Ideas para los alcaldes y alcaldesas, para que no incurran en los mismos errores

Sin ser experto en política ni en gestión municipal, me atrevo a dar mi modesta opinión aportando algunas ideas que los nuevos dirigentes municipales deberían tomar en cuenta para realmente servir a la gente, basándome simplemente en mi observación y análisis de las nefastas gestiones anteriores en la mayoría de las alcaldías del país, que han pisoteado a más no poder la gran obra del Comandante Chávez, al punto de poner en riesgo a la Revolución misma. Obviamente esto aplica para todo el equipo de la alcaldía. Sé que este escrito es tal vez absurdo porque la mayoría de ellos no sabe leer, y cada vez que ganan (cualquiera) en las elecciones municipales o son contratados por los dirigentes electos da miedo, ya que uno no sabe a qué atenerse por varios años más, y pareciera no tener fin la sorpresa, siempre demuestran que se puede ser peor. Lo común ha sido la incapacidad y gestiones caracterizadas por la improvisación y el saqueo, porque los hemos escogido por razones subjetivas más que objetivas, por habilidades políticas y no por real preparación para asumir cargos de tanta responsabilidad. Incluso admitiendo a rencos dinosaurios aún fósiles que regresan al presente como si nada, de un pasado tortuoso, y lejano sólo en apariencia. Existen muy pocas excepciones. Los alcaldes y alcaldesas (principalmente, pero no de manera exclusiva) están obligados (as) a hacerlo bien, no tienen más excusas. Por respeto al pueblo (y a pesar del mismo), por respeto a la memoria de Hugo Chávez y su legado. Por respeto a sí mismos, si acaso lo merecen (al final de su gestión lo veremos).

Estimado (a) alcalde (sa):

La alcaldía está hecha para servir, especialmente garantizando el óptimo funcionamiento de los servicios públicos, mientras los Consejos Comunales asuman mayores responsabilidades. Por ello, naturalmente la gente se siente engañada cuando el aseo urbano pasa por su casa cada 4 semanas en camiones que dan pena, manejados por personas que trabajan en condiciones miserables, siempre mendigando “pa´ los frescos”. La gente quiere (o, tristemente, debería querer) ver calles limpias y sin huecos, áreas verdes, calles alumbradas y plazas agradables. No sentir que vive en un basurero o en una cueva de lobo. A los que están acostumbrados al desastre y lo promueven, hay que educarlos y exigirles. Es tarea de los dirigentes encontrar la manera de hacerlo. La alcaldía es básicamente agua, electricidad, recolección de basura, recreación, concientización, cultura, transporte, trabajo, vialidad y seguridad ciudadana.



Un alcalde (o alcaldesa) debería saber rodearse de gente honesta, idealista, comprometida y preparada, que aunque constituye una especie en peligro de extinción, aún se encuentra (de manera dispersa, por supuesto). Con un equipo así formado, la gestión será buena. No deberían, como he visto, maltratar y sacar del camino a los buenos, en detrimento del bien común. No deberían, como he visto, rodearse de oportunistas ladrones que en menos de un año andan en hummers, aprovechando la complacencia e impunidad, mientras los municipios se hunden. No deberían, como he visto, engordar su hacienda como El Almohadón de Plumas de Quiroga. Alicia es el pueblo.



Los recursos deberían utilizarse (a pesar de llegar a raudales) con muy buen criterio. Para tener ese buen criterio, sentido común o discernimiento, su poseedor debe haberse preparado durante toda su vida, cultivando experiencia, disposición y conocimientos, en un lecho espiritual de gran honestidad. Un alcalde debe ser ávido lector, no ser parte de la mayoría, porque la mayoría se ahoga en la ignorancia, actúa de manera infantil y pasa su vida esperando a un salvador (terrenal o no) para evadir su responsabilidad ante la vida. La mayoría, de hecho, cambiaría a Leonardo por un Blackberry. Por eso, un alcalde no debe satisfacer siempre a la mayoría (demagogia), sino aprovechar de ella las potencialidades y fortalezas, enseñarle nuevos senderos y llevarla hacia ellos. Para que un capaz ocupe ese puesto crucial en la alcaldía, todos debemos exigirlo. Y para poder exigirlo, todos debemos tener un nivel básico de preparación, para poder tener puntos de referencia, que es exactamente de lo que más carecen los ciudadanos. Es un círculo vicioso, pues.



