto de venta por las facilidades que este brinda, nacido de la ignorancia e indiferencia ecológica. “Se paga más por ese veneno con menos liquido envasado en esa ganga no retornable”. Y, no solo eso, descaradamente promueve la especulación para poder alzar el valor valiéndose de nuestra cultura consumista, egoísta con nuestro bolsillo y con el ambiente, porque, incrementa los desechos sólidos. Este es el servicio de esta empresa, a la que algunos políticos y médicos se adhieren a la gran máquina del acondicionamiento de la demanda.

La función de Coca Cola es, no solo hacer vender al detalle facilitando la especulación valiéndose de la ignorancia para afectar muy sutilmente la política del proceso, sino, poner condiciones al pueblo. Esa su contribución a la desestabilización con el consumismo.

Ante ello, las instituciones como el ministerio del ambiente, salud y de gobierno, bien gracias. De tal manera que el pueblo no puede comprar más que “cosas y productos reales” condicionados por la industria del capitalismo que pasan de la posibilidad a la realidad. Necesidad creada por la industria y su producción neoliberal.

Verdad que desde décadas atrás vivimos. La conducción es reciproca: “La necesidad, la satisfacción ideal, y la producción industrial” forman parte también, lamentable por cierto, del proceso revolucionario. Tres vértices inseparables que forman el triangulo del consumismo, por ahora imposible de aislar por la revolución, producción-consumo que, ellos determinan y que crese a través del tiempo.

Por otro lado, no podemos hacer mucho para frenar este insano consumismo para nuestros valores revolucionarios relacionados con la ética mientras continuemos con la política de puerto. Se requiere nuestra propia industria y producción “para frenar las fuentes de novedades técnicas del neoliberalismo”, que invitan al consumismo en el mercado, a comprar más de lo que puedo y existe, utilizando la publicidad comercial y política. Técnica publicitaria que condiciona la compra hacia lo “ultimo” sin que el gobierno se pronuncie por las recaudaciones fiscales.

¿Por qué no tiene sentido frenar este consumismo por ahora? No solo por las recaudaciones fiscales, sino por la innovación técnica necesaria para la evolución de nuestro proceso al socialismo que nos dará una mayor autonomía a nuestro proceso cultural y tecnológico capaz de frenar la ambición de las empresas que constantemente sacan productos que adquieren el valor de una especie, reclamando su propia autenticidad y, superando el estado de nombre común por uno “con más clase” sin que la diversidad tenga nada que ver, sino el precio: “Coca Cola es norteamericana, Bic escribe como Bic” etc, y en las farmacias no existen genéricos, por eso hacen lo que les da la gana, la anarquía y la especulación, el pan de cada día del consumismo.

Luego, los partidarios de una economía planificada, los políticos ávidos de desviar la producción hacia el poder y la economía hacia el estado; hostiles a la libre demanda seguidos de los ideólogos, escritores y clérigos de doble moral, que no se pierden nunca la ocasión de demostrar su superioridad ante la masa y que desdeñan sus gustos, sin hacer el menor esfuerzo por comprendernos.

La tecnología de punta en electrodomésticos, vehículos, celulares, computadoras, son signo de una verdadera intelectualidad y de un espíritu elevado sobre la altura de la cultura, muy por encima de las “bajas clases” para el comercio y la industria moderna. La preocupación de comprar objetos o solo tocarlos o simplemente verlos tiene algo de degradante y de alienante.

Por último, aquellos que acusan a la publicidad, son a menudo ellos mismos propagandistas políticos. Es imprescindible encontrar aquí el fundamental antagonismo de los sistemas cuando pretenden liberar a la mujer y al hombre del reinado del dinero, tienen siempre la segunda intención de convertirlos en bien dispuestos hacia las empresas políticas. Un gobierno hace una campaña contra el consumismo en el momento que requieren algo de ahorro, sin ser constantes. La revolución es grande cuando tiene una misión constancia, perseverancia, para combatir lo malo del capitalismo.

Sobre este punto en particular, el estado tiene mucho mas tacto que las firmas privadas para “dirigir a la masa” persuadiendo que es degradante realizar compras sin necesidad. Es una obra maestra de propaganda y publicidad política anti publicitaria. Es cierto que, los industriales y los abogados que se sabe son pagados para litigar, están mal colocados para influir en el pueblo ¿Por qué? Porque ya nadie les cree, el publico desconfía a priori. La masa se divierte con las publicidades comerciales, pero también se burla como cada productor pondera su producto, y los desprecia implícitamente, los otros, los de las posibilidades económicas salen al Shopping. Las publicidades se neutralizan mutuamente.

La masa mas desprovista de recursos y de ironía, ante la presión publicitaria, saben que es una farsa, y están muy argullosos de ese espíritu crítico, no así algunos miembros de la familia, hijos, que requieren mayor atención en la escuela y colegios para explicarles, lo que es el consumismo visto desde el gobierno. Funcionarios que en apariencia son menos sospechosos al escudarse detrás de grandes sentimientos o de grandes frases, ellos mismos se convencen de sus slogans beneficiándose del escudo protector que caracteriza al espacio político, pero son cómplices del consumismo.

rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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