(Más de lo mismo cansa)

Qué criticar que no se haya criticado

Sí a ver vamos parece difícil la opción de escoger un sólo hecho que no se haya desmenuzado en toda su extensión, por lo que se hace cuesta arriba tratar de especificar uno en sí, por lo que mejor es recordar para darle camino abierto de sometimiento a la imaginación con todos sus desvelos que atrincherarse en la vía cerebral a pensar cuál será el destino que nos espera.

El premio Nobel acapara la atención del mundo como el jefe supremo del imperio y, ha sido tan opaca su actuación en el tiempo que lleva en el poder que, da grima comentar sobre el particular y, como un abre bocas de consuelo sólo resta decir que va de mal en peor y, por la senda que va llegará a guate peor, con el único mérito de ser presidente en pleno SXXI de la nación que incentiva la destrucción del mundo sin miramientos de ninguna clase que haga pensar que el Departamento de Estado y sus lacayos mundiales vayan a corregir sus políticas agresivas de invasión y, de guerras que desata en otras regiones que no son afines con su doctrina de sometimiento a sus intereses y neoliberalismo salvaje que atropella.

Los políticos venezolanos están intoxicados de deseos y en ese mar de situaciones siguen navegando con la vela del norte, esperando buenos vientos que los lleve a puerto seguro y, sin perder tiempo: cuentan los días por venir a ver qué sale de ellos que los enrumben en atrapar sueños premiados de mejor fortuna y embuchados de hallacas, pan de jamón y pernil en este mes de diciembre, hacen la digestión de esperanza a ver que les repara el nuevo año en que confiados calculan mejores destinos, para su vida política y, en ese pasatiempo sudan sus emociones, dispersos en la geografía nacional.

Hay uno que se la pasa cantando gaitas maracuchas en un país del Continente Americano, esperando que lo irradie el sol que le ilumine el camino de su futuro político y, para distanciarse de los de acá se hartó de hallacas rellenas de garbanzo como guiso, saboreando de malas ganas la quietud de la nostalgia que lo invade y, en vez de pernil comió llama al carbón con pausas entreveradas que le dé el grosor de su talla de filósofo a destajo fuera de su patria y bien emocionado sueña despierto que algún día de otro siglo sea presidente de Venezuela y jugando con sus diez dedos de sus pequeñas manos, confabula el desorden que lo encierra como el buen ladrón de otrora con su canto de ballena que no lo deja pensar como gastar lo que tiene en bienes caídos del cielo patrio zuliano.

Mientras, el tiempo pasa y pasa con un correr que arde y quema a los que están desprevenidos jugando con su suerte a que otros corrijan entuertos.

estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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