(¿Y qué es una raya más sí es tigre?)

Tigre Eduardo Fernández: te pillaron inocentemente

Cómo quisiera entenderlos para poder defenderlos, pero por más que uno quiera, ustedes siempre la ponen o, bien a la entrada o, bien a la salida y no hay vaina más difícil para creerles cuando aparentan ser angelitos trillizos que tienen el cordón umbilical en Copei, pero cada día que pasa en vez de aprender a convivir con sus compañeros, los descuartizan en cosas irrelevantes que los ensopan de lástima sin compasión y, como unos mismos pendejos los graban y, Mario Silva en la Hojilla termina de freírlos a fuego lento, así las cableras hagan todo lo posible por sabotear para que no se oigan bien sus lamentos, porque en verdad pareces: Eduardo Fernández el mismo carajito tratando de quedarte con todos los juguetes de los chamitos del barrio y te mandas una de vileza sin tapujo que desorienta al más pintado de la partida del grupito que te acompaña en Copei y a cayapa escurridiza despotricas de ancianos y jóvenes y, te pones a la par de cualquier deslenguado del montón buscando aplausos concurridos en reuniones más que maquilladas, parecen levantonas obligadas, donde tu voz peregrina de corre camino te embriaga de viveza para soltar tus perros muertos que llevas por dentro y te dejas asir de la emoción que te despeina el sueño de tus años mozos cuando, Caldera te daba el biberón de las primeras lecciones de la política en pañales para que pillaras las ideas que otros sacaban debajo de la almohada para que crecieras como líder superfluo de los que no se cansan de fastidiar la paciencia ajena y, siempre llegan de donde partieron con las manos vacías –sin pena ni gloria- y las ansias de poder flotando de miseria humana más aturdido que tortuga de mar desovando.

Tigre pintado como el mismísimo bolsa quedaste de acuerdo a las dos grabaciones que rodaron cerca de la media noche en una Hojilla afilada que, te cortó la yugular de lo malévolo que te acelera el corazón de joven pasado de moda. Exigiendo concurrencia y demás bagatelas de la política rancia del pasado, en donde siempre te maquillaste dentro de Copei y, hoy eres lastimosamente el hazmerreír de la comarca que acompaña a la desorientada oposición que no consigue una buena ubicación, porque sus mejores momentos se los comió el olvido como dátiles pasados.

Sólo te queda –amigo: tigre Fernández- ir a llorar al Valle y a peregrinar a la Conferencia Episcopal Venezolana, para que el más lascivo de los obispos juegue contigo tu paso a retiro más que espiritual dentro del dominó de la inmundicia que ellos practican a diario en contra del pueblo y, que después pregonan a los cuatro vientos: sus informaciones y conclusiones en sus documentos mentirosos en que bailan pegado con la ramplona aristocracia neoliberal venezolana.

Si quieres un consejo para que no llegues a viejo y, te quedes en tu eterna juventud diamantina de líder sinvergüenzón: monta una concesionaria de carros y afíliate a Chevy Plan y verás lo fácil que es conseguir platica en este país sin que el gobierno ni nadie te fastidié y, así puedes joder fácilmente al secretario Luís Ignacio Planas, porque a Antonio Ledezma ni a Enrique Mendoza ni de vainas –ésos son caimanes del mismo subterfugio.

Como la vergüenza de ustedes se la llevó el viento de las componendas subliminales, ríe, que los payasos no son traidores y se ganan la vida poniendo a reír a los demás sin mucha política.

¿Quién lo iba creer; señor tigre? Que de enciclopedista erudito, la prudencia te extraviara el camino del enredo político de tus años mozos. Y, después de viejo metido a chismoso alborotador de lisonjas prematuras. ¡Nada fácil!


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Esteban Rojas


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