¿Los ciudadanos tenemos derechos sobre el ambiente en que vivimos?

Debemos ver el equilibrio ecológico
y los bienes jurídicos ambientales
como patrimonio común...
 
 
La pregunta suele ser importantísima, toda vez que el Artículo 127, del Capítulo IX de Los Derechos Ambientales, de la Constitución Bolivariana de Venezuela nos dice, en sus primeras tres líneas que Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro”.  
 
Pero el artículo completo aclara mejor las cosas pues nos añade que Toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado”.
Y luego, deja claramente el papel del Estado sobre tan determinante asunto:
 
“El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia”.
 
Y más abajo, el mismo artículo nos dice que Es una obligación del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley”.
 
Hasta el párrafo anterior la escritura y lectura queda de manera estupenda, lo que no es indicativo de que se esté cumpliendo; en primer lugar, porque tenemos en las parroquias, sus avenidas, calles, callejones y quebradas, montones de basura a granel, de modo que no estamos los venezolanos desenvolviéndonos en un ambiente libre de contaminación.
 
¿Le echamos la culpa de toda esta realidad al Estado venezolano y en consecuencia a quienes los dirigen?
No, ya que hablamos de una realidad compartida. El texto constitucional es muy claro cuando nos indica que el Estado contará con la activa participación de la sociedad para que tengamos un ambiente libre de contaminación.
 
Hablamos de dos instancias : Por un lado están los responsables directos por lo que establece la Constitución Bolivariana, como es el caso de los funcionarios que tienen ese deber y del otro lado, las ciudadanas y ciudadanos que deben asumir que hay un problema, darlo a conocer y si está en sus manos, poner el hombro.
 
Los ciudadanos deben colaborar no ensuciando las calles, las avenidas, quebradas y callejones. Hay que decirlo porque hay personas que tienen estas cochinas conductas, pero también hay funcionarios que ignoran el clamor de la ciudadanía y les da igual que haya suciedad.
 
Podemos comenzar por decir que el barrido de las calles sólo existe para algunos lugares; las papeleras si acaso funcionan al igual que los sanitarios en los comercios; quienes recogen los desechos no tienen guantes, mascarillas, palas ni escobas y en consecuencia dejan un reguero al pasar a recoger la basura, además de  ser presionados por los conductores de otros vehículos; no hay zonas demarcadas para estacionar los camiones ni horarios para la recolección y tampoco está planificada la separación de los diferentes tipos de desechos sólidos.       
 
Esta realidad ocurre en muchos lugares del país, de la que no se salvan lagos, lagunas, ríos, riachuelos, manantiales ni cuencas y, a propósito de estas últimas, ¿Están siendo sembradas las cuencas, de donde viene el nacimiento de los ríos?
Una cuestión es muy clara:
 
En el asunto del ambiente deben intervenir algo parecido a una Fiscalía de Mantenimiento (que tuvimos en el pasado y sirvió –dicen- y que para viajar), ministerios del Ambiente, Educación, Salud, Inparques, IVIC, Inia, Alcaldías, Consejos Comunales, Hidrocapital, el Instituto de los Espacios Acuáticos, Misión Árbol y todo aquel que respire, porque es una realidad que atañe a todos quienes respiramos.
 
UN elemento vital en todo esto, es que hay que triplicar la siembra de toda clase de especies vegetales a lo largo y ancho del país y considerarla como una acción necesaria e inmediata, ya que el equilibrio del planeta está en riesgo. No olvidemos, como planteó en su propuesta el Comandante Supremo Hugo Chávez:
 
“Este nuevo modelo alternativo de desarrollo socialista requiere un rol protagónico de hombres y mujeres con los nuevos valores del vivir bien que apoyen una economía ecológica y socialmente sustentable. Esto  solo será posible desde el socialismo como única alternativa al modelo depredador capitalista que ya ha fracasado”.      


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Pedro Estacio


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