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Argumentos a favor de LINUX

Nota de Aporrea: http://eroj.org/linux
En las cosas humanas sucede frecuentemente que lo que empieza siendo una opción instrumental se convierte en una preferencia intrínseca. Lo que llamamos `arte' suele haber seguido esa vicisitud. Empiézanse construyendo inmuebles para guarecerse de la intemperie y luego la arquitectura adquiere el rango de un arte y (para algunos humanos) se convierte en finalidad en sí misma. Pueden multiplicarse los ejemplos.

La computación es una de esas actividades. Muchos son aquellos que han empezado por dedicarle un poquito de tiempo --como mero instrumento para realizar otras tareas-- pero para quienes, a la postre, el instrumento se ha trocado en un fin en sí mismo. Para muchos se ha convertido en un modo de vivir; para muchos más en uno de los principales pasatiempos; para no pocos es una pasión. Igual que se puede querer el arte por el arte, puede quererse (y a menudo se quiere) la computación por la computación.

Las consideraciones que voy a presentar aquí a favor de un sistema operativo particular, el Linux, son (espero) asumibles independientemente de que el lector se encuentre entre quienes dedican algo de tiempo a la computación sólo a título de mero instrumento en aras de bienes intrínsecamente deseables o entre quienes se han aficionado a ella hasta el punto de desearla como una finalidad en sí misma.

Creo que hay motivos para optar por el Linux desde ambas perspectivas. Quienes vean en la computación una finalidad podrán tener motivos adicionales para adoptar una u otra opción (motivos que no serán sólo los de cuánto sirvan los programas cuyo uso adopte uno para obtener tales o cuales resultados, sino que incluirán también aspectos estéticos y similares).

Para no adentrarme en terrenos en los que es mucho lo que depende del gusto personal, me limitaré e considerar el uso de sistemas operativos desde el punto de vista meramente instrumental, como si la única razón para dedicar algún tiempo a actividades de computación fuera el poder, con ella, alcanzar resultados que son extrínsecos al mero manejo de computadoras (resultados como pueden ser: preparar manuscritos; editar folletos o libros; imprimir; hacer diapositivas o transparencias; obtener resultados de cálculos complicados; llevar una contabilidad; poner --a través de la Web-- ciertos documentos al alcance de un amplio público; hacer trabajos de diseño; escrutar textos impresos y utilizar lo así escrutado para alguna de las tareas recién indicadas; reproducir discos compactos con álbumes de fotos, para ponerse a salvo de pérdida de datos por rotura o extravío del soporte; etc.).

Para efectuar tales trabajos, necesita uno una computadora (normalmente un PC), un sistema operativo y unos programas de software adecuados para las tareas que se proponga realizar. Cuando digo que hace falta una computadora entiendo que la misma lleve, como anejos, ciertos periféricos adaptados a las necesidades: impresora, escrutadora, lectora o grabadora de CD-Rom, etc. O sea, todo el hardware.

Cae fuera del ámbito de este artículo --y también de la competencia de quien lo escribe-- considerar alternativas al PC propiamente dicho (el IBM-compatible). Sea como fuere, y hasta donde puedo juzgar, la gran mayoría de los usuarios de computadoras se han decantado por PC's (IBM-compatibles), ya sea por el precio, ya sea por las prestaciones, ya sea por imitación de lo que otros hacen a su alrededor o por lo que sea. Vamos a dar por admitida esa opción ampliamente mayoritaria, aunque no podremos desentendernos de la necesidad de buscar en nuestro trabajo la mayor compatibilidad con los instrumentos usados por la gente del Mac o por los usuarios de terminales UNIX.

Una vez que hemos optado por tener una computadora personal de tipo IBM (un PC), nos toca dar el segundo paso, y seleccionar un sistema operativo (para PC). Hay muchos.

No vamos aquí a considerarlos todos. Igual que, cuando uno se plantea en la vida si se va a mudar y va a ir a buscar empleo, amor, u hogar a otro sitio no se sienta ante un globo terráqueo dándole vueltas para ver dónde se posará el dedo, tampoco normalmente hace uno una lista de todos los sistemas operativos disponibles para sopesar sus respectivos pros y contras hasta ver por cuál se decantará. En abstracto eso sería racional, pero en la práctica no lo es, porque demandaría un esfuerzo demasiado grande. Lo normal es considerar unas pocas alternativas, porque son aquellas con las que se ha topado uno, las que le han salido al paso o no andan lejos.

Así, entre los sistemas operativos para computadoras personales hay algunos que reúnen una serie de ventajas (y de inconvenientes), pero que, por la razón que sea, casi nadie usa, como el OS/2 de la casa IBM, o algunas versiones comerciales de UNIX para PC (p.ej. el SCO). Hay también diversas versiones del DOS (Microsoft no tiene la exclusiva: están el PC-DOS de la IBM, el DR-DOS de Caldera, versiones gratuitas como el FREE-DOS, etc). Aunque voy a centrar la discusión en torno a dos grandes alternativas --el Linux y el Windows de Microsoft--, buena parte de tales consideraciones valen también si, entre las alternativas, barajamos a algunos de tales sistemas (valen en unos casos a favor de los mismos y en otros casos en contra, según).

Ciñendo, pues, nuestro debate a dos grandes alternativas (el Linux y el Windows de Microsoft, que a su vez se divide en DOS+Windows3.1, Windows95, Windows98, Windows-NT), voy a ofrecer dos grandes grupos de argumentos a favor del Linux: un primer grupo de argumentos que podemos llamar `egoístas' y un segundo grupo de argumentos `altruistas'.

Argumentos que miran al provecho propio

Mientras que Windows es de pago, el Linux es gratuito.

Tal aserto ha de matizarse: uno puede comprar una distribución del Linux a una casa comercial por el dinero que quiera hacer pagar esa casa (justamente porque el Linux es lo que técnicamente se denomina `free software' a cualquier casa comercial le es lícito hacer una distribución del mismo con fines lucrativos y por el precio que le dé la gana).NOTA 1_1

Mas, a diferencia del software no-libre (como el Windows de Microsoft), el Linux --y en general todo el software libre-- sólo puede venderse en condiciones que no restrinjan los derechos del comprador. El vendedor no vende ni el software ni siquiera el derecho de uso del software (esto último es lo que se vende y se compra en el caso del software no-libre), sino un objeto material en el cual se ha reproducido el software en cuestión junto con lo que la casa comercial añada.

