Caleidoscopio de lo real lo trascendente y la realidad mental

"El mundo es un caleidoscopio. La lógica la pone el hombre". Miguel de Unamuno.

A través de espejos en ingeniosa disposición el caleidoscopio transporta como lo imaginado del cosmos, universos asimétricos de excepcional belleza, y pareciera que todo consta en la evolución de la materia, y que el cerebro humano ordena en el mundo que percibimos, lo que intuimos puede que sea otra cosa, y busca la perfección que sólo puede ir acompañado por los sentidos, a los que debemos incluir el pensamiento, sobran los comentarios y las ideas entre lo abstracto y lo que pretende ser concreto. Caleidoscopio y frases pueden equipararse a lo poético evocando lo real, que como la verdad es inalcanzable, inasible, porque lo trasciende todo en los universos de las referencias en su diversidad compleja. Esas experiencias, esas perspectivas existenciales en cada individuo en que habita lo creado, partiendo desde niveles a planos de la mente, en sucesivas dimensiones, en tanto nos situamos en las múltiples circunstancias de vida.

Es el arte, son los colores y las formas, es el inmenso mosaico donde colocados los motivos de nuestras exploraciones conscientes e inconscientes, contemplando etapas que van quedando como historia, para que se pueda hablar sobre tales temas no resueltos por inverosímiles, cada cierto tiempo en lugares específicos donde la gente con sus giros, recursos y puntos de vista, se apoyan al reencontrarse en momentos semejantes en el presentismo, siendo nosotros mismos los que le damos cuerda al reloj que marca los movimientos de la cronología de lo místico, mítico, mágico, religioso, filosófico, científico, artístico, tecnológico, cuántico. Entonces se despierta uno del ensueño en una madrugada, cambiando tu percepción de las cosas que hay, de lo que intuyes, y lo tomas todo como lo mismo derivado del darse cuenta que lo que en verdad interesa eres tú, hacedor de la realidad participativa, protagonizando tu papel como observador que se observa, objetiva y subjetivamente, y logra separarse siendo consciente que al estar, es la misma conciencia que se mira y atrae como lo propio y radical de la propiedad de la cual emana.

Entonces no te hará falta nada, dándote por entero a lo que quieras dedicarte, cada vez siendo más uno, atemporal y sin forma, porque en el fondo todo lo que ves, lo que oyes, lo que dices y lo que haces, confluye de la propia singularidad cósmica, donde la razón, la imaginación, la conciencia se entrelazan y superponen a las teorías, que al menos avalan lo que se ha dicho desde siempre, tú lo eres todo, lo que amanece y se desvanece al disiparse la luz. Desde hace miles de millones de años, hemos sido alcanzados desde el más recóndito y apartado rincón del universo, dando lugar a la manifestación de un punto de concentración infinitamente denso y caliente, que se expresa como lo contenido primordial, en el continente de la idea primordial como la gran manifestación del logos, tras la fusión y la fisión nuclear, que le dio como resultado del destello fulgurante de la gran explosión, de ese Big Bang de energía, de la eclosión generada en la matriz fuente original, que vemos como totalidad en lo conocido que es esta realidad. Solo que afuera no apreciamos lo abstracto, sino lo que como concreto se da entre simbiosis de las partículas que se forman en el espacio como tiempo unificado.