La población en general tiene un pobre nivel de conciencia ciudadana, por ello hay que dedicar recursos a cambiar esto. Conquistar espacios con cultura, con propaganda sobre conservación y formación ciudadana, fomentar el ahorro, impulsar el reciclaje, propugnar la buena educación y el respeto. Y simultáneamente aplicar multas severas a los anti-ciudadanos. Nuestros gobiernos han sido extremadamente paternalistas siempre. El tipo con la escobita detrás del que ensucia. ¿Cuántas veces desde el gobierno se hicieron llamados para que los comerciantes dejaran la especuladera? Fue sólo cuando empezaron a multarlos y fiscalizarlos cuando éstos bajaron los precios. Lamentablemente es así, y el gobierno es PARA GOBERNAR, no para suplicar. Vi, en Copenhague, que se aplicó una multa de 10.000 coronas danesas (unos 11.500 BsF) a una persona que iba en un vehículo a 65 o 70 kph en una autopista. Me enteré que ese canal que esta persona usaba era para ir a 80 kph. Por supuesto que con multas así, cuyo pago es INELUDIBLE, SE COMETE UNA INFRACCIÓN SÓLO UNA VEZ.



Los problemas básicos que nos agobian están resueltos en muchas ciudades del mundo. Esas ideas pueden ser copiadas y adaptadas, no hay pecado en eso porque la humanidad es una. Es absurdo continuar improvisando en el manejo de problemas que han sido ya resueltos siglos atrás en otras partes del mundo. Esto ocurre porque tradicionalmente nuestros destinos han sido dirigidos por ignorantes con iniciativa y gran ambición, cuyo único mérito es aprovechar las circunstancias para acceder al cargo. Sería muy bueno con este fin, que leyeran (¡y entendieran!) Inventamos o Erramos, de Simón Rodríguez, aunque leer les cause escozor. Hacer una pequeña comisión de capaces que viaje al exterior a aprender y traer nuevas ideas es mucho más económico y productivo que el dineral que gastan en reales estupideces, propagandas de cosas que no hicieron o de inversiones sociales que costaron menos que la misma propaganda, en demagogia, en cosas absurdas.



El embarazo precoz y el alcoholismo son problemas SERIOS en el país. Los dos nos empujan apresuradamente hacia un abismo cuya profundidad desconocemos. El primero es nuestra gran fábrica de incapaces, que como los productos chinos invaden el mercado; el segundo es también otro verdugo colectivo, aniquilador de los pocos hombres y mujeres capaces (intelectual y físicamente). Hagan campañas en los municipios para concientizar y controlar esto. Articulen con el gobierno nacional para aplicar la ley. El político es el individuo llamado a poner la ciencia al servicio del pueblo (Luis Alberto Machado).