La principal diferencia práctica estriba en que, si --p.ej.-- Ud compra Windows, ni está comprando (claro) el Windows (que sigue siendo propiedad de Microsoft) ni meramente un CD-Rom en el cual se haya estampado una copia del Windows, sino que está adquiriendo un derecho de uso del Windows en las condiciones que fije Microsoft, condiciones que, en el software no-libre en general, son éstas: Ud no puede averiguar el código fuente del programa; no puede usarlo más que en una sola máquina; no puede copiarlo ni prestarlo a un amigo para que lo copie.

En cambio, si adquiere Ud software libre (como el Linux), la casa comercial sólo le ha vendido un soporte físico, por el precio que hayan acordado entre ella y Ud, mas no ha restringido para nada los ulteriores derechos de Ud con relación al software libre estampado en ese soporte: Ud puede averiguar el código fuente (es más: normalmente resulta obligatorio que se incluya tal código en la distribución); puede usarlo en tantas máquinas como quiera, copiarlo, regalarlo, y hasta modificarlo y vender las copias, modificadas o no (con la única excepción de que no puede restringir los derechos de terceros --o sea: será nulo cualquier contrato que Ud les haga firmar y que restrinja su derecho a usar el software con el mismo margen de libertad de que ha disfrutado Ud).

De todas esas ventajas del software libre para el usuario terminal, la principal, sin embargo, es el precio. Aunque un distribuidor comercial del Linux puede poner a sus discos estampados el precio que le dé la gana, nadie se los compraría si les pusiera un precio alto, ya que el Linux se consigue por cero Pts sin más que bajárselo uno de cualquiera de los sitios de acceso gratuito donde está colocado en el internet.

Así, mientras que puede costar mucho dinero una nueva versión del Windows de Microsoft (especialmente de la gama alta, Windows NT), las distribuciones comerciales del Linux suelen ser baratitas.

Y están las distribuciones no comerciales, tanto aquellas de las que se encargan asociaciones sin ánimo de lucro (que no hacen pagar casi nada más que el coste del material y una tarifa módica por costos de funcionamiento) cuanto las que están libremente accesibles en el internet.

Pero, en segundo lugar, eso de la gratuidad del Linux --frente al costo del software propietario (entendiendo por tal un software poseído, en propiedad, por una gran compañía con ánimo de lucro)-- significa que, al adquirir el Linux, no está Ud contrayendo ningún compromiso de usarlo o no-usarlo, mientras que, cuando Ud compra [el derecho de usar] un sistema operativo propiedad de una multinacional, está firmando un contrato que le prohíbe una serie de cosas ya enumeradas --entre ellas copiar el disco y usar el programa en más de una computadora a la vez; y seguramente también (¡léase bien el contrato de compraventa, incluida la letra menuda!) vendrá Ud obligado a borrar o destruir versiones viejas si la nueva la adquiere a título de actualización. No invento nada. Antes bien, cito textualmente un extracto de uno de esos «contratos de licencia de uso» que le endosan a uno cuando --como vulgarmente se dice-- se «compra» uno un paquete de soft propietario (en este caso un sistema operativo). (Omito sólo el nombre de la multinacional en cuestión), sin que naturalmente haya tenido ocasión de negociar tal «contrato»):

Nuevas versiones: SI VDS HAN ADQUIRIDO EL PROGRAMA CONTENIDO EN ESTE PAQUETE PARA ACTUALIZAR UNA VERSIÓN ANTERIOR DEL MISMO PROGRAMA U OTRO RELACIONADO CON ÉL, CONTENIDO EN UN PAQUETE ADQUIRIDO POR VDS EN OCASIÓN ANTERIOR, LA PRESENTE VERSIÓN ACTUALIZADA SERÁ LA ÚNICA QUE TIENEN DERECHO A UTILIZAR, Y (A MENOS QUE RECIBAN OTRA AUTORIZACIÓN DE ...) TENDRÁN QUE DESTRUIR O CANCELAR CUALQUIER MATERIAL DEL PROGRAMA Y DOCUMENTACIÓN RELACIONADA, INCLUIDAS TODAS LAS COPIAS Y MODIFICACIONES REFERENTES AL PAQUETE ANTERIOR.

Con lo cual, si respeta Ud ese contrato, al instalar la nueva versión sobre la vieja, le está prohibido conservar o regalar los disquetes de ésta última (o tirarlos a la basura sin haberlos previamente triturado); así que viene Ud obligado a quemar las naves irreparablemente; de suerte que, aunque luego no se acostumbre Ud a la nueva versión --o se dé cuenta de que ésta no reconoce su peculiar hardware, o que no se adapta a sus necesidades, o que tiene bugs o incompatibilidades con unos u otros programas que Ud estuviera ya usando--, así y todo ya no podrá volverse atrás. Si quiere retornar a la versión anterior, habrá de pagar nuevamente por ella si es que está todavía disponible en el mercado. Si no, aguantarse y resignarse.

Y no crea que se atiene Ud a la ley si destruye los disquetes pero conserva la documentación --llevado a ello tal vez por la insuficiencia de documentación de la nueva versión, o por la pésima traducción de la misma. También es delictivo --y por lo tanto punible-- guardar vieja documentación, o tirarla (sin haberla destrozado) a un contenedor de papeles.

Igualmente, si instala una nueva versión de Windows en su computadora doméstica y luego (usando el mismo soporte) en la del trabajo (porque en ésta lo que le ha puesto su empleador es una versión ya obsoleta), sepa que está violando la ley y puede venir demandado y hasta perseguido por la policía y los jueces. Y no crea que sería el primer caso, ni que su condición modesta lo pone a salvo de esos avatares. Un vecino con el que se haya peleado por las basuras podría, en venganza, denunciarlo. Y de hecho hay pobres muchachos encarcelados por acusaciones de «piratería», que es como denominan los mercaderes de software no-libre a la copia de sus mercancías.

El Linux es UNIX. En estricto rigor, eso no es del todo verdad. UNIX es una familia de sistemas operativos para computadoras grandes (no personales), y es una marca registrada. Hay una serie de variantes del UNIX que se usan en grandes empresas, en centros de investigación científica, en Universidades, etc. Y, por razones legales, el Linux no pudo surgir diciendo que era UNIX. Así que surgió como un no-UNIX que, a todos los efectos, es [como si fuera] UNIX. ¡Vamos, que, para lo práctico, es UNIX!

