En el año 2007, por la convocatoria, de parte del entonces presidente Chávez, a elecciones para abordar el asunto de la reforma constitucional, escribí un artículo en el cual, entre tantas cosas, dije "El refranero popular venezolano contiene un proverbio muy viejo que sentencia "quien pestañea pierde". Un actor cómico venezolano de la radio y televisión, a partir de aquel, creó su versión del viejo refrán con la que, en parte, titulo este artículo". Me refiero a lo de, "quien presta pierde ñea".
Si mi desgastada memoria no me falla, más de lo que lo viene haciendo, el personaje a quien aludo, fue Roberto Hernández.
Agregué, "Y viene al pelo en las actuales circunstancias, cuando el factor que lidera la señora Machado, con sus diversos matices, enfrenta las propuestas de reforma constitucional, tratando de sacarnos del centro del asunto".
El presidente Maduro, a quien la oposición siempre ha subestimado, obviando que todo gobierno tiene sus asesores, como los tuvo Gómez, por tomar a este como una referencia extrema, a modo de explicación más simplista, en el 2014, cuando perdió de manera contundente las elecciones legislativas y por ende el control de la AN, optó por una jugada sencilla, fácil de anular, dado el respaldo electoral con el cual contaba la oposición, expresado poco tiempo atrás, la de llamar a unas nuevas elecciones constituyentes.
Por el comportamiento opositor desde el 2000, o para mejor decirlo, dado que el mundo opositor, bajo la orientación de la Casa Blanca, había asumido como meta el control absoluto del aparato del Estado, como en los tiempos del puntofijismo, para hacer con libertad lo que al gran capital conviniese, Maduro, hizo su jugada contando con que en la oposición se impusiese la insensatez. Y tal como él y sus asesores esperaban, sus oponentes cayeron ingenuamente en la trampa. En lugar de afrontar ese proceso constituyente que les brindaba la oportunidad de lograr su objetivo, optaron por llamar a la abstención.
De esa manera, aquella Asamblea Constituyente, a todas luces legal, pese contradijese los alegatos y deseos opositores, sustituyó el poder que la oposición había alcanzado. Como respuesta, esta, volvió asumir la violencia, reactivó las guarimbas, cayó en aquella ridiculez de la "presidencia interina", lo que le hizo más daño, como comentaremos más adelante, que las maniobras gubernamentales; ensayó con invasiones extranjeras y paremos de contar.
Mientras eso acontecía, la oposición comenzó a fragmentarse, tanto que surgieron aquellos grupos políticos, interesados en aprovechar los espacios legales, como representación en la AN, gobernaciones, alcaldías etc. Grupos a los que el liderazgo opositor abstencionista, dio en llamar "alacranes", como sinónimo de acomodaticios, colaboracionistas. Una vieja estrategia política, usada tanto por la derecha como la izquierda, para descalificar a todo aquel que no convalidase sus propuestas. Algo así, como aquello del viejo PCV, de llamar "pro yanqui, agente de la CIA y proimperialista", a quien no asumiera sus posiciones.
Todo ese proceso o mal manejo de las diferencias y empeño de deshacerse del gobierno por la violencia, de conformidad con lo dictado desde EEUU, de donde les respaldaron con la definición de Venezuela como "amenaza inusual y extraordinaria", dictada por Obama, más las sanciones, mal manejo de los asuntos económicos, diplomáticos de parte de quienes gobernaban y la invención de la presidencia interina, generaron un cuadro opositor nuevo.
Un espacio fue ocupado por ese pequeño mundo que llamaron los alacranes, otros surgieron más tarde de la misma tendencia, a quienes por facilismo, se les terminó calificando igual; pero al mismo tiempo, comenzó a formarse un pequeño mundo muy dividido, de pequeños partidos o fracciones e individualidades distanciados todos del gobierno. Es decir, se configuró otro espacio opositor, con visiones distintas a lo que en un momento dado llamaron MUD, luego G-4 y otros nombres, en la medida que grupos y personas se distanciaban.
A todas estas, por los errores cometidos, los líderes de esa oposición, eran desplazados, pero quienes asumían las responsabilidades de estos, insistían en los mismos errores, dado que los procederes, "la línea", les venían y vienen impuestos desde afuera. El desgaste fue tal que, al fin, la señora Machado, quien solía aparecer en segunda fila, comenzó a perfilarse como la "esperada", la apropiada para asumir una nueva estrategia.
Fracasado lo de las invasiones, la última carta política puesta sobre la mesa contra el gobierno por la "presidencia interina", la oposición, dado el descomunal descontento generado en la población por la situación económica, como la galopante inflación, congelación de salarios, deterioro descomunal de los servicios públicos, etc., derivado todo eso de las sanciones, malos manejos y sueños infundados en el gobierno, por orden desde la Casa Blanca, optó por retomar el camino electoral, en los últimos tiempos del gobierno de Maduro.