Por el amor de Dios, no sigan contratando reggaetoneros (o similares). Este género no nos representa, no nos pertenece, no nos ayuda, no nos educa. Todo lo contrario. Busquen en su municipio a los cultores populares, a los músicos, a los artesanos, a los creadores. Ellos son desde su humildad grandes artífices del hombre nuevo. Además, sepan que -más allá de los fastidiosos vallenatos comerciales, el gabán gay y la música de "Ivy Queen"- la música de Alí Primera existe. También la de Gurrufío, El Indio Figueredo, Serenata Guayanesa, Raíces, Mozart, Serrat, Jacob do Bandolim, Paco de Lucía, Silvio Rodríguez, Hamilton de Holanda, Pablo Milanés, Beethoven, Bach, Django Reinhardt, Eneas Perdomo, José Romero, El Carrao, Antonio Lauro, Ismael Querales, Buxtehude, Brahms, Un Solo Pueblo, Chopin, B. B. King, Fitzgerald, Callas, Pavarotti, Jacques Brel, Stravinsky, Edith Piaf, Tchaikovsky, Pachelbel, Villa-Lobos, Gardel, Sadel, El Turpial Mirandino, Fulgencio Aquino, Beto Valderrama, Piazzolla, Mónico Márquez, Soledad Bravo, Buena Vista, Víctor Jara y un larguísimo etcétera que desconocen. Abran los ojos hacia el infinito acervo cultural de la humanidad, en música, escultura, pintura, arquitectura, ciencias naturales, humanidades… Salgan de su pobre burbuja. En el Municipio Santiago Mariño (Aragua), donde vivo, se gastó durante la última gestión un dineral (supongo que dólares inclusive, porque no me imagino a "Daddy Yankee" llevando bolívares a Miami o haciendo colas en CADIVI) contratando reggaetoneros para las ferias municipales, todos los años. Imbéciles dirigentes contratando imbéciles imbecilizadores. No se justifica, cuando tenemos tantos cultores populares. Y menos cuando no sirven los drenajes, las calles, el alumbrado público, las aceras, el aseo urbano, el servicio de agua blanca, el patrullaje y otro largo etcétera. Cada gestión nos destruye un poco más. ¿Cómo puede ser alcalde alguien que por un lado destina recursos a contratar reggaetoneros que le enseñan a los niños a tirar eficientemente su futuro a la basura y por otro lado intenta (si acaso intenta) controlar la falta de planificación familiar? ¿No es más inteligente controlar de manera muy estricta el perfil de los que acceden a esos cargos?

La alcaldía debe promover el amor por la lectura. Una biblioteca virtual es para eso, para un mundo virtual. Copiar y pegar no crea nuevas sinapsis interneuronales cerebrales ni fortalece las existentes. En el mundo real, es la biblioteca real con libros de verdad la que nos salvará, si la aprovechamos. No sigan matando al libro, alcaldes (as), a pesar de tantos esfuerzos nacionales por imprimirlos y distribuirlos gratuitamente. Y recuerden que les es permitido (y recomendado) hacer ferias de libros, de artesanías y juguetes tradicionales, que rinden mejores frutos que "Don Omar". La muerte del libro es la muerte del hombre. La tecnología está asesinando al libro y con ello al ser humano.

La alcaldía debe actuar preventivamente, surfear sobre la ola, no como siempre, detrás de ella. Alcalde (sa): planifica para un mundo cada vez más difícil. Apóyate en individuos intelectualmente sólidos en las direcciones de mayor importancia.

Nuestros dirigentes municipales deben hacer contacto con la realidad. Montarse en una bicicleta vieja y pasar por los huecos llenos de aguas negras, oler su basura de tres semanas, caminar por cualquier municipio solos a las 11 de la noche, para sentir la realidad en todo su esplendor. Dejar de lado la soñadera y poner los pies sobre la tierra. Imaginar un futuro esplendoroso, pero actuar en consecuencia.

En la alcaldía todos deberían saber que a nivel mundial hay una tendencia poderosa hacia el manejo ecológico de recursos, reciclaje, ahorro de energía, etc. Y PROMOVERLO.

Un alcalde o alcaldesa debería, para poder ver a los demás, dejar de verse a sí mismo (a) (Friedrich Nietzsche, Viktor Frankl). La mejor propaganda de la gestión es lo que haces, la gestión per se. Debería ser la única, de hecho. ¿Cuántos alcaldes antes de ponerles uniformes con sus nombres a los trabajadores se dedicaron a resolver los problemas urgentes que tenemos?

Los alcaldes y alcaldesas ´revolucionarios (as)´ deberían empezar a serlo, abandonarlo todo por servir, practicar la humildad, vivir con honestidad, ser educadores, dar un buen ejemplo, promover la cultura y exigir a todos dar el máximo. En pocas palabras, imitar a Hugo Chávez.

Por último (en este breve escrito, porque la lista es mucho más larga), y lo más importante (por su pragmatismo): PARA TENER BUENOS ALCALDES Y ALCALDESAS, DEBEMOS CAMBIAR LA MANERA DE SELECCIONAR LOS CANDIDATOS. Porque los hombres y mujeres que reúnen los criterios necesarios existen, pero relegados, vilipendiados, apartados, pisoteados, orillados, perseguidos y olvidados. Y el hombre nuevo no será posible desde los vicios viejos.

*Docente UCV Maracay,


aerg58@gmail.com.


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Andrés Rodríguez González


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