Su estructura interna o subyacente no será UNIX, pero lo que presenta al usuario es indistinguible del UNIX. Eso significa que, si aprende Ud a manejar el Linux, ha aprendido a manejar (un) UNIX, y viceversa (salvo que, en este último paso, tendrá que aprender una pequeña adaptación complementaria).

Bueno, bien, y ¿qué ventaja tiene que sea UNIX? Tiene la ventaja de que UNIX es lo que se emplea en las grandes redes, en los grandes centros de investigación, en las Universidades. Aunque ahora Microsoft trata de irle comiendo terreno al UNIX también en ese ámbito y aunque ha registrado triunfos en esa guerra mercantil, así y todo el mundo de las redes de comunicación y de las grandes instalaciones sigue siendo todavía un mundo UNIX. Y nadie sabe cuál será el desenlace de la pelea. Si Microsoft parecía llevar las de ganar, antes o después, por la superioridad de sus medios y la astucia y decisión de sus tácticas, tal vez le esté empezando a pasar aquello de que la avaricia rompe el saco. Muchos imperialismos han sido a la postre víctimas de su propio y ávido expansionismo.

Además de que usar el Linux conlleva familiarizarse con UNIX (lo cual para muchísimos usuarios puede ser en sí indiferente porque no van a relacionarse directamente con ese mundo informático-electrónico), el UNIX en general (y, por lo tanto, también el Linux en particular) posee ventajas propias que lo hacen superior no sólo a los sistemas operativos uni-tarea (el DOS) sino también a otros sistemas operativos multi-tarea (Windows 95, 98, NT; OS/2; etc).

3º.1.-- Lo primero que hay que señalar en este punto es que el Linux hace muy bien la multitarea, mientras que algunas versiones de Windows hacen, sí, multitarea, pero mal, o mucho peor que el Linux. Así Windows3.1 y Windows 95 apenas son genuinos sistemas multitarea: cuando un usuario lanza una aplicación teniendo abiertas otras, éstas se quedan medio congeladas. Probablemente Windows NT (¿tal vez Windows 98?) sea en eso mejor (el autor de este artículo no lo ha probado). Aunque no sin fallos, el Linux cumple bastante bien esa función de multitarea.

3º.2.-- Pero, en segundo lugar, las ventajas del UNIX no se limitan a eso de la multitarea, sino que incluyen los tres siguientes factores.

UNIX (y por lo tanto el Linux) asignan a cada fichero un dueño, un grupo de usuarios (siendo el dueño del fichero miembro de tal grupo) y unos permisos de lectura, escritura y ejecución diferenciados para el dueño, el grupo y los demás. Eso hace que UNIX (y el Linux) ponga una barandilla que evita en muchos casos los desastres o percances. En el Linux los virus difícilmente pueden surgir y pulular. No digo (como dicen otros) que sea imposible que surjan, mas lo seguro es que ese sistema de permisos interpone un obstáculo nada fácil de franquear contra la diseminación de los virus.NOTA 1_2 También el sistema de permisos salvaguarda la privacidad de los ficheros de cada usuario y evita que los errores de un usuario novel o inexperto se salden en destrucción de datos de otros usuarios.

Desde luego todo eso tiene sus límites. Si los errores los comete el administrador de la máquina (el superusuario o `root' [raíz]), entonces el sistema de permisos no servirá de protección. Pero es más frecuente que los errores los cometan otros usuarios. Si Ud compra un Pentium II que van a usar Ud mismo más su compañero/a, su hermano y su sobrino --alternativamente--, esperemos que Ud, como superusuario, sea más cauto y más experto; los errores o las imprudencias de los otros usuarios no provocarán el descalabro que causarían con el Windows.

Una segunda ventaja del UNIX (y por lo tanto del Linux) estriba en la flexibilidad de configuración. En el DOS, el OS/2 y el Windows la estructura de ficheros es ésta: cada fichero tiene un solo nombre y está en un solo directorio; cada directorio es a lo sumo subdirectorio de un directorio superior; cada directorio que no sea subdirectorio es una división de un conducto (drive) o unidad, que es un disco o una partición de disco; los conductos o unidades son: A:, B:, C:, D:, ... En cambio, en el UNIX existe un procedimiento que es el de los links o enlaces, por el cual, a todos los efectos, un fichero puede tener varios nombres y estar en varios directorios; un directorio puede ser subdirectorio de varios directorios; elimínase en cambio la noción de conducto o unidad: cualquier paquete de ficheros --tenga el soporte físico que tenga, sea un CDROM, un disquete o lo que fuere-- se «monta» como un directorio.

Verdad es que el DOS --y en menor medida el OS/2 y el Windows-- trataron de paliar la rigidez del sistema de nombre único y ubicación única con las órdenes `join', `assign', `subst', `append'. Eran arreglijos que no siempre podían funcionar, que a menudo resultaban incompatibles con nuevas implementaciones (sobre todo en el Windows) y que nunca solucionaban lo esencial.

En cambio, supongamos que usa Ud el WordPerfect 5.1 y tiene unas macros en las que le va a buscar sistemáticamente el programa las plantillas de fusión en un directorio «c:\Uriel\hobbies\recursos\plantill». Reorganiza todo (compra una nueva computadora, respalda y restaura el disco duro, reparticiona, introduce nuevos directorios, hace hueco para las cosas de su hermana etc). El resultado es que tales plantillas están ahora en el directorio «e:\hobbies\recursos\plantill». Tendrá que rehacer sus macros, lo cual es tarea ardua. O tendrá que hacer asignaciones con las órdenes `subst' etc (si se lo permite el sistema operativo, porque en eso el primitivo DOS era mejor). O bien use el Linux y tendrá todas las opciones que Ud quiera (gracias a la flexibilidad del propio Linux cuanto a la que en esto añade el programa Linux de emulación de terminales DOS, a saber el DOSEMU). Así, entre otras, podrá poner sus plantillas en

/home/Uriel/cosas_particulares/distracciones/hobbies/recursos/plantillas

y llamar también a ese directorio de otro modo; y podrá, en su emulador DOS, usar 24 letras de conducto para llamar a sendos directorios. El resultado es que, con unos pequeños toquecitos en ficheros ejecutables de texto ASCII --transparentes y cuyo manejo no requiere ningún conocimiento de informática--, podrá Ud dejar en paz las macros del WordPerfect, el cual seguirá buscando y hallando las plantillas en lo que para él seguirá siendo «c:\Uriel\hobbies\recursos\plantill».