Átomos, estrellas, galaxias distantes de nosotros a 13.8 mil millones de años, donde solo se llega a velocidades de la luz en su trayecto. Pero debemos descontar unos 5 mil millones de años transcurridos desde aquél primer evento, con sus fenómenos que desataron inmensas fuerzas, como manifestación de haber sido parida la Vía Láctea y su galaxia, y en medio de ella su joven estrella el Sol, refulgente en su horno atómico, y a su alrededor danzando las formas reflejadas en el fondo del espacio vacío, donde todo lo macro tiene su expresión física astronómica. De los planetas, el principal para nosotros, pero apenas reconocido, aunque no plenamente, y que habitamos todas las especies vivas, que ha sido llamada en la historia reciente, la Tierra. Es la misma que ha sido reseñada tantas veces por diversas culturas y tradiciones recónditas en el mundo, y en algunas de ellas la han citado como Tiamat, en la mitología babilónica, siendo la diosa del océano primordial, y a menudo asociada con la creación del mundo. O la Pachamama de la cultura andina, diosa de la tierra y la fertilidad, venerada madre que nutre y sostiene la vida. También se la conoce con el nombre de Abya Yala, que le dieron los pueblos aborígenes en lo que hoy es América Latina, en especial los Kuna de Panamá y Colombia; y en referencia al continente, significando "tierra en plena madurez" o "tierra viva". Entre los antiguos griegos estaba Gaia, personificando a una de las deidades primordiales surgidas del caos. Y la tradición hindú con Bhumi, diosa de la tierra, o Prithvi, personificación de la tierra como deidad. Akna es la madre mitológica maya, diosa de la fertilidad; en tanto que, para la cultura maorí de Nueva Zelanda, es Papatūānuku, la madre tierra que da vida a todas las cosas. Y finalmente, aunque hay más, en la mitología hawaiana, la diosa de la tierra y la fertilidad es Papa. Nombres que reflejan la profunda conexión y respeto entre los diferentes grupos humanos que otorgan a la Tierra ser fuente de vida y sustento de todas las criaturas posibles en ella. Y es en este planeta diminuto, que es conocido, y con las condiciones idóneas para que en ella se haya dado la posibilidad de vida perfectible, y podamos existir con nuestras falencias, desde que se instalaron los primeros microorganismos extraterrestres, arrastrados o lanzados cual proyectiles estelares, que de lo simple han llegado a lo más complejo de la evolución de estas especies, la humana y el resto, en medio de enigmas y misterios que los pensadores, apenas atisban con sus proposiciones de interpretaciones que asoman sus posturas al respecto de lo que está, para que sea, lo que es.

Aunque la historia no termina aquí, hay un hueco vacío en el cosmos de las posibilidades de existencia, y queda todavía mucho por descubrir. Los científicos son los que han propuesto teorías fascinantes, la cosmología de rebote es una de ellas, y sugiere que el universo podría haber pasado por ciclos de contracción y expansión antes del Big Bang. Ideas planteadas sobre el universo actual, uno en solo uno de muchos ciclos, y cada uno con su propia historia y secretos por develar. Mientras tanto, en la Tierra los seres humanos seguimos mirando hacia el cielo con asombro y curiosidad, mientras tratamos de desentrañar lo que vislumbramos en el entero cosmos. Con cada descubrimiento, nos vamos acercando más en la comprensión del lugar que ocupamos en el vasto y maravilloso universo que suponemos existe en lo que es real, trascendente de la realidad. Es decir, todo lo que absolutamente corresponde como problema por resolver, porque cabe suponer que es parte de lo que hemos creado, una construcción que desde la mente del observador recrea cuando lo ve, y otra muy diferente al dejar de pensar en las infinitas posibilidades, como especies conocidas y desconocidas hay. Lo que al parecer puede llegar a ser así, es parte de la experiencia como existencia de lo particular, desde principalmente el estar, porque nosotros, somos entre todos uno, definidos como parte sustantiva de todo lo que incluye lo humano.

Y no es nada descabellado que supongamos que existen seres que no son humanos, y que llamamos animales para diferenciarnos de ellos, pero la información nos indica otra cosa. Está corroborado por todos los textos sagrados, con datos y mucha información acumulada desde hace milenios, y que ha llegado el momento en que tales conocimientos, son parte de las investigaciones que realizan muchos científicos. Son bípedos, dotados de órganos y mecanismos, con habilidades y aspectos que podríamos considerar en comparación con lo cognitivo, aunque con capacidades superiores, solo igualadas con los grandes meditadores, que han logrado conocer la génesis de lo que somos y de lo que hay, al menos desde los albores de las civilizaciones. Para decirlo en una oración que puede abarcar lo que pensamos al respecto, dice así: Desde antes de que el tiempo fuera, en el principio fue el logos, la gran explosión, el primordial om. Culturas de hace por lo menos 50 mil años, cuando revelaron a través de aquellas frases, lo que las ciencias de la física, de la química y de la biología, comenzaran a arrojar con hipótesis, lo que de cierto hay en la naturaleza de las cosas que podemos ver y palpar, pero hay mucho más que eso.