Pero la señora Machado, también cometió un grave error. Ese liderazgo, en buena medida, derivado del apoyo externo, expresado en diversas formas conocidas y ocultas, lo asumió como un derecho a decidir quién debía ser el candidato o candidata. Pese se sabía inhabilitada, sin partido ni tarjeta y que en la oposición había quienes podían asumir ese rol y contaban con todo eso, usó su liderazgo y respaldo externo para imponer su candidatura y, en última instancia, se reservó el derecho a decidir quién, en última instancia, debía ser su reemplazante, por lo que llegó a la apagada figura de González Urrutia.
Dado los resultados electorales por el CNE, los factores comprometidos con la señora Machado, optaron por asumir, que el señor Edmundo González Urrutia, había ganado las elecciones. Pero de todo eso, al margen de los resultados mismos, resultó evidente, que la oposición siguió fragmentándose. Sólo quienes se sienten y manifiestan partidarios de la señora Machado, dentro del universo que por el compromiso que les ataba, apoyaron la candidatura del señor González Urrutia, hablan con seguridad y empeño de la victoria de este. Otros sectores de ese universo, como los que representan Capriles, Manuel Rosales, por sólo nombrar estos, pues hay más, no han sido persistentes en ese reclamo. Más bien optaron, si no convalidar los resultados dados por el CNE, si por callar y hasta mostrarse indiferentes.
Dado el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y, en vista del fracaso de la política de los gobernantes de aquel país para deshacerse de Maduro y la apremiante necesidad que allá existe, pese haya quienes por conveniencia eso ignoran cuando hablan o analizan, en la oposición comenzó a manifestarse una visión más realista.
Antes de todo eso, vivimos la experiencia de ver a Fedecámaras, en manos de viejos y nuevos personajes, asumir un rol distinto al que desempeñó en los años atrás, finales de Chávez y comienzos de Maduro, con respecto a las sanciones y los intentos de deshacerse del gobierno por la violencia.
El triunfo de Trump, su toma de posesión y su arranque como atrabiliario, muy propio de su personalidad y en conformidad con la expectativa que de él se tiene, no ha dado muestras, como siempre sostuvimos en varios artículos que se pueden leer en esta página, que inexorablemente vendría ante Venezuela con los mismos arrestos de su primer gobierno y más agresivo que Biden. Siempre hemos percibido lo contrario. Dada la experiencia vivida, los fracasos y hasta los excesivos gastos derivados de las asignaciones a la USAID y de esta a las ONG dedicadas a la conspiración en Venezuela, el desfalco a Venezuela y la USAID misma de Guaidó y los suyos, entendimos y entendemos que, Trump vendrá en una actitud diferente, pese haya encargado a Marco Rubio del Departamento de Estado, personaje a quien, por cierto, a última hora, según una nota que le leído, le ha apartado del manejo del asunto Venezuela. Porque aparte de lo dicho anteriormente, es por demás evidente que Venezuela necesita de las mejores relaciones con EEUU, pero este, por varios motivos, también está apremiado del petróleo de Venezuela y de muy buenas relaciones dentro de esta competencia por la multipolaridad.
Pero a todo lo anterior se agrega un nuevo elemento o factor. El gobierno de Maduro, viendo la dispersión, fragmentación acelerada en el bando opositor, ha optado por agregar un nuevo componente o acelerador. Como en esos procesos de cambio, movimiento, se aumenta la velocidad, presión o temperatura, para que actúen como aceleradores, el gobierno ha llamado a elecciones.
Maduro ha optado por llamar casi de inmediato a elecciones, porque es la mejor oportunidad para ganarlas, dado que ahora, en la oposición que lidera la señora Machado, prevalece la idea y deseo abstencionista, pues dentro de ella se piensa, eso sería reconocer los resultados del 28 de Julio pasado y por ende a Maduro como presidente. Para ella, esa oposición, es necesario persistir en la idea que, González Urrutia, fue el ganador. Pero al mismo tiempo, dentro del universo que se vio obligado a apoyar a González Urrutia, ha emergido la idea de participar en estas nuevas elecciones. Enrique Capriles y varios factores, ya han dado muestras de eso y Manuel Rosales, ha hecho saber, su deseo de seguir mandando en el Zulia.
Es decir, el llamado a elecciones, es un acelerador que profundizará la división en el frente opositor que estuvo conviviendo alrededor de la candidatura de González Urrutia, por una conveniencia y forzosa necesidad táctica. Las señales que comienzan a percibirse del gobierno de Trump, también acelerarán ese proceso.
Y como dije arriba, viene al pelo lo de , "quien presta pierde ñea", porque la señora MCM y los más cercanos a ella, de antemano están anunciando su posición abstencionista, mientras entre quienes apoyaron la candidatura de González Urrutia, gana espacio, lo contrario, la idea de no volver a cometer los mismos errores. Más cuando por Trump, hay mucha incertidumbre.