Una tercera ventaja del UNIX es que restringe menos que otros sistemas operativos la libertad de llamar a los ficheros y directorios como a uno le dé la gana. Está claro que alguna restricción tiene que haber (por razones sintácticas), pero a uno suele gustarle que sean las menos posibles. El DOS impuso la absurda restricción 8.3 (cada nombre de fichero tenía un máximo de ocho caracteres de nombre propiamente dicho más un máximo de tres caracteres de extensión separada del nombre por un punto); y encima había muchas restricciones en cuanto a qué caracteres podían usarse. El paso al OS/2 y al Windows95 y NT permitió dejar atrás el constreñimiento 8.3, pero en lo tocante a caracteres admisibles se instaló una situación oscilante entre el caos, la incompatibilidad de plataformas y lo imprevisible. Al optar por ANSI, en lugar de ASCII, el Windows dio lugar a serios problemas con nombres de fichero que tuvieran caracteres acentuados u otros signos que no fueran ASCII estándar. Aunque el Linux no soluciona satisfactoriamente todos esos problemas ni garantiza perfecta compatibilidad (lo cual es imposible por otro lado), sí concede más libertad, al menos para que cada uno haga de su capa un sayo (en su computadora). Puede Ud llamar a un fichero así:

Mi4ªcarta_de_amor(la_que_escribí_con_más[ansiosas]expectativas):a_MªJesús;borr.2º.a.1
Por poder, puede hasta poner retornos de línea y saltos de págª en nombres de fichero; y hasta usar en tales nombres símbolos reservados.[*] Como a nadie obligan, puede Ud seguir usando nombres como `MaJesus.car' (y, gracias a los links, llamar a la carta de ambos modos, o ponerla, con diferente nombre, en dos directorios).

Otra ventaja del Linux respecto de sistemas operativos de propiedad de empresas con ánimo de lucro (como Windows de Microsoft) es que el Linux viene, en cualquier distribución, acompañado de un enorme cúmulo de utilidades. Los equivalentes a esas utilidades para Windows etc puede que estén disponibles, puede que no. Habría que ver en cada caso. Habiendo sido durante años usuario de uno de esos sistemas operativos, puedo asegurar que no siempre se hallan utilidades así, por más que uno busque.

Mas lo importante aquí es que, aunque existan tales utilidades, las firmas propietarias del sistema operativo no tienen interés en incorporarlas a la mercancía que venden. Primero porque no podría ser en las mismas condiciones (las utilidades son a menudo software libre, y en cualquier caso no son propiedad de la firma que posee el sistema operativo). En segundo lugar, porque, cuando esas utilidades sean software no-libre, la firma que vende derechos de uso del sistema operativo prefiere no mermar su propia ganancia pagando regalías a otras firmas.

El resultado es que (al menos hasta donde ha podido comprobar, por su experiencia, el autor de este artículo), cuando uno adquiere un derecho de uso de un sistema operativo no-libre no puede (mientras no se busque la vida por ahí) ni siquiera descomprimir archivos comprimidos .zip, ni visualizar ficheros de impresión .ps (PostScript) ni convertirlos a formatos imprimibles adecuados a la impresora propia, ni usar discos duros removibles o cintas de respaldo. Las distribuciones del Linux suelen incluir muchas de esas utilidades, y cada vez incluyen más (cada uno instala lo que quiere, claro).

Al tratarse en general de software libre, no hay razones mercantiles que restrinjan su uso; antes bien, cada distribuidor (más si quiere vender su distribución) querrá incorporar más virguerías que hagan la compra de su soporte más ventajosa que la de sus competidores.NOTA 1_3


Una quinta ventaja del Linux respecto al Windows y a otros sistemas operativos similares estriba en la documentación disponible. A menudo el Windows y ese tipo de sistemas operativos que son poseídos por grandes empresas comerciales se ofrecen sin apenas documentación.


Las razones son varias.

Una es, posiblemente, que la empresa transnacional dueña del software en cuestión no tiene interés en facilitar demasiadas pistas que permitan averiguar sus intríngulis, limitándose a dar al usuario un mínimo de pautas (casi casi de obligado cumplimiento) para el uso y manejo del programa.
Otra posible razón estriba en que frecuentemente grupos próximos (por interés, negocios o lo que sea) a tales empresas venden sus propios manuales, y que el propietario-distribuidor del sistema operativo no quiere hacerles competencia (él mismo vive de esa claque, de ese coro sin el cual poco se venderían sus mercancías).

Otra razón puede estribar en la concepción opaca y reservada de los dueños de la empresa: ellos y sus programadores son los sabios, y al común de los mortales con pocas palabras y explicaciones basta (y esas palabras, parcas, suelen hallarse en las ayuditas «en línea»).

Claro que no es de descartar una razón más, puramente crematística, y es que los manuales cuestan (aunque no costaría prácticamente nada un manual en fichero de texto que viniera en el propio CD-ROM, como sucede con el Linux; mas eso sería posiblemente un desdoro para Microsoft y cía, empresas de postín que no van a rebajarse a ofrecer un vulgar fichero de texto fácil de copiar y distribuir gratuitamente).


El resultado es que --por muy presuntamente amigables que sean esos sistemas operativos no-libres (cada uno contará la feria según le haya ido en ella, y a quien esto escribe esa amigabilidad del Windows le parece puramente legendaria)--, a la hora de habérselas con dificultades imprevistas no sabe uno qué hacer ni tiene documentación adonde acudir.

Con el Linux sucede casi lo opuesto (y puede que caiga en el otro extremo): puede uno siempre consultar miles de págªs de documentación gratuita. El único problema es la escasez de tiempo; que, si no, uno acabaría resolviendo todos los problemas --a diferencia de lo vendido que se siente uno frente al hermetismo de Microsoft y demás empresas de ese estilo.