Entonces solo echaron las bases del gran escenario con las piezas conocidas, para ir armando el rompecabezas en que se ha sustentado el conocimiento ancestral, que los sabios de Oriente fueron transmitiendo entre los iniciados, sus enseñanzas que comenzaron a fluir hacia Occidente a través de los contactos con lores en Inglaterra, donde se trató como novedad intelectual, sin que se comprendiera su verdadero significado, razón por la cual tardó tanto en manifestarse en mayor medida entre más gente que dedicó tiempo a mirar hacia adentro, hacia sí mismos, hacia las relaciones de los seres humanos con la propia naturaleza, mientras se medraba en ella. Enfrentando las corrientes contrarias y adversas al sentido de las líneas del flujo de las energías positivas, que llevan al despertar espiritual, de la emanación sublime de lo que se expresa sin mente. Porque nadie sabe realmente para quien trabaja, pues lo que se hace es lo que se ha aprendido, lo que se nos ha enseñado, en base a las tradiciones que se heredan, y se hacen parte de los otros en uno mismo, como fetiches que se adhieren como calcomanías o se tatúan y quedan para siempre, sin efecto, una vez cumplido su propósito original.

Lo que si permanecen son las conflagraciones en el mundo, que se llevan a cabo con el apoyo de las potencias que han acumulado el mal como forma de hacer, desde un legado que se correspondió con objetivos fundados en otras causas distintas a las actuales, pertenecen a otros tiempos, caducos, sin embargo sus vestigios pesan como legitimidad de hecho, siendo local, nacional, regional o mundial, el propósito es el mismo, manifestarse desde compartimentos estancos, levantando barreras donde no había, miopes ante los cambios que se gestan y no pueden ser encorsetados puesto que tienen trasfondo como los problemas que han generado en la humanidad, por lo menos en la especie humana y los aliados, frente a los que gravitan del lado del oscurantismo desde la narrativa de los mundos ingrávidos, etéreos, astrales, entre cohortes, como circunstancias históricas distorsionadas desde la ficción, a la que se pretende aportar ciclos, como si de una verdadera lucha en defensa de la especie humana, se viera reflejada, aunque desvirtuada por tratarse de eventos internos de cada ser como observador de lo que se experimenta, permaneciendo la partícula como lo que es.

Los conflictos internos y la manipulación geopolítica nos alejan de nuestra misión esencial de preservar la humanidad, se trata de la desviación de objetivos. O la legalidad frente a los intereses, en los cuales los poderes quieren beneficios para sí, ignorando a menudo la legalidad y lo internacional, produciendo vulnerabilidades internas. Para entender la gravedad del problema, se requiere una perspectiva desde la cual se trascienda lo inmediato y contemple el largo plazo como perspectivas trascendentales. Se trata de enfrentar a enemigos difusos como principales oponentes que se valen de la propaganda de noticias falsas y la manipulación de la información, desinformación y manipulación de los medios masivos que afectan la percepción pública, alimentando las divisiones. La crisis ambiental sigue siendo el enemigo silencioso que amenaza la supervivencia de las especies, la humana y la no humana, sin duda aunado al cambio climático, los desastres naturales, la escasez de recursos y de insumos, y el desplazamiento forzado de miles y millones de personas. Lo que aumenta con la desigualdades económicas, aumentando la brecha entre los pocos que son ricos, el 1% de la población total del planeta, y los muchos que son cada vez más pobres, lo que crea inestabilidad social, conflictos y debilitamiento en la cohesión entre sociedades.

Por su parte los enemigos son cada vez más complejos y a menudo interrelacionados, dificultando el abordaje, pues se requiere de la colaboración a nivel global para enfrentarlos efectivamente. Tenemos por caso tecnologías de vigilancia y el control social a través de aparatos de avanzada, pero que, a la vez, y por falta de criterios adecuados, socavan las libertades individuales y la propia democracia. Pero más grave aún, afectan la propia vida de las especies de insectos y la cadena alimenticia de aves y peces, lo que trae consigo más depredación de la naturaleza por parte de consorcios que sacan grandes ganancias con la muerte y extinción bajo el capitalismo salvaje. Además del incremento de los grupos extremistas que operan de manera descentralizada, representando focos de amenaza constante, desafiando la seguridad en múltiples niveles y a nivel incluso global. La vulnerabilidad de infraestructuras críticas a ataques cibernéticos pone en riesgo la seguridad nacional y la estabilidad económica. Y agreguemos las pandemias y crisis sanitarias por falta de prevención y preparación como la respuesta ineficaz ante las emergencias con consecuencias devastadoras.



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Franco Orlando


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