Además de que cada usuario del Linux tiene a su disposición un gran cúmulo de documentación gratuita, puede llamar en su auxilio a la comunidad linuxita, formada por muchos entusiastas, con probabilidades de que alguno le eche una mano. En cambio poca ayuda desinteresada (pero competente) puede uno encontrar para configurar el Windows. Y el soporte de las empresas es seguramente otro mito. Ya se sabe: puede uno llamar en tales horas durante tanto tiempo; lo intenta sin éxito y, cuando al fin se entabla la comunicación, ya se ha pasado el tiempo de soporte gratis, y hay que pagar la consulta (que, por otra parte, en general, se revela muy decepcionante). Con el agravante de que creía uno, equivocadamente, que disponía de una redecilla de seguridad.

Otra ventaja estriba en las actualizaciones. Al comprarle a una empresa de software el derecho de uso de un sistema operativo, Ud sólo adquiere ese derecho. A lo sumo podrá la empresa prometerle (en términos vagos) condiciones favorables para actualizaciones futuras. En cambio, al instalar un sistema operativo libre, como el Linux, Ud sabe que las versiones futuras seguirán siendo libres, y por lo tanto, aunque Ud haya comprado a la empresa tal su disco de distribución, puede luego actualizarse a futuras versiones directamente desde el internet, o pasándose a otra distribución. No está obligado a comprar de nuevo esa misma distribución determinada ni ninguna otra (aunque lo módico del precio hace que tampoco esa opción resulte prohibitiva).

Una ventaja del Linux sobre el Windows es que, mientras éste último sólo puede funcionar con un interfaz gráfico [GUI, graphic user interface] (sin el cual Windows 95 queda reducido al MS-DOS 7, perdiéndose la [ya escasa y problemática] multitarea que posibilita ese sistema), el Linux en principio funciona en modo texto, con consolas virtuales no-gráficas. Hay, sí, distribuciones del Linux orientadas al modo gráfico (p.ej. la de Red Hat, y en menor medida otras), lo cual las ha hecho muy populares, ya que esos menúes gráfico-ventaneros son del gusto de bastantes usuarios, quienes piensan que facilitan el trabajo para los neófitos.

No sé cuánto haya de fundamento en eso. Lo que sé es que, como dice el refrán, de gustos no hay nada escrito (o sea: estipulado) --o más bien de gustos no cabe debatir.

A muchos les encantan los entornos gráficos. Para ellos Linux tiene entornos gráficos despampanantes, vistosos, cromos sensacionales. A otros nos gustan los entornos de modo carácter o texto (porque en éstos los caracteres son mucho más visibles y porque --con razón o sin ella-- nos parecen más prácticos y rápidos para el trabajo efectivo). Quienes así sentimos podemos usar Linux en multi-tarea plena sin tener que correr ningún entorno gráfico.NOTA 1_4

(Es posible --aunque no estoy seguro de que sea la explicación correcta-- que sea por razones mercantiles por lo que han concedido un privilegio abusivo a los entornos gráficos las casas de software propietario. La razón --de ser cierta mi hipótesis [que, insisto, emito a título de conjetura nada más]-- sería que eso vende más, no en el sentido de que los entornos de texto se vendan mal o carezcan de demanda, ni siquiera de clientes solventes, sino de que se saca más beneficio vendiendo sólo entornos gráficos, más caros, y obligando así a que, aunque sea a regañadientes, se pase al modo gráfico el usuario no adicto a tales entornos [por tener defectos de visión, como más de tantas dioptrías, o por inclinación a lo práctico y al resultado, o por lo que sea].)

No todo es cuestión de mero gusto en este asunto de cómo comunicar (si por gráficos o por mensajes lingüísticamente acuñados). Hay también un problema de eficacia. Según en qué contextos y para qué fines será mejor, o peor, utilizar un sistema de señales gráficas o un código de representación lingüística como el alfabético. En nuestra sociedad hemos pasado recientemente de un predominio del código lingüístico-alfabético a los códigos de señales gráficas (tal vez sobre todo por causa de los problemas que acarrea la circulación de vehículos automóviles).

Los sistemas de representaciones icónicas se han difundido también para transcender fronteras idiomáticas. (Si va Ud a Budapest y busca los baños, la palabra puede serle incomprensible, mientras que un dibujo puede darle más fácilmente una pauta.)

Sin embargo, sería menester un estudio científico para saber si --cuenta habida de todo-- resulta mejor, para el trabajo con una computadora, una interfaz icónica o una lingüística. A favor de la primera cabe aducir su más fácil aprendizaje (al menos para quien no hable el idioma). A favor de una interfaz lingüística pueden alegarse consideraciones de rapidez y eficacia en el manejo. Es posible que haya personas para cuyas características resulte más idónea una interfaz o la otra.

Sea ello como fuere, es preferible dejar abiertas las opciones y no encerrarse irremediablemente en una vía, como la del predominio de las señalizaciones icónicas, que tal vez a la postre no se revele el mejor camino.


La última de las razones egoístas que voy a invocar es una cuestión de calidad. Una serie de observaciones empíricas y de generalizaciones inductivas (falibles y tal vez no contrastadas en estudios científicamente rigurosos, pero no por ello desechables) llevan a la conclusión de que Windows 95 es un producto chapucero --seguramente por el ansia de copar pronto el mercado y adelantarse a la concurrencia, desbancando especialmente a la IBM que no había sabido promocionar publicitariamente su OS/2--.

Así, p.ej., a pesar de que casi todo el hardware que compra uno para computadoras personales viene hoy con soporte de software para Windows 95 (y sólo para Windows 95, o a lo sumo para Windows NT también), a pesar de ello muchas veces el soft no es reconocido, el hard no se instala, y eso que está dizque «optimizado para Windows 95». ¿Qué pasará? ¿Por qué cada vez que entra uno se obstina el Windows 95 en sostener que la pantalla y tarjeta gráfica están mal configuradas, que el ratón no funciona bien, que hay que rebutear por enésima vez, que el disquete con soporte de soft no contiene nada etc etc?

Sin duda son fallos de programación que le pueden pasar a cualquiera. Los programadores de M$ ni son más tontos que otros, ni es verosímil que trabajen menos bajo el látigo del patrón (quien se juega en eso muchísimos miles de millones de dólares). Pero nada prueba que el ser humano haga mejores cosas cuando trabaja en esas condiciones de emulación y presión. Hay estudios que parecen mostrar lo contrario:NOTA 1_5 que algunos, o muchos, producen mejores cosas cuando no se juegan tanto en lo que están haciendo, sino que lo hacen por mor de la calidad de su producción como un fin en sí mismo. Y el Linux es principalmente producido, sin ánimo de lucro, por universitarios cuyos emolumentos no van a cambiar automáticamente porque el producto sea mejor o peor, ni, todavía menos, porque sea mejor o peor aceptado en el mercado.NOTA 1_6

Teniendo en cuenta que al Windows se lo dan todo hecho, y al Linux nada, no resulta arriesgada ni peregrina la conjetura de que el Linux es un producto de más calidad.NOTA 1_7

Argumentos independientes del provecho propio

Lo malo de que prevalezca en demasía el software propietario es que con ello se cercenan las posibilidades de desarrollo de alternativas. Por los mecanismos usuales del mercado (el juego «limpio» y el menos limpio), se van formando oligopolios, y se cierran los mercados a cuanto salga del patrón impuesto por los oligopolistas. Ahora bien, la experiencia muestra que nunca hay demasiada imaginación, nunca demasiada inventiva, nunca demasiada iniciativa. Aun pagando el precio de disonancias, discordancias, disparidades, es mejor para el progreso humano que pululen y proliferen implementaciones alternativas a fin de que la sociedad tenga nuevas opciones abiertas.

De entre los oligopolios o casi-monopolios a pocos les estará sobrando el `casi' tanto como a Microsoft, cuyo Windows (en una u otra variante) es utilizado hoy por más del 90% de los usuarios de PC's. Si uno quiere promover diversidades estimulantes, ayudar a que se abran vías alternativas, evitar el callejón de una opción única, lo mejor es secundar a alternativas menos estándar. Pero, para que sea eficaz tal esfuerzo, hay que no dedicarse a secundar algo que parezca definitivamente arrinconado, obsoleto o fracasado. Y, descartados el producto monopolístico más los que parecen tener a lo sumo pasado (no futuro), lo que queda es el Linux.[...]

Cada uno es muy dueño de estar a favor del actual sistema socio-económico (el capitalismo) o en contra del mismo (a favor de alguna estructura de tipo colectivista).

Ahora bien, si se está en contra del sistema, seguramente será porque uno piense que es injusto --y concretamente porque se juzgue injusta la distribución de la riqueza (o más bien su falta de distribución). De ser así, no parece muy razonable contribuir a agravar la desigualdad de riquezas, contribuir a que el más rico del planeta sea todavía más rico.

Claro que uno puede, como principio, abogar por un sistema de distribución de riquezas radicalmente distinto del actual, pero a la vez sostener que --dentro del actual sistema injusto-- da lo mismo que el margen de desigualdad sea un poco mayor o un poco menor; o, dicho de otro modo, que, si bien es injusto que exista la actual desigualdad en la distribución de riquezas --el abismo entre ricos y pobres--, dado ese sistema da lo mismo que la distancia entre el más rico y el más pobre sea un factor multiplicativo de 99 unidades o que sea de 99+1.

Eso se puede sostener y seguramente no es lógicamente incongruente. Sin embargo, ¿cuál es entonces la razón que lo lleva a uno a repudiar el actual sistema socio-económico y su distribución? Pueden alegarse varias cosas. Una es que tal sistema no satisface las necesidades básicas de la mayoría de la población del globo. Sin embargo, esa razón por sí sola difícilmente lleva a abogar por una alternativa distributiva radical, a menos que se demuestre que el actual patrón distributivo es incompatible con la toma de medidas que alivien la situación de los más desfavorecidos.

En general, sin embargo, esa razón en sí no constituye una motivación igualitaria para repudiar el actual sistema, ni por lo tanto acarrea forzosamente, de suyo, un rechazo radical de ese sistema. Lo que sí constituye un motivo para repudiar el sistema (con o sin paliativos) es una posición que articula uno u otro tipo de igualitarismo.

Mas, aceptado el igualitarismo, acéptase la tesis de que es mala la desigualdad económica, al menos aquella que supere cierta cota o cierto umbral. Si eso es así, el único modo concebible para sostener que da lo mismo que la desigualdad económica máxima sea un poco mayor o un poco menor es afirmar que, rebasado cierto umbral, la desigualdad es mala sin importar ya grados; y que el aumento marginal de desigualdad ya no incrementa el grado de maldad de la desigualdad resultante. Sino que es moralmente indiferente.

Mas eso parece escasamente razonable. Si es mala la desigualdad (o la desigualdad excesiva), entonces lo único que puede hacer que una desigualdad de n+1 no sea peor que una de ene es que haya una raya, una línea de demarcación tal que, más acá de esa línea, no se dé (en absoluto, tal vez) maldad en la desigualdad; pero más allá la maldad sea total y absoluta. Y eso es increíble. Es como si hubiera una línea tajante de demarcación en la resistencia física tal que el deportista que la rebase, por poco que sea, sea un deportista totalmente bueno, al paso que el que se quede un poquitín por debajo (por poco que sea) sea un deportista totalmente malo. O que el alumno que tiene una media de 5,001 sea óptimo, mientras que el que obtiene una media de 4,999 sea pésimo.

Descartado ese antigradualismo difícilmente creíble del todo o nada, lo normal será pensar que una mayor desigualdad es peor que otra menor. Y, por consiguiente, que es malo incrementarla. Y que, por lo tanto, es malo contribuir a que el más rico del planeta sea todavía más rico, y esté a más distancia del más pobre. ¡Que por uno no quede!

Si es uno partidario del sistema capitalista, seguramente verá en éste ventajas de ésas que Adam Smith atribuía al mercado --el cual, como una mano invisible, haría que, a la postre, el egoísmo de cada quien resulte en el bien y la prosperidad generales. No entra en mis propósitos debatir aquí de esa paradoja, que juzgo muy equivocada. Lo que sí creo oportuno decir al respecto es que, si uno atribuye esas virtudes al capitalismo, a la economía de mercado, entonces parece razonable que favorezca medidas antimonopolistas. Y una medida antimonopolista hoy es que haya un poco de variedad y competencia en el mercado de los sistemas operativos para PC's. De las cosas que puede uno hacer para lograrlo, la que, a primer vista por lo menos, parece menos distante de conseguir algún resultado es optar por Linux en lugar de Windows.

Otro motivo no-egoísta para no colaborar al mayor poderío de los oligopolios del software es protestar contra la represión que sufren los mal llamados `piratas':NOTA 1_8 jóvenes que han comprado un paquete de software pero que lo han usado en más de una máquina, o que han recibido de un amigo unos disquetes y han probado su contenido, y que ahora están en presidio por eso como si hubieran matado a alguien. Sabemos quiénes no están en la cárcel habiendo hecho lo que han hecho.NOTA 1_9

En realidad eso de la piratería es un cuento absurdo.NOTA 1_10 Los contratos que se firman son inicuos y en su negociación una de las partes es impotente y la otra prepotente. Mas aun así: la ruptura de una condición contractual podría ser motivo para un juicio civil y hasta --si se demuestra empobrecimiento de la parte presuntamente lesionada-- para el pago de una multa o indemnización. Lo que es absurdo y cruel es tratar eso como delito y someterlo al código penal.

Hoy juzgamos cruel e inhumano que en otro tiempo hubiera prisión por deudas; pero esto no es menos malo. Al revés, es todavía peor, porque el deudor había causado, al recibir el dinero, un empobrecimiento relativo del acreedor, al paso que el mal llamado «pirata» sólo ha causado (suponiendo a mucho suponer) un no-enriquecimiento del propietario del software en cuestión. Y no-enriquecimiento no es empobrecimiento. El que el patrimonio de uno no se incremente no significa que disminuya.

Las grandes empresas de software (y en primer lugar M$) no dudan en utilizar los aparatos coercitivos de los Estados, sus pistolas y sus rejas, para reprimir y encerrar a los disidentes del sistema que --sin hacerle mal a nadie-- corren en sus computadoras programas de diseño, bases de datos, hojas de cálculo, lo que sea, y cuya única falta es que no han enriquecido aún más al más rico del mundo (o a otro que no le ande tan lejos).

Creo que es sensato que aquellos a quienes eso parezca injusto lo manifiesten colaborando --sin salirse del marco legal para nada-- a que prosperen alternativas viables frente al software que simboliza la prepotencia de esos magnates tan implacables.

Objeciones

1ª.-- Es insignificante lo que uno puede contribuir a un resultado así. Será verdad eso de que un grano, sin hacer granero, ayuda al compañero. Pero no lo es menos que, para mí, usuario individual, una decisión así es importante (tengo que hacer cambios en mi manejo de las máquinas, en mis costumbres, etc), al paso que es insignificante el efecto indirecto de mi opción particular.

Respuesta.-- Razonando así nunca votaría uno. El peso que tiene un votante indio en el resultado político es como del orden de 0,0000003 %. El que tiene un comprador de Windows en el incremento del poderío de M$ es muchísimo mayor.

Además, puede uno no sólo abstenerse de comprar un producto y adquirir (¡gratis!) un producto rival, sino también expresar a otros sus razones (sin necesidad de usar lenguaje ofensivo ni incurrir en alharacas o aspavientos). 5 ó 10 por acá, otros tantos por allá, eso va creando un ambiente. Minoritario, sí, mas no desdeñable. (De hecho ya hay compañías contrincantes de M$ que se han decidido a portar al Linux su software, como Caldera, Netscape y Corel. Ya se sabe: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.)

2ª.-- Cualquiera que sea la importancia de estos asuntos para quienes viven en eso o de eso, no vale la pena, para quienes tienen preocupaciones mayores, perder tiempo en tales bagatelas.

Respuesta.-- ¡Tal vez sea así! Pero, por las mismas, uno empeñado en preocupaciones o tareas más altas no perdería nunca tiempo haciendo el amor, dando de comer a los patos junto al estanque, llevando a sus niños a pasear, montando en bicicleta, nadando o mirando una película. Está bien que algunos estén tan enfrascados en actividades valiosas y hasta sublimes que no les quede tiempo alguno para estas otras cosas más ramplonas y de menor vuelo. Otros, sin embargo, pueden dedicarles algún tiempito, aunque sea un poco a título de diversión o entretenimiento, mientras descansan un momento de quehaceres más arduos e importantes.

3ª.-- La opción por o contra un sistema operativo o un tipo de software (propietario o libre) no tiene nada que ver con cuestiones sociales, con la alternativa entre colectivismo y capitalismo o individualismo.

Respuesta.-- Es verdad que cabe, por una u otra razón, preferir el software propietario aun siendo uno partidario de un sistema colectivista, y preferir el software libre aun si uno ama al capitalismo (entre otras cosas tal será el sentir de quien se lucre distribuyendo software libre --mientras que se arruinaría si se acabara de imponer monopolísticamente el software propietario). Pero parece incongruente que alguien abogue por una sociedad sin propiedad privada de bienes materiales y piense que, no obstante, en tal sociedad haya de haber software propietario, en el sentido apuntado. Podrá creer que, aun sin propiedad privada, los autores de un producto intelectual tienen ciertos derechos especiales sobre el uso de tal producto. Mas esos derechos no podrán ser los de propiedad material sobre el producto, ni sobre su soporte, ni sobre los bienes materiales ganados gracias a ese producto. Tal vez será un derecho a cierta recompensa, del tipo que sea, por haber hecho una contribución especial al bien de la sociedad, mas eso es harina de otro costal.

4ª.-- Todos esos alegatos anti-Windows son los de los fracasados. Windows ha triunfado en buena liz. Por algo será. Nadie es más sabio que el comprador, ya que cien millones de compradores no pueden equivocarse.

Respuesta.-- Desgraciadamente pueden equivocarse cien millones de compradores, y aun doscientos. Aunque el proceso que ha llevado a la hegemonía de Windows hubiera silo menos objetable (en lo tocante al recurso a propaganda sesgada, bombo y platillo, prácticas mercantiles cuestionables, etc), ningún indicio serio permite aseverar que lo que se impone en el mercado es siempre lo mejor. Son infinitamente complejos los resortes de la acción humana, siendo uno de ellos el efecto bola de nieve («¿Dónde vas Vicente?»). Una razón que puede llevar a A a comprar X es el mero hecho de que A piense que B, C, D, etc, van a comprar la mercancía X (máxime si eso repercute de algún modo en las opciones que tenga A en el caso de comprar otra mercancía a la hora de hacer intercambios con B, C, D, etc.). Y todavía más que A piense que B, C etc piensan que A va a comprar X y van a ajustar sus actuaciones y opciones a tal expectativa. Una vez desencadenada una serie de tales mecanismos, poco influye la calidad del producto, que muchas veces el comprador no tiene posibilidad de comprobar (máxime si ni siquiera tiene conocimiento de productos alternativos).

5ª.-- ¿No es algo incongruente que un software producido, sin ánimo de lucro, por los programadores que lo inventan sea utilizado para el lucro de empresas que venden distribuciones comerciales del mismo, como pasa con el Linux?

Respuesta.-- No, no es incongruente. Estamos en una sociedad capitalista, en una economía de mercado. Quienes producen software sin ánimo de lucro pueden imponer al uso y distribución de sus productos la condición de que no se haga con ánimo de lucro (tal es el caso del software gratuito usual, que uno puede usar y copiar pero no distribuir comercialmente, o sólo con la restricción de hacer pagar una suma muy módica).

Los originadores del complejo GNU-Linux han optado por otra opción, la del software libre, o sea uno con el cual uno puede hacer lo que quiera siempre y cuando el resultado de tal uso no restrinja derechos de terceros.

Esa opción es perfectamente razonable en el marco de esta sociedad. En primer lugar porque ofrece un aliciente a otros para, a cambio, sufragar el desarrollo ulterior de ese software libre (sin que eso lo transforme en software propietario en el sentido técnico, ya que el sufragante o subvencionador no poseerá derechos monopolísticos sobre el producto, mientras que Microsoft posee un derecho absoluto y exclusivo sobre cualquier desarrollo ulterior del Windows). En segundo lugar, entre el equipo de tales originadores de software unos tendrán unas opciones sociales y otros otras; la fórmula del software libre es neutral, acomodándose a las actuales estructuras sociales sin empero darles un aval o un respaldo, y sin contribuir al predominio de los más poderosos.

6ª.-- En el mundo del Linux hay una pléyade de distribuidores. No hay un solo Linux sino Línuxes para todos los gustos. Eso causa un caos y lo deja a uno perplejo sin saber a qué carta quedarse ni por qué distribución decantarse.

Respuesta.-- Es verdad que se da tal variedad y que acarrea algunas consecuencias desagradables. Mas no hay que exagerar. La mayor parte de los problemas y de las soluciones son comunes. Los Linuxitas hablan el mismo lenguaje informático. Hay bastante comunicación entre ellos. Y la variedad tiene también mucho de positivo: da un margen al gusto, la preferencia, lo cual tiene un aspecto estimulante. Lo de la perplejidad se resuelve fácilmente: entérese Ud un poco, otee, y luego sepa que cualquier distribución del Linux es mejor que ninguna.

7ª.-- Con Linux no puede el usuario esperar el socorro de una empresa fuerte que le dé soporte en caso de avería o disfunción grave.

Respuesta.-- Ya hablamos de eso más arriba. La experiencia de quien esto escribe lo hace muy escéptico respecto al socorro que quepa esperar de las grandes empresas electrónico-informáticas. Tal vez a otros les haya ido mejor en eso y sean más optimistas. En todo caso, y sea como fuere, las casas comerciales que distribuyen Linux ofrecen soporte en condiciones y a precios que desafían cualquier oferta tentadora de los mercaderes de software propietario. Y está el ancho mundo del ciberespacio linuxita, donde habitan muchas almas caritativas.

8ª.-- El Linux es complicado y difícil.

Respuesta.-- No es más complicado ni más difícil que el Windows, ni está menos documentado. Lo que pasa es que una tarea hecha entre dos es más fácil que hecha por uno solo. Y por tres más fácil. Y así sucesivamente. Como la mayoría usan Windows, suele ser más fácil obtener una ayudica de un vecino, hermano, proveedor, compañero de trabajo etc cuando uno usa el Windows. Además de que ya la computadora que uno compra vendrá normalmente con Windows. En eso, sólo en eso, estriba la facilidad. Y es un factor real, que explica muchas cosas, muchas opciones. Eso sí, cuando el Windows empieza a fallar y no reconoce la tarjeta de vídeo o el conducto de disco removible o la escrutadora; cuando los mensajes de error se repiten y hasta empieza a sonar una alarma que sólo se calma apagando la máquina; cuando no hay cómo solventar nada de eso con la documentación impresa adquirida con el sistema operativo; cuando esas cosas suceden, u otras por el estilo, ¡olvídese Ud del socorro del fabricante del producto, del del proveedor, del de sus colegas en el trabajo, del de su vecino! Está Ud solo ante el peligro y arrégleselas como pueda. O, si no, pásese al Linux.

9ª.-- La sociedad no puede avanzar si no remunera a los inventores. El que tales productos sean marcas registradas, propiedad de ciertas empresas, es simplemente una implementación de ese principio de patentes, o sea: es la manera de asegurar que los inventores (en este caso los programadores) puedan beneficiarse de su invención y estén así estimulados --ellos y otros-- para llevar a cabo nuevas invenciones.

Respuesta.-- Con los actuales oligopolios del software (o de lo que sea) la situación es inversa. M$ tiene un puñado de programadores en su nómina (serán muchos, mas constituyen una ínfima minoría de entre los programadores listos y capaces, sea en EE.UU o en el planeta Tierra). Lo inventado por esos programadores no es propiedad de ellos, sino de la empresa multinacional Microsoft.NOTA 1_11 Los beneficios de M$ van a sus propietarios, y sólo indirectamente a los programadores a sueldo de esos propietarios (quienes se beneficiarán en las condiciones que fije la empresa, que es la que está en posición de fuerza a la hora de regatear en la contratación laboral).

Pero es que, aunque las ganancias de M$ fueran íntegramente a los bolsillos de los programadores a sueldo de M$, la abrumadora mayoría de los inventores de software no se beneficiarían lo más mínimo de tales ganancias (al revés: con esa ascendencia de M$ ven mermadas sus posibilidades de recibir, también ellos, alguna compensación o retribución por sus propios inventos).

Al paso que la utilización --aunque sea no onerosa-- de software libre ayuda a que la promoción de tal software sea ulteriormente auspiciada y sufragada por diversas entidades (Universidades, empresas privadas, instituciones de administración pública, asociaciones sin ánimo de lucro); con lo cual el resultado será que muchos más inventores recibirán recompensa adecuada por su contribución al progreso humano, y éste se verá así más propiciado.




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